Los comerciantes del Soho están hasta el gorro de la luz, y no exclusivamente por el elevado precios que pagan en sus facturas. Los empresarios del entorno de Tomás Heredia denuncian que desde el pasado verano sufren continuos cortes de luz, lo que afecta a ... la actividad empresarial. Aunque no se trata de grandes averías y suelen resolverse en el mismo día, algunas de ellas incluso en pocos minutos, ya han provocado la avería de varias máquinas y la pérdida de numerosa mercancía. Solo durante el último mes se han producido seis apagones, los dos últimos el pasado sábado.
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El presidente de la asociación de comerciantes del Soho, Manuel Criado, explica que las incidencias ocurren a cualquier hora del día y sin ningún tipo de aviso previo. El problema, además del indudable quebranto que supone quedarse a oscuras en un momento de plena actividad, es que las compañías eléctricas no saben o pueden darles soluciones. «Nos abren una incidencia pero dicen que no tienen constancia de ninguna avería», apunta.
Criado confiesa que los establecimientos están muy preocupados con este asunto y que algunos de ellos ya han tenido que sustituir máquinas averiadas. Y como las compañías eléctricas aseguran desconocer su origen, los seguros tampoco suelen auxiliar a los empresarios. «Estamos desesperados. No sabemos por qué ocurre, pero nos sentimos desamparados», dice. «Cobran como un servicio del primer mundo pero no dan un servicio del tercer mundo», añade visiblemente molesto.
Entre los que más sufre este problema se encuentra Cristian Nica, propietario de la tienda gourmet Picnik Artisan Food, en la calle Vendeja, que este pasado verano tuvo que cambiar una de las vitrinas frigoríficas al estropearse el compresor de la máquina. Ellos venden fundamentalmente quesos, un producto perecedero «que necesita luz para su conservación».
Además de la avería, que ha sido la incidencia más grave que han sufrido, también han tenido que trasladar productos con gran celeridad antes de que se les estropeen. Un día –recuerda– se fue la luz de madrugada y cuando llegó a la tienda la nevera estaba completamente apagada. «Menos mal que los clientes nos ayudaron a mover todos los productos antes de que hubiera que tirarlos».
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También ha sufrido estas incidencias Levi Angelo, propietario de la heladería que lleva su mismo nombre en la calle Tomás Heredia. En su caso no se le ha roto ninguna máquina, pero sí que ha tenido que tirar vitrinas completas llenas de producto al perder la temperatura óptima. «Una vitrina son más de 1.500 euros, y eso sin contar el tiempo que se requiere para hacer de nuevo los helados y las ventas que perdemos mientras no tenemos producto», se queja.
Al tratarse de un alimento tan delicado, cualquier cambio de temperatura supone un desastre para Angelo, por lo que cada vez que se va la luz debe dejar de vender. «No puedo estar abriendo y cerrando la vitrina porque no sé si el corte va a durar cinco minutos o varias horas», resume de forma gráfica.
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En términos similares se expresa Jesús Samuel Benabú, propietario de Centro Uniformes, en la calle Casas de Campos. Aunque él no trabaja con productos perecederos, los cortes afectan de forma decisiva a su actividad comercial, ya que cada vez que se queda a oscuras debe recalibrar las máquinas que utiliza para hacer bordados. «Si te pilla a plena actividad tienes que parar y empezar de cero». No es una circunstancia baladí, ya que tarda cerca de 15 minutos en volver a echarlas a andar. «Es desesperante; llamas a la compañía y te dicen que no les consta ninguna incidencia, pero nosotros seguimos sin luz».
Un último caso a modo de ejemplo: Puri Carrasquilla, propietaria de la Filatelia Carrasquilla, en la calle Tomás Heredia, se ha tenido que acostumbrar a tener el móvil a mano para poder seguir trabajando cuando se quedan en penumbra. Como su oficio requiere mucha atención, cada vez que hay un corte se alumbra con el móvil. «Para analizar las monedas y los sellos necesitas una buena iluminación, y es lo que últimamente nos falta en el barrio».
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Aunque nadie se atreve a reseñar una causa concreta, los empresarios creen que los cortes están relacionados con el crecimiento que está experimentando el barrio y la antigüedad de las instalaciones. En momentos concretos, las incidencias se han relacionado con obras junto al teatro del Soho o los diferentes hoteles. «Como no es un problema de las compañías, se pasan la pelota de unos a otros y los que verdaderamente sufrimos somos los comerciantes», sentencia Carrasquilla.
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