Abel Molina
Abel Molina
De niño jugaba a ser agente. Abel Molina lleva más de una década persiguiendo a delincuentes desde la Unidad de Medios Aéreos de la Policía ... Nacional de Málaga. Pero su compromiso no acaba una vez que se quita el uniforme. También está al frente de la Asociación Cultural Biznaga Azul, que suma trece años de lucha policial por las causas solidarias malagueñas.
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–La Asociación Biznaga Azul tiene un nombre inconfundiblemente malaguita. ¿Usted es boquerón de nacimiento o de acogida?
–Malagueño de toda la vida y crecido en la barriada de La Roca.
–¿Es de los que, de chico, ya se imaginaba vistiendo el uniforme azul?
–Pues sí, cumplo totalmente con el estereotipo de policía que ya quería dedicarse a esto desde niño.
–¿Cómo lo podía tener tan claro desde tan pronto?
–Bueno, en mi familia ya había personas de distintos cuerpos policiales, tanto de la Policía Nacional como de la Guardia Civil. Al final, ese contacto hizo que me llamara la atención este mundo desde pequeño. Ahora ves a los niños enganchados a los móviles, pero recuerdo que en mi época jugábamos mucho al poliladron. Y nos metíamos, pero mucho, en el papel. Había a quien le daba igual lo que les tocase y otros que querían hacer de ladrones. Yo parece que ya tenía vocación y siempre quería que me tocara hacer de policía.
–Y de jugar en la calle a cazar delincuentes a perseguirlos desde las alturas...
–Pues sí. A piloto no llegué por la edad, pero siempre me gustó el tema del aire. Pasé por varios grupos policiales y al final conseguí entrar en esta unidad, hace ya once años, como operador de cámara del helicóptero, y ahora también como piloto de drones. Tenía como punto a favor que venía del mundo de las telecomunicaciones, que está muy relacionado con lo que se hace en esta unidad por la transmisión de señales y demás. Y, básicamente, así fue cómo aterricé en Medios Aéreos.
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–¿Y qué tal se lleva lo de vigilar la seguridad desde el cielo?
–A todo se acostumbra uno. Aunque intervenimos desde la distancia, la empatía siempre está ahí. Y seguimos viendo de todo, de lo bueno y de lo malo. Cuando se dan situaciones desagradables también suponen un trago difícil para nosotros, como para el que está en un coche patrulla a pie de calle. Al final, el objetivo de todos, ya sea por tierra o por aire, es hacer las cosas lo mejor posible.
–Eso nos lleva de vuelta a la Biznaga Azul. ¿Cómo acabó siendo presidente de la entidad?
–Es una asociación que tiene trece años y que nació prácticamente en la Comisaría de Distrito Centro, que fue mi primer destino en Málaga. Cuando se creó yo ya no estaba allí, pero el gen partió de los que habían sido mis compañeros. En cuanto me lo contaron, me apunté como socio. Total, que como colaboraba mucho, primero me convencieron para que entrase en la junta. Habló conmigo uno de sus fundadores y vicepresidente, José Manuel Salcedo: que si tengo muy buenas ideas, que si estoy muy implicado... total, que ya llevo tres años de presidente. Sí te puedo decir que no fue algo que buscase, pero sí me siento muy orgulloso.
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–¿La vena solidaria también la tenía de crío?
–Se ha desarrollado más de adulto, la verdad. De chico estaba más preocupado por jugar y por ser un niño. Pero al final yo creo que este Cuerpo te encarrila hacia esta línea. Quien es policía es porque de una manera u otra quiere ayudar a los demás.
–Para quien no les conozca, ¿cómo ayudan desde la entidad?
–Nuestra principal campaña la llevamos a cabo en Navidad, con la recogida de alimentos y juguetes que luego entregamos en la Guardería Santa Teresa y en el centro de Ciudad de Los Niños, en La Palmilla. Pero colaboramos en todo tipo de causas, conforme nos van pidiendo ayuda. Hace poco, por ejemplo, entregamos unos 300 litros de detergente en la lavandería solidaría de San Juan de Dios, que está a disposición de las personas sin hogar para que puedan lavar la ropa. Siempre estamos dispuestos a ayudar, aunque antes tenemos que verificar muy bien que sea algo que va a un buen fin.
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–Sería difícil que os la colaran.
–Oye, pero siempre hay que andarse con ojo. Yo suelo ver la cara amable de la gente, pero en estos casos tenemos que estar muy seguros del fin benéfico porque la Biznaga Azul también es la Policía Nacional. Y nunca se sabe si alguien pretende aprovecharse.
–Hablando de esa cara amable, la asociación también es una forma de mostrar esa faceta más humana de la policía, de desmontar ciertos prejuicios.
–Así es. Al final, todos los que estamos aquí, además de ser agentes, somos personas que queremos aportar nuestro granito de arena, independientemente de si llevamos puesto o no el uniforme azul. Y es una manera de acercarnos a quienes pueden tener prejuicios. Por ejemplo, con la campaña de Navidad, que se desarrolla en La Palmilla. Vemos a los niños cómo van creciendo y cómo cambia el trato o las preguntas que nos hacen cuando nos reciben.
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–¿Qué preguntas hacen?
–Los más mayores antes nos preguntaban si somos secretas o si íbamos a detener a alguien. Claro, luego ven que vamos con regalos y comida. Es bonito ver cómo la percepción cambia totalmente.
–Entre una cosa y otra, ¿le da tiempo a descansar?
–Algo, aunque no mucho.
–¿Cómo sería para usted un día libre perfecto?
–¡Uy, un día perfecto! La idea de despertarse en un hotel paradisíaco con alguna bebida fresquita e ir a una piscina no está nada mal (ríe). Fuera de broma, no hace falta tanto. Con estar con la familia, con mi hijo, aunque sea haciendo cosas cotidianas, me doy por contento. Y si ya podemos disfrutar un poco de nuestra ciudad, que es estupenda para el ocio y el recreo, pues nos queda un día redondo.
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