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Faltaba media hora para la apertura a las 10.00 horas y ya había varias personas que aguardaban en el muelle 2 para visitar este sábado el buque de asalto anfibio 'Castilla'. Junto a su gemelo 'Galicia', atracado en el dique de Levante, han hecho escala en el Puerto de Málaga tras participar en el mayor ejercicio naval de la OTAN este año. Durante dos semanas, 5.000 militares de ocho países de la Alianza (Alemania, EE UU, Francia, Grecia, Italia, Portugal y Turquía, además de España), 30 buques y dos submarinos españoles, entre ellos el Isaac Peral, así como aviones de patrulla marítima, helicópteros y drones se han desplegado en el Mar de Alborán y el Golfo de Cádiz para poner a prueba sus capacidades y elevar su nivel de adiestramiento cara a una futura intervención. Las visitas a los buques 'Castilla' y 'Galicia' pueden hacerse este domingo por la mañana, de 10.00 a 13.00 horas (a las 12.30 se interrumpe la entrada) y por la tarde, de 16.00 a 19.00 horas (último pase a las 18.30 horas) solo se podrá hacer en el buque 'Galicia', ya que su gemelo se marcha.
Carlos Núñez y su hija de diez años han sido de los primeros en asomarse a la cubierta de vuelo donde operan los helicópteros y donde la pequeña ha podido subirse a una embarcación rápida 'Orca', con capacidad para desplazar a siete infantes de marina. «Yo hice la mili en el Ejército de Tierra y siempre te queda el gusanillo, por eso cuando supe de que se podía visitar el buque no lo pensé. Antes eran impensables estas jornadas de puertas abiertas, pero creo que son un acierto, especialmente para los jóvenes. Ellos son el relevo, quizá algún día mi hija sea uno de ellos».
Otros muchos visitantes se han encontrado la oportunidad de visitar tanto este buque, como el 'Galicia', durante un paseo por el Palmeral de las Sorpresas. «Salimos esta mañana aprovechando el día tan espectacular que hace y al ver que se podía visitar, hemos entrado. No me lo imaginaba tan grande; tampoco que pudiéramos conocer de primera mano el tipo de armamento que utilizan», relataba Amalia Gómez, que llegó el viernes de Jaén junto a su familia para ver a unos amigos.
Precisamente, el hangar (donde se almacenan las aeronaves cuando no están operando), con sus paredes cubiertas con banderas (cada una con un significado diferente) ha sido el espacio más concurrido y que ha levantado más expectación. En él mostraban armas cortas de pequeño calibre, fusiles de asalto, ametralladoras y fusiles de precisión, estos últimos los que más curiosidad despertaban en los niños, «porque los ven en los videojuegos», advertía la militar que los supervisaba. Pero también, los visitantes han podido «sufrir» en sus cuerpos los siete kilos de peso de un chaleco antibalas o los cuatro del casco.
El ejercicio Dinamic Mariner/Flotex-25, desarrollado por la OTAN estas últimas semanas, ha recreado un escenario ficticio de conflicto en el Golfo de Guinea (en este caso es el Golfo de Cádiz), donde supuestamente reina la inestabilidad y un grupo terrorista amenaza con hacer explotar bombas con material radiactivo en varias ciudades europeas y causar el mayor número de muertos. «Nuestra misión es intervenir, localizar todo ese material radiactivo y derrotar a esta organización», explica a este periódico el vicealmirante Juan Bautista Pérez Puig, comandante del Cuartel General Martítimo de Alta Disponibilidad y del Spanish Maritime Forces Headquarters (SPMARFOR).
Precisamente, las maniobras en el Golfo de Cádiz también han estado orientadas a su certificación para dirigir las Fuerzas de Reacción (ARF) de la OTAN a partir del próximo mes de julio y hasta julio de 2026, periodo en el que la Armada asumirá el mando naval de esta fuerza de alta disponibilidad, preparada para responder de manera inmediata ante cualquier crisis que afecte a la seguridad de la Alianza Atlántica.
El objetivo es así poner en práctica la capacidad de la Armada de ejercer el mando y control de una fuerza naval lejos de la costa en un escenario de media o alta intensidad, «capaz de proyectar el poder naval y ejercer el control del mar», precisa.
Pese a la incertidumbre del escenario geopolítico actual, Pérez incide en que este ejercicio no es tan extraordinario como pudiera parecer: «Nosotros estaremos de guardia solo un año, pero el que nos siga a nosotros tiene que empezar ya a alistarse para estarlo al año siguiente. La Alianza necesita programar estos ejercicios de gran tamaño de forma regular y eso se hace con independencia de la situación internacional actual», subraya.
Asegura que este ejercicio genera también un «efecto de disuación», siendo capaz de movilizar a 5.000 militares y una fuerza naval de muchos barcos con muchas capacidades. «Es una forma de decirle a todos que la Alianza está lista para intervenir y que somos capaces de utilizar esa fuerza de forma adecuada».
-¿También ha sido una forma de mostrar que no hay fisuras dentro de la OTAN?
«Bueno, es que estos ejercicios, por lo menos la percepción que yo he tenido al utilizar unidades y militares de ocho países aliados es que hemos trabajado juntos y que no hay ningún tipo de fisuras. Es una fuerza profesional y preparada, y de lo que se trata es de que cada unidad cumpla con los cometidos que tiene, con las tareas que se le dan. Hemos trabajado juntos como una unidad única, con una bandera única que es la bandera aliada, la bandera de la OTAN y todos hemos logrado el éxito del ejercicio», expresa Pérez Puig.
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