Trabajadores sanitarios saludan a sus pacientes en uno de los aplausos diarios. Ñito Salas

Celadores y limpiadores reclaman al Gobierno que deje de considerarlos personal «de bajo riesgo»

Denuncian que están menos protegidos que médicos y enfermeros pese a tener contacto directo con los pacientes: «Hasta les cambiamos el pañal»

Viernes, 17 de abril 2020, 01:28

No suelen aparecer en las fotografías ni se les menciona cuando se nombra a los protagonistas de la batalla diaria contra el coronavirus, pero los celadores y el personal de limpieza de hospitales y centros de salud también se dejan la piel desde hace semanas. ... Y a menudo menos protegidos que sus colegas de medicina y enfermería. En su guía de actuación para la prevención de riesgos laborales, actualizada por última vez la semana pasada, el Ministerio de Sanidad considera que la exposición a la que están sometidos es «de bajo riesgo». Pero son los celadores quienes trasladan a los pacientes y los cambian de posición, quienes los acompañan hasta las pruebas y se ocupan de su aseo. El documento, redactado también por el Ministerio de Trabajo, los pone como ejemplos de trabajadores «cuya actividad laboral no incluye contacto estrecho con una persona sintomática». Lola, celadora en el Hospital Regional, que como la mayoría de testimonios prefiere no hacer público su nombre real, se rebela: «Me gustaría que pasaran un día de trabajo con nosotros, a ver si tenemos contacto estrecho o no. Hasta les cambiamos el pañal».

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La falta de materiales de protección es la principal reivindicación de ambos colectivos. «Siempre somos los últimos en el reparto», explica Juan Carlos, celador en el Clínico: «Tengo compañeros que han accedido a zonas de aislamiento con mascarillas quirúrgicas». Este tipo de mascarillas, que ofrecen menos protección que las de alta eficacia FPP, son de un solo uso y no deberían ser utilizadas durante más de cuatro horas, pero han durado jornadas completas ante la escasez de materiales. Las peticiones de equipos adecuados han requerido en varias ocasiones la intervención de cargos intermedios y supervisores: «Ha habido días que nos han dado mascarillas que se notaba que eran caseras, donadas por particulares que las habrán hecho con toda su buena voluntad pero que no evitan que nos contagiemos».

La falta de formación supone otro problema. Lo ilustra un celador del Materno que fue parte del equipo que intervino en quirófano a una mujer con coronavirus: «Nos explicaron cómo quitarnos el equipo de protección individual (EPI), pero no cómo ponerlo, y es igual de importante». En otros casos, denuncian desde sindicatos como CSIF y UGT, «les han proporcionado material que no es adecuado y, ante el desconocimiento, se lo ponen». Los planes de prevención, añaden, contemplan el contacto con pacientes sintomáticos pero no tienen en cuenta que los celadores también se encargan del recibimiento de personas que requieren sillas de ruedas o ayuda para salir del coche y que pueden estar contagiadas aunque no lo sepan. En la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), su trabajo resulta imprescindible; parte del tratamiento consiste en situar a los pacientes boca abajo porque los pulmones ventilan mejor. «De todo eso nos ocupamos nosotros», detalla Fernando, celador en el Regional: «Es una exposición de alto riesgo, digan lo que digan».

Entre el personal de limpieza, formado en su mayoría por mujeres, la discriminación «es doble». Casi todo el servicio, salvo excepciones como el Hospital de Antequera y una pequeña parte del Clínico, está subcontratado a través de una Unión Temporal de Empresas gestionada por Ferrovial. No forman parte de la plantilla del Servicio Andaluz de Salud (SAS), una externalización que agrava el problema. «La empresa no nos proporciona los materiales que necesitamos y los hospitales reservan los suyos para su personal, así que estamos todo el día luchando con unos y otros», resume Alicia. Con la crisis, coinciden todas las limpiadoras consultadas, «hemos decidido que cuando acabe esto lucharemos para formar parte del SAS porque sería lo más justo».

También la tramitación de bajas por parte de trabajadoras que pertenecen a grupos de riesgo se ha convertido en una guerra diaria. A algunas de estas empleadas, la mutua les ha enviado una carta recomendando que desempeñen tareas «con poca probabilidad de exposición». En otras notificaciones, la misma mutua reconoce que en los hospitales no hay puestos «de bajo riesgo». «¿En qué quedamos?», se pregunta Ana María: «¿Podemos trabajar con hipertensión, diabetes, asma y enfermedades como lupus o no? De momento, aquí seguimos».

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Otros colectivos, como cocineros y ayudantes de cocina y personal de mantenimiento, también han alzado la voz para recordar que entre sus plantillas ya se han producido los primeros contagios confirmados. «Y eso que somos los últimos a los que nos hacen el test», protesta un cocinero del Clínico. Son conscientes del riesgo que corren a diario, pero saben que pocos se acuerdan de ellos.

Retiran mascarillas caseras que no habían pasado los controles

Desde el Hospital Regional, centro de referencia en el tratamiento de los casos de coronavirus en Málaga, alegan que los trabajadores reciben los equipos de protección individual «que cada ocasión requiere», sin hacer distinciones «por categorías profesionales», sino adecuándose «a cada nivel de riesgo de exposición».

Respecto al uso de mascarillas caseras, el hospital lo achaca a una donación que llegó por una vía «distinta a la establecida». Las donaciones son recogidas en el almacén del Hospital Civil, donde son inspeccionadas por los técnicos de riesgos laborales y medicina preventiva para garantizar la seguridad de los materiales y homologarlas o no. La entrega de estas mascarillas, explican, se saltó este protocolo y fueron retiradas.

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