![Bernarda Márquez: «En neurocirugía hay muchos egos, pero es tan dura que te pone rápido en tu sitio»](https://s3.ppllstatics.com/diariosur/www/multimedia/2025/02/15/neurocirujana-RAopvuzkRIzt2IXazb3d9TJ-1200x840@Diario%20Sur.jpg)
![Bernarda Márquez: «En neurocirugía hay muchos egos, pero es tan dura que te pone rápido en tu sitio»](https://s3.ppllstatics.com/diariosur/www/multimedia/2025/02/15/neurocirujana-RAopvuzkRIzt2IXazb3d9TJ-1200x840@Diario%20Sur.jpg)
Secciones
Servicios
Destacamos
Su amor por la medicina le viene de lejos, cuando todavía estaba en el colegio. Persiste después de tres décadas dedicadas a la neurocirugía. Su ... fascinación por el cerebro la adentró en una especialidad muy compleja y dominada por hombres. Pero ni la dificultad ni los micromachismos la amilanaron. Fue la primera mujer residente en el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla y primera neurocirujana en el Regional de Málaga. Esta semana, coincidiendo con el día internacional de la mujer médica, Márquez cuenta a SUR cómo ha sido ese camino y cómo se ha revertido la situación: más del 50% de los especialistas de Neurocirugía del Regional son actualmente mujeres.
–¿Sabía dónde se metía hace tres décadas cuando eligió esta especialidad?
–No, pero mi ilusión era ser médico y una vez obtenido el título, ser neurocirujana. Me gustaba esta especialidad y al aprobar el MIR pude hacerla en el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla, al lado de mi casa. Realmente no sabía dónde me metía, lo descubrí en el momento, pero yo creo que ningún médico sabe dónde se mete hasta que no hace la residencia y empieza la especialidad. Tampoco en esa época se tenía tanto conocimiento ni se hacían tantas rotaciones como se hacen hoy, algo que ha mejorado bastante. Fui también la primera mujer residente de Neurocirugía y eso también fue otro descubrimiento…
–¿Fue duro abrirse camino entre tanta bata blanca masculina?
–Claro, es duro porque hay que demostrar más que el hombre. Eso lo sabemos las mujeres y creo que es común en todas las profesiones. Siempre hemos tenido que demostrar que valemos más que ellos para llegar a algo más bajo. Es decir, que si queremos llegar a donde ellos, entonces tenemos que demostrar el doble. Eso, afortunadamente, ya ha cambiado, pero en aquella época tenías que trabajar más para evidenciar que eras capaz de hacer lo mismo que tu compañero. Pese a todo yo me adapté bien, tenía algo a favor: gran parte del personal de enfermería eran mujeres y me apoyaban al 100%.
La enfermería, en una especialidad multidisciplinar como esta, en la que tenemos que trabajar en equipo, ayuda muchísimo. Yo me sentí una más del grupo y mis compañeros tampoco me trataron diferente. Es cierto que todos los ojos se volvían hacia mí para ver cómo trabajaba o para comprobar si era capaz de enfrentar los problemas y cómo los resolvía, y eso lo tenía que aceptar, si no, me tenía que ir; no quedaba otra en aquella época. Yo lo acepté y aquí estoy después de tantos años. Una vez que demuestras que tienes la misma capacidad que tu compañero, ya estás al mismo nivel. Pero bueno, pasé esa etapa y cuando llegué aquí al Regional, pues lo mismo, me encontré siendo la primera adjunta. Había otra chica que había empezado ese año la residencia, que era Cristina Sánchez, pero la única adjunta era yo. La gente alucinaba un poco con que hubiera una mujer en neurocirugía.
–Escucharía barbaridades...
–No voy a decir que no he oído comentarios machistas, pero por mi propia personalidad preferí tomármelos a broma. Sabía que si no lo hacía así acabaría hundida y no estaba dispuesta a permitirlo. Empleé ese mecanismo de defensa y nunca lo tomé como un ataque. Habían estado siempre acostumbrados a trabajar entre ellos y hacer comentarios machistas, y de pronto llegó una chica joven y como que no se daban cuenta de que yo estaba allí. Pero sí, a veces decían cosas que me dejaban con la boca abierta. Sin embargo, en el trabajo puro y duro nunca tuve un problema. Quizá más en el momento de la formación. No solamente por el hecho de ser chica, sino que por delante mía yo tenía compañeros que eran muy buenos. Al principio intentas adaptarte a la situación, intentas emular para hacer lo mismo que hacen ellos, hasta que te das cuenta de que no sirve para nada, que tú tienes tu propia forma de ser, tu personalidad y tu estilo de trabajo. Y en el momento en que das la palmada sobre la mesa, se acaban todos los problemas. Tuve que sacar un poco las garras con mis compañeros residentes más que con mis adjuntos, que podían ser mis padres en aquella época. Pero nunca me han hecho sentir mal, si acaso me molestaba que se dirigieran a mí como 'la niña' o que me impusieran tener que llegar a un objetivo porque el hecho de que llegaban los chicos. Me rebelaba contra eso. Yo decía: Llegaré si puedo llegar, o no, pero no porque fulanito o menganito sean capaces de hacerlo.
–¿Recuerda su primera cirugía?
