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La curiosidad y el querer adentrarse en el porqué de las cosas introdujo a Juan Bellón en el mundo de la investigación. Médico de familia en el centro de salud de El Palo, el doctor Bellón figura entre los investigadores más influyentes del mundo, según ... un ranking publicado por la universidad norteamericana de Stanford. Aunque no concibe la medicina sin la investigación, no ha querido dejar nunca de ver pacientes en la consulta. Bellón considera que el mejor médico es el que también maneja bien la investigación.
–¿Qué supone para usted estar entre los investigadores más influyentes del mundo, según la universidad de Stanford?
–Ha sido una sorpresa y también una gran alegría que te reconozca la universidad de Stanford, que es la segunda mejor de Estados Unidos. Los investigadores no llevamos la cuenta de estas cosas. Yo me he enterado por SUR. A mí nadie me comunicó nada, ni de Stanford ni de ningún sitio. Hay que relativizar el asunto. Ellos hacen un corte estadístico en el que meten al dos por ciento de los investigadores, es decir, al top, pero hay muchos investigadores, no soy yo el único.
–¿Sigue teniendo usted una beca que permite que otro médico le supla en la reducción de jornada que tiene en el centro de salud de El Palo para poder compatibilizar la asistencia a pacientes con la investigación?
–Yo de forma habitual veo pacientes. Nunca he querido dejar de hacerlo, porque en realidad es lo que más me gusta: ayudar a la gente en la consulta, pero también me gusta la investigación. Por tanto, compito todos los años para lograr unas becas que dan el Instituto de Salud Carlos III y la Junta de Andalucía y recibir un dinero; en concreto, me dan 30.000 euros para la contratación de un sustituto y, de esa forma, yo tenga media jornada dedicada a la investigación. Esto está ocurriendo desde 2005 de forma ininterrumpida.
–¿Y cuál es su horario de trabajo en el centro de salud?
–Una semana paso consulta dos días y a la siguiente lo hago tres días. El resto lo dedico a la investigación. Cuando yo no estoy hay una persona que me suple en el trabajo de la consulta.
–¿Cuáles son las líneas usted investiga dentro del campo de la atención primaria referentes a la salud mental?
–Me dedico sobre todo a la predicción. Lo que hacemos es construir algoritmos predictivos de riesgo para tener un buen pronóstico y saber anticipar que una persona va a sufrir un episodio de depresión, de ansiedad o que va a tener problemas con el alcohol. Esos modelos predictivos son muy eficientes y aciertan bastante. Lo interesante de predecir es poder prevenir. No tiene ningún interés decirle a una persona que hay un pronóstico de una enfermedad si eso no se acompaña de medidas para evitarlo. Trabajamos en cómo manejar la información, en cómo dársela a los pacientes y en cómo ofrecérsela a los médicos de familia para conseguir que se prevenga la depresión. A mí me gusta decir que es como si hiciéramos vacunas contra la depresión. El objetivo es evitar que el cuadro depresivo se inicie, con lo que se consigue mejorar la calidad de vida y se reduce la mortalidad.
–O sea, que usted es lo que se llama un investigador clínico, ¿verdad?
–Sí, soy un investigador clínico. Nosotros hacemos una investigación que técnicamente se llama traslacional. Cuando contestamos a las preguntas de la investigación, ya se puede aplicar a nuestro trabajo directamente, porque contamos con el resultado y se puede usar.
–¿Qué es lo que le aporta de satisfacción personal el hecho de investigar?
–Yo siempre he tenido mucha curiosidad y me he preguntado el porqué de las cosas. Desde que era estudiante en la Facultad de Medicina ya estaba investigando. Muchas veces le digo a mi equipo, cuando estoy muchos días sin pasar por la consulta, que tengo muchas ganas de ver pacientes. Eso me relaja un poco. La investigación es muy estresante en el sentido de que es muy competitiva, hay que estar constantemente pidiendo proyectos, haciendo informes, etcétera, pero, bueno, también tiene un aspecto muy creativo y, sobre todo, que se pueden conseguir a través de ella unos objetivos estupendos para la sociedad.
–Por tanto, usted no entiende la medicina sin investigación.
–Así es. Estoy convencido de que el mejor clínico es el que también maneja bien la investigación. Se considera mejor médico al que consigue mejores resultados de salud con sus pacientes. Los médicos hacemos muchas cosas por inercia que, realmente, no tienen evidencia científica. Si las dejáramos de hacer produciríamos ya un beneficio tremendo. Si no se tiene una mentalidad científica no se cae en ese detalle.
–Uno de los problemas es la falta de financiación para investigar en España. ¿Usted ha logrado recursos suficientes?
–Financiación suficiente nunca hay, siempre hace falta más. Cuanto más dinero tenemos más rápido hacemos las cosas; antes se consiguen los resultados y antes llegan los beneficios a los pacientes. Sí es verdad que a medida que van pasando los años vamos consiguiendo más financiación, aunque hay ciclos de vacas flacas como, por ejemplo, el creado por la crisis de 2008, cuando se cerraron todas las puertas. Después, los fondos han ido aumentando. Las aportaciones de los fondos europeos ayudan mucho. También es verdad que se puede hacer investigación casi sin dinero. Yo empecé así, en la consulta con mis pacientes. Luego pasé a realizarlo en más consultas y, seguidamente, en más centros de salud. Incluso uno solo en su consulta puede hacer investigación casi sin dinero.
–¿Cuántas personas integran su equipo investigador?
–Somos un equipo multiprofesional, con especialistas en psicología, psiquiatría y medicina preventiva. También trabajamos con estadistas, ingenieros informáticos, de telecomunicaciones, sociólogos, antropólogos... Tenemos muy claro que la multiprofesionalidad es algo básico en el tipo de investigación que hacemos nosotros. El grupo va creciendo a una velocidad tremenda. Ya somos 17 o 18 personas. Hay gente de Málaga, Sevilla, Granada y Jaén. Además, tenemos relaciones de trabajo con profesionales de otros países en proyectos comunes.
–En qué ensayo clínico está participando usted ahora?
–Trabajamos en un ensayo para prevenir la depresión entre los trabajadores de todo tipo. Necesitamos reclutar personas que quieran participar. La gente que esté interesada puede acceder a la página web donde se informa de este proyecto (https://epdwork.org/) e inscribirse. Ya contamos con unos 1.100 voluntarios y necesitamos llegar a 3.000.
–Usted es profesor a tiempo parcial en el Departamento de Salud Pública y Psiquiatría de la Universidad de Málaga. ¿En qué cursos imparte docencia?
–Yo doy trocitos de asignaturas. En primero de Medicina imparto comunicación y entrevista clínica; en segundo doy epidemiología y en quinto, medicina preventiva.
–¿Qué es más difícil: investigar o ver pacientes en la consulta?
–Con la llegada del Covid estamos estos dos últimos años en una situación bastante dura en la atención primaria. La verdad es que se hace difícil. Yo lo que llevo peor es la consulta telefónica; prefiero ver a los pacientes directamente y mirarlos a la cara cuando me hablan y explorarlos.
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