«El Covid me ha quitado muchas cosas y me ha traído soledad»

También hacía gimnasia tres veces por semana y su curiosidad por las nuevas tecnologías la saciaba en uno de los cursos del Ayuntamiento, «donde he aprendido todo lo necesario para manejarme con el móvil y el ordenador». Aquella actividad intensa, por la mañana y por la tarde, no sólo le permitía cumplir con su filosofía vital de «aprender todos los días algo nuevo»; sino que le regalaba un contacto humano más allá de lo académico. «Lo que más me gustaba era el trato con las personas, conocer a gente nueva», recuerda María Dolores, a quien la pandemia y las restricciones arrebataron por completo ese vínculo necesario y casi terapéutico. «Ahora todas las clases son 'online'. Yo puedo seguirlas porque me apaño bien con el ordenador, pero ya nada es lo mismo», lamenta. Ni siquiera las salidas con su grupo de amigas, sobre todo por la tarde, forman ya parte de una agenda antes repleta y ahora casi a cero. «El Covid me ha quitado muchas cosas y me ha traído soledad», añade con un punto de tristeza.

Esa necesidad de compañía se ha acentuado en los últimos meses. «Gracias a la Fundación Harena, una de sus voluntarias me llama un ratito los miércoles por la tarde y charlamos. También se interesó por prestarme ayuda a domicilio el Ayuntamiento de Málaga, pero no la necesito porque soy autónoma. Lo que yo quiero es compañía», reclama esta vecina de la zona de El Ejido que encuentra parte de su contacto balsámico en un «vecindario maravilloso». «En el edificio vivimos personas que ya llevamos 50 años o más aquí; nos conocemos y estamos pendientes unos de otros», se conforma María Dolores, cuya familia ha ido menguando también con el paso de los años: «Soy la mayor de nueve hermanos y ya se han muerto todos; y tenía una relación muy especial con un sobrino que también falleció hace unos días», dice con el luto aún en el ánimo.

A cambio, conserva su «buen grupo de amigas», en especial una con la que sigue saliendo «a diario». «Nos gustaba mucho por la tarde, pero con el cierre de las tiendas tan temprano la calle se queda muy vacía y ya hemos optado por salir por la mañana. Cogemos el autobús, nos recorremos el parque y damos un paseo por el centro, hasta el Mercado de Atarazanas: hacemos nuestra compra y volvemos a casa», explica María Dolores, que recibió hace unos días la primera dosis de la vacuna contra el Covid y que está a la espera de la segunda, este martes. «Será una tranquilidad tener las dos, pero a pesar de todo habrá que seguir teniendo cuidado porque esto aún no ha terminado». Cuando lo haga, espera que se acabe también esa otra pandemia silenciosa que afecta a los mayores, aunque ésta sin vacuna: la soledad.