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joaquina Dueñas, Eugenio Cabezas, Vanessa Melgar y Andrea Jiménez
Domingo, 17 de octubre 2021, 00:34
En los municipios de la provincia el comercio de barrio sigue en su lucha diaria para mantenerse en pie. Mientras los centros han recuperado el pulso gracias al verano y a la llegada de los turistas, los pequeños negocios de los barrios, que vivieron una ... recuperación inicial más rápida tras el confinamiento por la falta de movilidad y porque la gente evitaba acudir a lugares con mucha concentración de personas, ahora ven cómo vuelven a desplazarse para realizar sus compras.
Sin embargo, no todo es negativo. En Marbella, el comercio de proximidad goza de una salud aceptable que se debe, fundamentalmente al esfuerzo de los autónomos y pequeños empresarios. En este sentido, los barrios han soportado mejor que el centro la pandemia por dos circunstancias. De un lado, su prácticamente nula dependencia de turismo y, por otro, la predominancia de negocios de primera necesidad. La vuelta de los turistas ha hecho despuntar de nuevo el Casco Antiguo pero aun así, la fidelización y la atención personal permiten mantenerse a flote a las tiendas de barrio.
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Así lo cuenta Kenia Consuegra, que tiene un establecimiento de moda y complementos de nombre Kenya desde hace tres años. «Abrimos en septiembre de 2019, apenas unos meses antes de la pandemia», comenta. «Mi impresión sobre el comercio pequeño es que tenemos cercanía y encanto. Yo conozco los gustos personales de mis clientas, sus colores favoritos y los cortes que mejor le sientan así que ellas se siente más seguras y cómodas cuando vienen», cuenta. Muy activa en redes sociales, durante la pandemia consiguió hacerse un hueco que ha desembocado en la digitalización del negocio con su tienda online. Además, «como la tienda es muy pequeña, hago encuestas para que las propias clientas me digan las prendas que prefieren que traiga al local», sonríe.
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En Vélez-Málaga también parece haber funcionado mejor el comercio de barrio que el del Centro, a pesar de la peatonalización de varias calles y plazas en los últimos años. La falta de aparcamientos es un grave problema que se han encontrado los visitantes y una demanda histórica de los empresarios, que piden aumentar la zona azul.
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En Rincón de la Victoria, los comercios de proximidad «han resistido bastante bien, podemos llorar con un ojo», dice el presidente de los empresarios locales, José Antonio Villodres. La cercanía a la capital y los «turistas malagueños» han sido dos factores clave para mantener al sector comercial de barrio. «El buen verano de la hostelería también nos ha repercutido positivamente», apostilla.
En el caso de Ronda, el secretario de la asociación de empresarios Apymer, Antonio Palma, reconoce que «el comercio de barrio lo ha pasado peor que el del centro». Reconoce que esas tiendas «dependen mucho de su barrio», por lo que suelen tener más reducido el cupo de clientes.
En la barriada rondeña de San Cristóbal, Javier Criado trabaja en Pikito Bakery y reconoce que la situación no es sencilla. «Vamos unos días mejor y otros peor... Pero no nos podemos quejar, puesto que desde que abrimos estamos funcionando». Esta panadería, que abrió en marzo de este año, está especializada en panes y dulces sin gluten, por lo que es pionera en la ciudad del Tajo y suele recibir a clientes de toda la localidad. Ellos han apostado por la especialización para subsistir.
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