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Algunas de las agentes que forman parte de la plantilla de la Policía Local de Málaga durante la grabación del vídeo. Foto: Ñito Salas | Vídeo: Pedro J. Quero

«Cuando cogía a un delincuente, me decía que una mujer no le detenía»

Varias agentes de la primera promoción de la Policía Local de Málaga relatan a Sur como fueron sus primeros años en el cuerpo

Jueves, 7 de marzo 2019, 00:22

Virginia Moreno ha firmado miles de atestados e informes entre las paredes de la Jefatura de la Policía Local de Málaga. Esta vez lo hace en un muro, sobre el que reza una frase: «Nuestras leyendas». Hoy se jubila y, como el resto de sus compañeros que ya lo han hecho, plasma su rúbrica en esa pared. Con un trazo firme, acompañado por la sonrisa nerviosa del vértigo a una nueva etapa en la vida, deja atrás 37 años de servicio. Ellas es solo una de las 45 pioneras que en 1982 formó parte de la primera promoción del cuerpo que se abrió al ingreso de mujeres. Reunida con compañeras de otras promociones para grabar un vídeo por el Día de la Mujer, algunas de estas agentes cuentan sus primeros años como policía a este periódico.

Fueron valientes que llegaron «a un mundo de hombres» en el que hasta entonces era «impensable» tener a una mujer como compañera. Mari Ángeles Lerma es otra de las agentes que forman parte de aquella promoción y explica que, aunque siempre le había llamado la atención ver a los policías locales patrullando por las calles, nunca se había planteado ingresar en el cuerpo como una opción de futuro, «ya que en él no había mujeres».

Todos esos recuerdos de los agentes persiguiendo a los delincuentes o ayudando al ciudadano golpearon con fuerza su presente cuando solo tenía 19 años y se anunció que se abriría el cuerpo al ingreso de la mujer. Entonces tocaba estudiar.

«Las oposiciones se preparan a conciencia», indica Moreno: «Eran 200 temas de cultura general que tuvimos que buscar nosotros mismos. En el examen nos preguntaron de todo, desde hablar de un parto hasta de cómo se hace el vino o nociones básicas de derecho».

Sin embargo, el reto para estas mujeres no fue aprobar el examen. El desafío vino después. Fueron años «muy duros». «Fuimos las primeras en llegar a un cuerpo con presencia, hasta entonces, únicamente masculina. Era una época muy machista. Y entramos no por haber sacado adelante una oposición después de haber estudiado bastante, sino por ser niñas bonitas», recuerda con ironía Lerma.

Patrullar de copiloto

Los policías locales de entonces no estaban acostumbrados a trabajar junto a una mujer. Tendían, como cuentan estas agentes, a protegerlas demasiado. Por ello, «tocaba demostrar más». En aquellos primeros años tras la incorporación de la mujer al cuerpo, no las dejaban ni conducir los coches, siempre patrullaban desde el asiento del copiloto.

Ellas rompieron esas barreras. Lerma todavía recuerda aquel día en el que se puso al volante de un furgón: «Le dije al jefe que quería llevarlo. Me hizo una prueba y lo saqué perfectamente del aparcamiento de la jefatura, que era muy estrecho. Desde entonces se suavizó este asunto».

Lerma y sus compañeras insisten en que tuvieron que luchar hasta para que les pusieran pantalones para trabajar. «Al salir de la academia llevábamos una falda pantalón y unos botines con un taconcito. Cuando corríamos detrás de los delincuentes y saltábamos las tapias tras ellos nos quedábamos enganchadas. Nosotras dijimos que no éramos policías para quedarnos en la oficina, queríamos demostrar que valíamos para estar en la calle», apunta.

Los ciudadanos

Allí es donde les esperaba la peor parte. Tuvieron que escuchar «de todo». «Los hombres no estaban acostumbrados a que les recriminaras una infracción o a que les llamaras la atención. Fueron años muy duros en los que nos decían desde que le habíamos quitado el puesto a un padre de familia hasta que no valíamos para nada, que nos fuéramos a casa a fregar. Cuando cogía a un delincuente, me decía que una mujer no le detenía», señala Lerma.

Aunque muchas veces se derrumbaron, el coraje les hizo volver a erguirse y seguir adelante. Rendirse no fue nunca una opción para ellas, conscientes de que abrían camino para las compañeras que llegarían después.

Para ello, contaron con el apoyo de sus compañeros, que salvo raras excepciones y ese afán de protección les echaron una mano. «En la policía somos una familia. Solo nosotros nos entendemos. Nadie comprende como en esta profesión puedes dar la vida por salvar a alguien y al día siguiente denunciarle», dice Lerma.

Hoy en día todo ha cambiado, tanto en la calle como en el cuerpo. Eso sí, entre la plantilla de 848 agentes que integran la Policía Local de Málaga solo hay 91 mujeres. «Hacen falta muchas más», asegura Ana González, la única mujer intendente en Andalucía, quien indica que el reto que está sobre la mesa es el de que «más compañeras accedan a puestos de responsabilidad». «En Málaga somos tres», añade.

Imagina lo que pasaron aquellas 45 mujeres que ingresaron en el cuerpo en 1982. Ellas abrieron el sendero por el que hoy caminan sus compañeras. Sin saberlo, afirma Lerma, fueron feministas: «Sin saberlo, hicimos historia».

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