Como la afamada serie de televisión 'Villarriba y Villabajo', los comercios de la Alameda Principal se dividen entre ricos y pobres. O entre más y menos perjudicados por las obras del Metro, unos trabajos que se ejecutan desde hace cuatro años en ... la zona. Los del lateral norte, que tienen junto a sus negocios una enorme valla que oculta los locales y en donde se amontonan los carteles de 'se alquila', acusan la enorme bajada de ventas por el escaso paso de peatones, mientras que los de la acera sur, en donde se ha producido alguna apertura reciente, se aferran a la finalización de los trabajos de asfaltado de la calle como a una tabla de salvación para recuperar parte del dinero perdido.
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La situación entre los negocios de la acera norte, la más próxima al Centro, llega a ser tan completa que los locales cerrados se suceden en apenas unos cuantos metros. En los últimos tres meses, la tienda de golosinas Sweetland se ha visto obligada a echar el cierre, la papelería Carlin se ha tenido que trasladado a la calle Panaderos y la librería Luces se ha mudado a la otra acera. El resto, en un intento desesperado de llamar la atención de los usuarios, han colocado carteles con crespones negros para denunciar la situación que viven desde hace más de cuatro años. Junto al dibujo de una excavadora anuncian: 'Las obras que ves a tu lado nos están sepultando'.
Uno de los responsables del quiosco que hay en la misma acera, Baltasar Espinosa de los Monteros, reconoce que ya no llegan a fin de mes y que el retraso en las obras les impide pagar las facturas a tiempo. «Estamos completamente arruinados y no le importamos a nadie», apunta. Como él, el propietario de la papelería Carlin, Juan Cantero, lamenta que ni el Ayuntamiento ni la Junta de Andalucía han hecho nada para solidarizarse con ellos. «Las cofradías han hecho mucha presión para que se abra la acera sur, pero nosotros seguimos olvidados».
Incluso los empresarios que han probado suerte en la calle de forma reciente se han estrellado. Ricardo Pravio, responsable de la Vinoteca Bouquet, abrió las puertas de su negocio hace justo un año con la perspectiva de que los trabajos estuvieran listos en poco tiempo. «Me dijeron que en un año podría tener una terraza, y ahora veo que tendré que esperar al menos otro año más», afirma visiblemente enfadado.
Aunque con el mismo sufrimiento, en el otro lateral de la calle se vive el problema con algo más de ánimo gracias al empuje que se ha dado a los trabajos en las últimas semanas. Pese a la considerable bajada de las ventas, el anuncio de que el arreglo de la calle estará terminado antes de Semana Santa les han llenado de esperanza. Entre los que acaban de abrir sus puertas, José Antonio Ruiz, el responsable de la librería Luces, confía en que el negocio comience a funcionar cuando los autobuses vuelvan a parar en la calle. Tras pasar por las dos aceras, dice que actualmente el problema es el mismo en las dos zonas. «Ahora mismo no pasa nadie aunque aquí se ve algún avance porque los trabajadores no paran».
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En el lateral sur también acaba de abrir un negocio de telefonía, se ha modernizado un pequeño local de alimentación y se ha rehabilitado un gran espacio que aún está disponible. «Hay mucha gente deseando invertir, pero no se van a atrever a dar el paso hasta que no vean que las obras han concluido». Si es que no se vuelven a retrasar.
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