«Más que la cuarentena, me preocupa que mi hija esté sin atención temprana»

Cuando Carla y Laura crezcan, sus padres les contarán que los momentos clave de su vida también coincidieron con fechas importantes para el resto. Nacieron una víspera de Reyes, con la ciudad echada a la calle en la Cabalgata y como regalo adelantado; porque fueron prematuras y tuvieron que ser aisladas por un brote de bronquiolitis en la clínica donde su madre estaba ingresada. Ahora, a los dos años, estas mellizas se preparaban para estrenarse el lunes en la guardería, pero por la crisis del coronavirus tendrán que esperar. «Yo ya llevaba un tiempo con el 'entrenamiento' para la separación y las nuevas rutinas, pero mira ahora, ¡todo lo contrario!», bromea al otro lado del teléfono, y con las dos «literalmente encima», la madre, Natalia Antúnez.

También ella ha visto cómo sus planes cambiaban de golpe: después de dos años dedicadas a ellas al completo, no sabe cuándo podrá incorporarse a su puesto como maestra de Infantil en el CEIP Los Guindos. Hasta el momento, tenía un permiso de cuidado del menor por enfermedad grave porque Laura nació con problemas. «Lleva afiliada a la ONCE desde los cuatro meses porque tiene una displasia severa del nervio óptico y además por un defecto en la estructura que conecta los dos hemisferios del cerebro tiene una hipotonía en la parte izquierda del cuerpo«, relata Natalia, para quien la cuarentena está teniendo unos problemas añadidos al del encierro en sí. «Más que la cuarentena, lo que más nos preocupa es que Laura esté un mes, o el tiempo que sea, sin atención temprana», destaca.

El haber estado dos años en casa dedicada a ellas las ha acostumbrado a rutinas especiales que ahora reproducen a todas horas, especialmente en el caso de la estimulación a la pequeña. «Y además, en Carla tiene a su mejor profesora... Es increíble cómo se complementan», celebra. El retiro suma en casa también a Salvador Fernández (Salva), el padre, que ya teletrabaja desde hace unos días como gestor de compras de la empresa de ascensores General Elevadores.

En estos cuatro días de confinamiento, Natalia ya es capaz de decir cuál es el principal reto al que se enfrentan más allá de mantener entretenidas y estimuladas a las mellizas. «Laura necesita dormir más tiempo del recomendado para la maduración de sus neuronas y así ir recuperándose de la hipotonía, pero por ejemplo a la hora de la siesta está acostumbrada a dormirse dando un paseo y en estas circunstancias es imposible. La pobre lo pasa fatal, está agotada«, lamenta esta madre que al menos cuenta con un pequeño 'escape' en la azotea del edificio, que normalmente se utiliza para tender la ropa. »Como en el bloque sólo somos tres familias con niños, hemos dividido esta zona en tres espacios y subimos por turnos. Al menos ahí caminan al aire libre y se entretienen un poco«, explica. El resto del día, como otros padres encerrados con niños pequeños, se dedican a establecer rutinas para matar las horas muertas: «Hoy les he dado un trapito y nos hemos puesto las tres a limpiar. A las doce del mediodía comen y luego se echan la siesta, o al menos lo intentamos (...)«. Y añade: «¡Pero no me preguntes qué haremos mañana porque esto es una aventura diaria!».