Para el vecindario, eran Mohamed o Juan -lo llamaban indistintamente por los dos nombres, aunque ninguno era el verdadero-, el dueño de la frutería Súper Verde, situada en los bajo del número 50 de Eugenio Gross, un tipo introvertido, que se relacionaba poco con la gente, pero que despachaba «fruta de calidad». Para la policía, la fachada del tendero servicial que dibujan en el barrio esconde un pasado vinculado a la Yihad. La Comisaría General de Información (CGI) ha podido probar que realizó envíos periódicos de dinero para que su esposa, que está considerada una de las terroristas más peligrosas y buscadas de Europa, viajara a Siria y se integrara en el Daesh.
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Sólo algún residente en el bloque conocía el verdadero nombre del sospechoso, Fouad L., de nacionalidad marroquí y de 35 años, los últimos cinco al frente de la frutería que abrió en un local alquilado. Ayer, cuando bajaba de su casa para coger su furgoneta blanca e ir a por mercancía, fue sorprendido por media docena de policías que acechaban su domicilio desde las cinco de la madrugada para detenerlo por una investigación hilvanada secretamente en los despachos de la Brigada de Información.
Los agentes establecieron un perímetro en torno al edificio donde residía Fouad, un bloque blanco, de nueva construcción y sin adornos en la fachada en la esquina entre Morales Villarrubia y Domingo Lozano, calle esta última que desemboca en Eugenio Gross, justo a la altura de su frutería. Vivía en un piso arrendado, uno de los pocos del bloque, que solo dista unos 300 metros de su trabajo, en el que le ayudaba un muchacho joven y dicharachero -algunos vecinos dicen que es su sobrino- y que despachaba a la clientela.
Tras registrar su domicilio, los investigadores de Información trasladaron el dispositivo a la tienda. Por momentos, hubo que cortar la calle Eugenio Gross en sentido norte hasta establecer el cordón policial. Agentes de la Unidad de Intervención Policial (UIP) permanecieron apostados alrededor del establecimiento impidiendo -amablemente- que se formaran grupos de curiosos, algo prácticamente imposible en un vecindario acostumbrado a parar por la mañana en la frutería de Mohamed. «Nos llevábamos muy bien. Me decía: 'Vecina, tengo las fresas a dos euros, te las guardo'. Me parecía buena gente, yo le compraba todos los días. No me puedo creer esto...«.
Aunque no todos tiene la misma opinión de él -hay quien lo consideraba un hombre introvertido y no especialmente simpático-, en lo que sí coinciden es en la «sorpresa» por la detención de Fouad. «Para nosotros -tenía buena relación con los vecinos del edificio en cuyos bajos está la frutería- era muy servicial. Le llevaba la compra a casa a las personas mayores», comenta una de las residentes. «¡A mí me daba el pedido desde la calle y yo lo subía con una cuerda!», bromea otro. Aseguran que nada en su comportamiento les hizo sospechar. «Solo me llamaba la atención que hablaba mucho por el móvil, siempre estaba pegado al teléfono». Aunque la mayoría se quedaron de piedra al saber de su vinculación con la Yihad al financiar las actividades de su mujer, para unos pocos no fue tan sorprendente la actuación de los agentes. «La policía ya había venido por aquí hace unos meses y empezó a haber rumores. Yo dejé de comprarle«, apunta otra vecina del barrio. Cuando se le pregunta por qué, responde: «Porque era muy caro... Y también por si mi dinero iba a parar a alguna cosa rara de esas, para qué te voy a engañar».
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La policía averiguó que en febrero de 2016 la esposa del arrestado, Fadoua H., también de 35 años, abandonó el país en un vuelo con destino Grecia, interrumpiendo el trayecto en Turquía. Durante ese tiempo, la mujer recibió del detenido numerosos envíos de dinero por valor de más de 3.000 euros. Se trata, según han informado desde el Ministerio del Interior, de un apoyo económico destinado a sufragar su estancia allí en compañía de un palestino de 25 años que ella había conocido en Internet y que estaba considerado un mando intermedio en el aparato logístico de Daesh.
Esta relación entre ambos era conocida por su marido, ya que entre 2015 y 2016 ella envió importantes cantidades de dinero a la familia de este yihadista y financió sus movimientos por Europa. Unos recursos económicos que provenían íntegramente del sueldo de Fouad, ya que ella carecía de medio propio de subsistencia.
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Aunque la relación sentimental estaba interrumpida y el detenido obtenía un sueldo medio-bajo, éste llegó a enviarle al menos 700 euros al mes desde febrero a junio de 2016, siempre según han informado desde Interior.
En julio de 2016, la mujer regresó a Málaga junto al arrestado, hasta que en noviembre de ese año emprendió viaje de vuelta a Turquía, adoptando medidas de seguridad para borrar su rastro. Con su apoyo, abandonó España por tierra y emprendió un viaje a través de Francia para recalar en Italia, donde le esperaba el yihadista al que ella denominaba «marido» en redes sociales.
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A pesar de que el detenido conocía el propósito de la mujer de no regresar y cruzar a Siria, le realizó envíos de dinero a Italia que recibió y que estaba destinado a que ella y su acompañante continuaran viaje a través de Grecia y de allí a la provincia de Hatay (Turquía), área limítrofe con Siria y a zonas controladas por Daesh y Al Nushra. En total, supuestamente, le llegó a proporcionar más de 6.000 euros para lograr su objetivo.
El detenido, según han apuntado desde el ministerio, era conocedor de la actividad delictiva que iba a realizar su expareja al convertirse en una «foreign fighter», extremo que contaba con su apoyo económico y que además ocultaba de manera deliberada a las autoridades.
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Ya en la zona bajo control de Daesh, la yihadista llegó a entrar en combate, algo que se reserva en exclusiva a las mujeres más peligrosas y activas. Además, continuó con sus actividades de captación remota, contactando con chicas a las que intentó convencer de que la Yihad era el único camino del buen musulmán. Desde Interior han subrayado que su radicalización y su constante alusión a cometer atentados en España la convierte en una amenaza real para la seguridad pública en Europa y en objetivo número uno de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad ante su posible retorno.
Estas investigaciones provocaron que la Comisaría General de Información impulsara a los jueces a dictar tres Órdenes Internacionales de Detención (OID) destinadas a que fueran detectados y neutralizados por las diferentes policías extranjeras más allá de nuestras fronteras.
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A las 11.53 horas, el detenido salió de la tienda con la cabeza cubierta por la parte de arriba de su chándal, esposado y escoltado por varios agentes que ocultaban sus rostros con pasamontañas, y que lo subieron en un Renault Megane para trasladarlo a la comisaría. Previamente, habían sacado de la frutería varias cajas, presumiblemente, con documentación y efectos intervenidos durante el registro. La salida de Fouad estuvo acompañada de gritos e insultos de algunos vecinos, los menos, que despidieron de ese modo al tendero del Súper Verde.
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