Claro, en cirugía general fue un apendicitis, cuando se operaban abiertas. Y en neurocirugía siempre se empieza por cositas fáciles, que en mi caso fue un drenaje ventricular. Recuerdo que estaba súper ilusionada. Ahora, los casos que abordamos son muy complejos y claro que tenemos miedo. Hay que prepararlos muy bien, estudiar mucho y siempre buscamos el apoyo de otra persona que tenga una experiencia como la tuya o incluso superior. Yo me apoyo en Guillermo Ibáñez, que es otro compañero mío, que estamos más o menos al mismo nivel, o en el doctor Miguel Ángel Arráez, que es lo más de lo más. Y dentro de la neurocirugía, si haces cirugía de columna, te acompaña un compañero de esa unidad específica.
–¿Qué es lo más fascinante de su especialidad?
–Sin duda, el cerebro, que sigue siendo el más desconocido de todos los órganos del cuerpo, aunque el avance tanto neurocirugía como en neurología, en paralelo al desarrollo tecnológico, está siendo muy importante. A mí lo que me fascinaba, como tal, era el funcionamiento del sistema nervioso y todo lo que conlleva de patología. ¿Y por qué me dediqué a la cirugía? Pues porque a mí me gustaba la parte anatómica y lo que era la parte quirúrgica pura y dura. El complemento perfecto era la neurocirugía.
–¿Actualmente los colegas os ven ya de igual a igual?
–En mi servicio somos más del 50% de mujeres, los hemos superado, así que ya no hay esa distinción. Ellos se han acostumbrado a trabajar con mujeres y nosotros, con ellos, así que cuando alguna vez ha habido alguna cosa que no nos ha gustado pues se lo decimos claramente y se acabó.
–¿Sigue despertando recelo entre los pacientes que sea una neurocirujana quien los trate?
–Sí, pero no es tanto por ser mujer sino por la edad. Para los pacientes la experiencia es un grado. Ven a una chica recién terminada con 30 o 32 años y dudan de que sea neurocirujana. Algunos hasta piden opinión por detrás a otro compañero de más edad porque no se fían mucho de esa juventud. Pero eso también ocurre con los chicos jóvenes.
–En una especialidad donde tocan el cielo y regresan a la tierra en cada operación, será difícil mantener el ego a raya…
–Eso depende de la personalidad de cada uno. En mi especialidad, donde se trabaja con el cerebro, la médula y el sistema nervioso y es una de las grandes, junto con cardiovascular, pues sí son dadas a grandes egos. Hay compañeros y compañeras, sin distinción de sexo, que son muy egocéntricos. Pero esta especialidad te pone rápido en tu sitio, porque desgraciadamente es muy dura y los pacientes se complican: sales creyendo que has tocado el cielo y cuando te das media vuelta compruebas que has caído al infierno.
–Y rodeada de esos dioses de carne y hueso, ¿no siente que hace milagros cada vez que opera o esa apreciación la deja para los creyentes?
–Efectivamente, los milagros los dejo para los creyentes. Nosotros somos capaces de hacer este trabajo porque hemos estudiado. Salvando las distancias, es como si viene el electricista a mi casa y me soluciona la avería; en ese momento para mí es Dios. Y así nos ven algunos pacientes cuando los operamos, pero en esta vida cada uno tiene una misión y a mí me ha tocado ser neurocirujana para ayudar a la gente. Los milagros los dejamos para Lourdes, Fátima y el Rocío, aunque nos agrada que se reconozca nuestro trabajo. Lo contrario sería falsa modestia.
–Después de tantos años estudiando el cerebro, ¿a qué conclusión llega?
–Lo que ha venido a revolucionar la neurocirugía han sido todos los avances tecnológicos que ha habido tanto en imagen como en la propia cirugía, que han mejorado el tratamiento de los pacientes. Un desarrollo que va a pasos agigantados y así está pasando también en mi especialidad. Al final vamos a ser muy pequeñitos porque todo va a quedar en robótica, en cuestiones genéticas y en tratamientos en los cuales ni siquiera tengamos que intervenir. Por eso, a mí lo que más me está maravillando es precisamente todo esto, todo lo que viene de la nanotecnología, el láser y el ultrasonido. Yo que me dedico a la radiocirugía, que es también mínimamente invasiva y en ese aspecto estamos avanzando mucho. En las cirugías hacemos heridas cada vez más pequeñitas para traumatizar lo menos posible al paciente. Aquí es donde el desarrollo es mayor tanto a nivel quirúrgico, como en el tema oncológico. Cosas que pensábamos que no podían tratarse en las patologías que abordamos, pues ya se están haciendo y los neurocirujanos quedamos en un segundo plano por el bien del paciente. Así que en los próximos diez años, yo creo que con la inteligencia artificial (IA) esto va a ser una revolución.
–¿Cómo va a poder ayudar la IA en su especialidad?
–Puede ser un gran aliado en el diagnóstico, aunque en nuestro caso es A, B y C. Quizá lo sea más a nivel quirúrgico, con el planteamiento de una cirugía, por ejemplo. Cuando la planificas, lo haces en tu propio cerebro y tienes que tener una visión 3D. Por eso creo que la inteligencia artificial nos va a ayudar mucho en ese aspecto. Otra cosa será si va a ser capaz de dar un diagnóstico o no.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.