Entrada al Cementerio Inglés, en la avenida de Príes

El Cementerio Inglés, penúltima víctima del Covid

La Fundación que gestiona el camposanto histórico, declarado Bien de Interés Cultural, anuncia el cierre de las instalaciones de lunes a viernes por la falta de fondos. «La situación es desesperada», lamentan

Jueves, 4 de febrero 2021, 00:02

Sus terrazas, recovecos botánicos y monumentos funerarios recorren al milímetro los últimos dos siglos de la historia de Málaga a través de las personalidades que le dieron vida y que encontraron allí el descanso eterno. Desde su primer 'morador', el militar liberal Robert Boyd ... , que se sumó a Torrijos en la causa contra el absolutismo de Fernando VII, al doctor y parlamentario inglés José Guillermo Noble -impulsor del cercano Hospital Noble- o los tripulantes alemanes de la fragata Gneisenau, hundida en la costa malagueña en diciembre de 1900; hasta Jorge Guillén, Gerald Brenan, Gamel Woolsey y más recientemente el dramaturgo Miguel Romero Esteo, la historia del Cementerio Inglés ha sido el espejo, en los últimos años, del difícil equilibrio por mantener una programación activa y la memoria viva. Hasta ahora.

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Porque lo que no consiguieron las dificultades históricas de financiación y de conservación, a pesar de que fue declarado Bien de Interés Cultural (BIC) en 2012, lo ha conseguido el coronavirus. La crisis derivada de la pandemia ha obligado, desde el pasado 1 de febrero, al cierre de puertas del camposanto de lunes a viernes por la falta de fondos. La situación se ha vuelto insostenible y ni siquiera la buena voluntad de sus voluntarios y responsables ha evitado que el primer cementerio anglicano que se abrió en la Península (1831) eche el cierre cinco días a la semana.

«La situación es desesperada», avanza el vicepresidente del Patronato del Cementerio Inglés de Málaga, Jaime Aguilera. Las cuentas del camposanto no salen, de ahí el efecto de una decisión que, sin embargo, esperan «transitoria». «A pesar de todo queremos ser optimistas y ver en esta crisis una oportunidad, pero es un hecho que la pandemia nos ha afectado muchísimo», añade Aguilera, que enumera las causas que han llevado al cierre de lunes a viernes. En esencia, el cementerio anglicano se nutría de las visitas habituales de colegios e institutos y de grupos de extranjeros (sobre todo holandeses) y turistas nacionales: «Con las restricciones, todo eso ha desaparecido y hemos tenido que ahorrar al máximo los costes».

A pesar de que el camposanto necesita para su mantenimiento básico y escaso personal unos 2.500 euros al mes, la fundación no ha podido estirar más el presupuesto por la caída de esos ingresos de las visitas: «Hace poco rescindimos el contrato del jardinero, y a la persona que iba a las visitas de fin de semana la hemos tenido que sustituir con voluntarios», lamenta el vicepresidente de la fundación, cuyos recursos proceden eminentemente de donaciones privadas y que suman unos discretos 30.000 euros al año. «De instituciones públicas no recibimos ninguna ayuda. En ocasiones, cuando hay gastos extraordinarios por una obra que haya que hacer nos ha subvencionado una parte del Ayuntamiento, pero en gasto corriente nada«. Echando la vista atrás, Aguilera explica que la última intervención para la que recibieron la ayuda del Ayuntamiento fue el arreglo de los bancales en una parte del camposanto y la habilitación del jardín vertical, donde se depositan las cenizas.

En este escenario complejo, las puertas del cementerio, con sede en la Avenida de Príes y uno de los cuatros cementerios históricos de la provincia junto con el de San Miguel (en la capital), el de Casabermeja y el de Sayalonga (los cuatro son BIC), sólo estarán abiertas los sábados y domingos de diez y media de la mañana a tres de la tarde. El domingo, además, se aprovecha el oficio religioso para permitir las visitas a sus instalaciones.

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Para tratar de que este parón en la actividad del cementerio sea lo más corto posible, los responsables de la fundación han solicitado reuniones con los partidos políticos, así como ayudas a instituciones públicas y privadas con un peso específico en la capital. Mientras, esperan que los ciudadanos se sumen a la petición de ayuda a través de su página web (cementerioinglesmalaga.org), donde se pueden inscribir como voluntarios, como amigos de la fundación (con cuotas mínimas de veinte euros al año) o con donaciones específicas.

Además, Aguilera recuerda que más allá de su carácter histórico, el cementerio inglés mantiene la esencia para el que fue creado y que esperan que convierta en una vía más fluida de ingresos: el depósito de cenizas en sus columbarios «a precios muy económicos». Y es que pesar de que los enterramientos hace años que no están permitidos, sí existe esa otra opción de compartir descanso eterno con los protagonistas de la historia local. Que eso no pasa todos los días.

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