El desarrollo inmobiliario desordenado de Málaga durante el franquismo postrero y primeros años de la Transición generó un tejido urbano desestructurado sin las infraestructuras y equipamientos necesarios. Fueron insuficientes los intentos de garantizar una ordenación adecuada como ya se proponía incluso en 1950 con el Plan General de Ordenación Urbana de una figura indiscutible del urbanismo y de la arquitectura, el malagueño José González Edo, que apostó por un nuevo modelo de ciudad a través de planes parciales. Quizás por ello fue anulado en 1964, en pleno desarrollismo. Málaga y especialmente la Costa del Sol, como gran parte de España, sería en esos años foco de inversión desordenada de gran cantidad de activos financieros, una situación propiciada por las facilidades inversoras y la ausencia de una política urbanística seria.
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La carencia de equipamientos básicos de la capital fue el escollo principal que enfrentó el primer ayuntamiento democrático . Al alcalde Pedro Aparicio se le reprocharía al final de sus sucesivos mandatos no haber dotado a Málaga de grandes obras. Creo que la crítica nunca estuvo fundamentada y que se olvida además con facilidad que fue el artífice de importantísimas dotaciones básicas. Con él la ciudad se equipó de saneamiento integral y de alumbrado, asfaltado y acerado en las calles de muchos barrios que llegaron a la década de los 80 en una situación de abandono y precariedad total. Las calles embarradas serpenteadas por un canalillo de aguas sucias era la imagen habitual de las zonas más populares.
Sin embargo, Málaga será pionera en la reconstrucción urbana. Junto a estas obras básicas, acomete su nuevo PGOU (1983) y se convierte en la primera ciudad española de más de 300.000 habitantes en propiciar una salida a la espiral del desarrollismo y especulación feroz de las décadas precedentes. Con la singularidad añadida de que su elaboración estuvo acompañada de un enriquecedor debate, generado por un emergente movimiento ciudadano que buscaba socializar la ciudad desde perspectivas culturales, económicas, políticas, etcétera, y que fue determinante.
Importantes dotaciones e infraestructuras se sucedieron después: AVE, aeropuerto, rondas, autovías, equipamientos culturales, de salvaguarda del patrimonio natural, educativos, sociales. Cualquiera de ellos constituiría un hito importante a destacar en estas líneas. La ciudad siempre bulle y se reconstruye sobre sí misma. Nuevas revisiones y planeamientos configuran la Málaga actual, pero es bueno recordar que el primer planeamiento de la democracia es peculiar y que ningún otro ha sido asumido por los malagueños como lo fue aquel primer instrumento urbanístico.
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