La calle Francisco Carter, situada en el corazón de La Palmilla, tiene varios asuntos que resolver. El primero de ellos es la resolución de la gran suciedad incrustada que hay en las aceras que llegan al colegio Las Misioneras: «Desde hace tiempo observamos que no solo hay excrementos de animales, que esto por supuesto depende del mayor o menor civismo de cada uno, sino que hay suciedad incrustada en el suelo, que se hace pegajoso e incluso se ha oscurecido en algunos de los puntos. Esta por supuesto no es una buena imagen para todos los niños que entran al colegio», explica una viandante de esta zona.
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Cabe recordar que el barrio también necesita algunos otros arreglos que, pese al esfuerzo de las administraciones (este periódico es consciente de que existen) no se acaba de solucionar. Lo que se encuentran los operarios de limpieza cada lunes en la calle Esla es una circunstancia que se agrava y que lleva siendo denunciada desde hace más de un año. Los vecinos denunciaban la gran suciedad y el estado de la misma, y reclamaban a las administraciones pertinentes una solución a los problemas denunciados.
Estas escucharon el mensaje y se comentó en declaraciones a este periódico la dificultad de las mismas a la hora de atajar el problema, pues pocas horas después de limpiar dicha vía aparecía de nuevo en un estado «lamentable». La cuestión es que en este barrio todavía hacen falta más esfuerzos institucionales, pero también, y esto es quizá más importante, más concienciación ciudadana.
Algunos institutos públicos se quejan de la falta de personal de limpieza. Y no solo eso, sino de la poca previsión para que lleguen a los propios centros malagueños. Así lo explica un profesor de la zona este de la ciudad, que prefiere no dar su nombre. «Hemos escuchado varias veces que la Junta de Andalucía no manda personal de limpieza por ahorrar costes. ¿Esto es cierto? Falta mucho personal, al igual que de secretaría, algo que se debería solucionar con la mayor brevedad», se queja con cierta indignación en declaraciones a este periódico.
Es cierto que la mejora de todo el barrio de Lagunillas es más que visible y por supuesto, tangible. No obstante, hay vecinos que piensan (y con razón) que todavía se puede hacer más. Estos son, por ejemplo, los residentes en la calle Valentín Martínez, que se quejan de malos olores (el hedor es muy fuerte desde hace meses tal y como relatan) y la suciedad incrustada en las aceras. «Necesitamos una batida de limpieza. No solo en esta calle, sino también en las colindantes, no paramos de ver ratas que acuden a las zonas de más suciedad», explica un lector habitual de SUR.
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