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Bastoncillos para los oídos, compresas, perservativos, colillas, restos de comida y, sobre todo, toallitas higiénicas. Y así, hasta 2.368 toneladas de residuos sólidos tiraron ... los malagueños por el váter el año pasado. La nota positiva es que este volumen de desechos extraídos de las redes de saneamiento de Málaga capital es un 5% inferior a las 2.503 toneladas de 2021. La negativa, que todavía son demasiados los ciudadanos que ven el inodoro como un cubo de basura al que van a parar todo tipo de residuos y, especialmente, las toallitas húmedas, que en los últimos años se han ganado a pulso ser el problema más grave de las redes de saneamiento tanto por los atascos como por las averías que provocan. Y es que por muchas campañas de sensibilización que se lancen, aún son muchos los que siguen arrojándolas al retrete pese a que al estar compuestas de fibras textiles tardan unas dos semanas en descomponerse (el papel higiénico lo hace en cuestión de horas). Desaparecen en cuanto se tira de la cadena, pero tarde o temprano acaban aflorando.
Y bien que lo saben en la empresa municipal de aguas (Emasa). Según el balance anual de la entidad, prácticamente la mitad de esas 2.368 toneladas (1.251, el 52,84%) fueron sacadas directamente durante las inspecciones y tareas de limpieza periódicas de los más de 2.000 kilómetros de tuberías que hay repartidas por la ciudad.
Además, casi 800 toneladas (33,64%) fueron retiradas antes de entrar en el sistema de tratamiento de las dos depuradoras de la capital (Guadalhorce y Peñón del Cuervo) gracias a los sistemas de tamices que filtran el agua; mientras que en las 33 estaciones de bombeo, que son las instalaciones que impulsan las aguas residuales desde las alcantarillas hasta las depuradoras, se lograron retener otras 320 toneladas, un 13,52% del total. En esta distribución también están las que quedan depositadas en la red sin llegar a las plantas de tratamiento y se van acumulando en las cañerías hasta que afloran con las lluvias convertidas en una maraña, ya sea por las alcantarillas o por los colectores y aliviaderos.
Pese al descenso del 5,3% de total, los desechos que se extrajeron de las estaciones de bombeo y las depuradoras han registrado un aumento del 16% en estas instalaciones respecto al año 2021. Según los datos facilitados por el Ayuntamiento, en el caso de las depuradoras destacan las 697 toneladas recuperadas en la planta del Guadalhorce, lo que supone un 11,7% más respecto a las 571 del ejercicio anterior. Mayor es el incremento en la del Peñón del Cuervo, un 59,1% más hasta situarse en las 99 toneladas frente a las 64 contabilizadas en 2021.
Como remarcan desde Emasa, esta acumulación de sólidos en las aguas residuales proviene, en su mayoría, de arrojar al inodoro residuos higiénicos no biodegradables como toallitas, bastoncillos, compresas o preservativos, lo que podría evitarse con la colaboración ciudadana desechando este tipo de hábitos.»La presencia de estos desechos en las redes de saneamiento no es solo perjudicial para el medio ambiente, sino que también afectan a las infraestructuras y equipos que intervienen en la conducción, transporte y proceso del agua residual provocando numerosas averías», advierten.
En Emasa no tienen cuantificado el gasto de ese sobresfuerzo en recursos humanos y técnicos, pero desde la Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamiento (AEAS) calculan que el vertido de residuos sólidos al inodoro dispara los costes de depuración entre un 10 y un 18%. Así, el sobrecoste en limpieza y averías ronda los 5 euros por persona y año, lo que en la provincia se traduce en unos 8 millones de euros anuales, que se elevan a 200 a nivel nacional.
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