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Allí estaba. Paraguas en mano por si acaso, sonrisa abierta y ganas de charlar. Bajaba con el oficial mayor Juan Ramón Orense, que un día ... fue su compañero en la Secretaría General. El otrora secretario Federico Romero, el antecesor a Venancio Gutiérrez Colomina, volvía de visita. Como siempre. «He venido a estar un rato con ellos». Con los suyos. Porque cuando una vez se fue de un equipo, y él lo era, no se olvida. Y otra cosa: la Casona engancha. Mucho. Lo decía, risueña, sin despeinarse Remedios Ramos cuando dejaba su puesto de enfermera en el SAS para volver a reincorporarse como edil el año pasado. En su caso, y debido a los convenios que tienen en su partido, Izquierda Unida, los concejales cobran de forma similar a como lo hacen en su vida privada, así que ella no gana más de lo que percibía, tiene muchas más responsabilidades y obligaciones que trabajar en un centro de salud hasta las tres, y aún así le va la marcha.
Pues allí estaba, en la escalinata principal, que esquivaba porque casi todos saben ya que resbala (ahí se cayó por desgracia el alcalde Francisco de la Torre, se dio en la cabeza y acabó siendo operado por un hematoma subdural crónico). Ya en su día, Romero dijo al presentar su libro, 'La nueva vejez. Cómo ser viejo en la era digital y no morir en el intento', que la vejez es sólo un sentimiento.
En su etapa vital en la Casona, desde 1973 cuando entró como oficial mayor hasta 2007, ha visto pasar a cinco alcaldes, como recordaba en su día, Cayetano Utrera, para él «inteligente y comunicativo»; Luis Merino, «un hombre formado, amigo»; Pedro Aparicio, «un humanista, carismático», Celia Villalobos, «lista y con una capacidad innata para llegar al pueblo llano»; y el actual, Francisco de la Torre, «don de gentes aprendido a base de esfuerzo, gran conocedor de Málaga y muy capaz». En esta jornada también se acuerda de Francisco Cortés 'Pacurrón', periodista de SUR, polifacético, que lo mismo escribía de toros, política o 'Cosas de la ciudad', y que fue el precursor de esta sección.
Romero, con 85 años, sigue activo y escribiendo en SUR, con interesantes colaboraciones, también tiene tiempo de adentrarse en el mundo de la literatura. «He escrito una novela muy difícil de publicar, y el método de autoediciones no me gusta. A ver, te voy a contar. Mi abuelo era socialista, y mi padre, aviador del bando nacional, donde le tocó, y murió jovencísimo, a los 27 años. Iba en la cuadrilla de Carlos de Haya, le derribaron en Sariñena, Huesca, cerca de Teruel».
¿Qué hacía allí? «Bueno, ya sabes, preparando la batalla del Ebro. Luego, mi abuelo, como entenderás, acabó siendo mi padre, porque me crio. En todo ese tiempo aprendí una cosa, que hoy aún creo: todos éramos y somos españoles. No nos diferenciamos tanto, y lo que quiero con mi libro es decir que fomentar el cainismo me parece una barbaridad». El título, 'Dos revoluciones y un destino'.
Romero aboga porque los españoles se mantengan en el ámbito de la reconciliación, a la que ya llegaron, y que «reine la concordia», igual que propugna el alcalde Francisco de la Torre. Habrá que estar atentos a ver si le publican la novela, o pedirle descaradamente que proporcione las galeradas; seguro que Romero tiene mucho que contar de su familia y de sus reflexiones.
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