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La 37ª Copa América, que se disputará en el año 2024 y está considerada la competición deportiva más antigua del mundo, está sumida en la incertidumbre desde que Auckland (en la condición de defensor del Emirates Team New Zealand) renunció a organizarla por la falta ... de respaldo del Gobierno de Nueva Zelanda. Inicialmente, la sede se iba a anunciar en noviembre y finalmente se ha establecido la fecha tope del 31 de marzo, después de que meses atrás se avanzara al fin el protocolo de esta edición, en el que se especifican las fechas clave y la normativa de competición.
La sensación predominante es que las diferentes ciudades que se postulan para la organización se topan con impedimentos que frustran la decisión final. Valencia, que ya fue la primera sede europea en la historia de la prueba y la acogió dos veces (2007 y 2010) dio un paso adelante en junio, pero no fue apoyada por la Generalitat. Otros ofrecimientos son los de Cork (Irlanda), con escasa disponibilidad de servicios para un evento de este nivel; y Yeda (Arabia Saudí), que cuenta con el soporte de los petrodólares, aunque las restricciones que impone su cultura en cuanto al ocio disuaden a los participantes.
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Así las cosas, la propuesta de Málaga se considera hoy por hoy la favorita. Las regatas se celebrarían en el primer trimestre de 2024. El problema en el caso de la capital de la Costa del Sol es triple: la premura de tiempo, pues habría que tenerlo todo listo en menos de dos años. La elevada inversión necesaria para convertirse en sede, de entre 75 y 80 millones, según las diversas fuentes consultadas. Y el hecho de que habría que habilitar una instalación estable para los entrenamientos de los equipos, que se establecen en la ciudad sede desde más de un año antes de la gran regata.
La Autoridad Portuaria no esconde que tiene problemas de espacio. Actualmente, se están contemplando como posibles emplazamientos el futuro puerto deportivo de San Andrés, en la zona de Huelin, y que, salvo sorpresas, la Autoridad Portuaria concesionará hoy al grupo Al Alfia, de Catar (el mismo que impulsa la Torre para un hotel de lujo en el dique de Levante). La dársena tendría que estar lista para recibir los barcos en apenas un año y medio, una hazaña que, de entrada, es compleja, ya que todavía no han comenzado los trámites para los permisos necesarios. También se contemplan como opciones la dársena de megayates, que entrará en servicio de forma parcial antes de Semana Santa (estará terminada en verano). Así como una instalación temporal en la zona del dique de Levante, cerca de la Casa de Botes.
Al margen de donde esté finalmente la sede, en la edición de 2024 participarán el Alinghi, del millonario suizo Ernesto Bertarelli, que vuelve tras tres ediciones sin participar; el Ineos Britannia, con el apoyo de Jim Ratcliffe, fundador de la multinacional de productos químicos Ineos y el hombre más rico de Reino Unido; el defensor, el Team New Zealand, con el patrocinio de Emirates; el Luna Rossa Prada Pirelli Team, que fue retador en 2017, y el American Magic estadounidense, que presentó su proyecto hace días. Las tripulaciones se han reducido de once a ocho navegantes y, además, otra de las grandes novedades de la próxima edición, como dicta el protocolo, es que se hará por primera vez una Copa América femenina y también una juvenil.
De lo que cabe poca duda es de que una Copa América de vela sería el evento deportivo de mayor repercusión mundial celebrado nunca en Málaga, junto a su condición de subsede del Mundial de fútbol en 1982. También es indiscutible el impacto económico que tiene esta competición. Dos datos de ello: en la de 2017 la audiencia televisiva fue de 68 millones de espectadores, y en relación a la edición de 2007, el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas cifró la repercusión en 2.700 millones (686 de ellos de gasto directo), con la creación de 73.859 empleos en todos los sectores vinculados a la organización del evento. Eso supuso un impacto del 2,67% en el PIB de la Comunidad Valenciana y un aumento de un 3,29% de empleo. Del gasto directo, el 56% fue en servicios de restauración, comercio y hoteles. Además, casi seis millones de turistas llegaron a Valencia seducidos por la vela entre 2004 y 2007.
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