Alfonso Palacios, a las puertas del Ayuntamiento. P. R. Q.
La Casona del Parque

Alfonso Palacios, del programa Zem2All a una depresión galopante

Fue vital en el plan de coches eléctricos hispano-japonés, pero al cerrar la Agencia de la Energía rodó por varias áreas, lo que le hundió. Ahora lo refleja en un libro, 'Cuando te echas de menos'

Lunes, 9 de mayo 2022, 00:18

Alfonso Palacios, ingeniero industrial, impulsor de la Agencia de la Energía, en Málaga, y parte esencial del programa hispano-japonés de coches eléctricos Zem2All (cero emisiones contaminantes para todos), siempre fue ese técnico adorable, que antes de hablar esbozaba una sonrisa de oreja a oreja. ... Su juvenil forma de ser, su cercanía explicando los asuntos complicados del mundo tecnológico, unido a su creatividad, hacían de él un brillante profesional que, asombrosamente para muchos, trabajaba en la administración local. Hacía un gran equipo con el concejal por entonces de Nuevas Tecnologías, Mario Cortés, y con su jefe, Jaime Briales, pero llegó un día en el que la Agencia de la Energía cerró en 2015 por exigencias del pacto de investidura, que firmó el por entonces portavoz de Ciudadanos, Juan Cassá, con el alcalde Francisco de la Torre, que pedía reducir el número de organismos en la Casona. De repente, se quedó se quedó en tierra de nadie.

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Dicen que las cosas malas nunca llegan solas. Arrastraba desde el 2009 una separación de su mujer, que le dejó huella. Por motivos que no vienen al caso echó mucho de menos a su hijo, cerró un convenio poco favorecedor para las visitas siempre pensando en no importunar y en hacer las cosas fáciles, y al final se sintió roto muchos meses por perder la presencia de quien era para él la luz guía de su vida. Cuando le veía le cantaba canciones de Pearl Jam, Cold Play, U2, y ese vínculo que fueron creando desde que César era pequeño, ahora tiene 13 años, les ha llevado a viajar por toda Europa para verlos en directo. Su unión es inexpugnable, como cuenta.

Ahí empezó tímidamente su historia. Luego siguió con la desilusión de que se cerrara la Agencia de la Energía, que él había creado. Siempre se había sentido un profesional de primera. Lo era y lo es. Su acción fue decisiva en el programa de coches eléctricos hispano-japonés Zem2All. Viajó con el alcalde dos veces a Japón a reunirse con las autoridades y con los popes de las grandes empresas como Mitsubishi, y en dos ocasiones representó a Málaga solo y tuvo que hacerlo defendiendo a la ciudad en una especie de examen en el que le acribillaron a preguntas. Era el nexo de unión con el mundo nipón.

Cuando se cerró el proyecto de coches eléctricos en 2016 nadie se acordó de invitarle. La Agencia de la Energía no existía y nadie pensó en él, que había sido uno de los precursores del proyecto. Así es la vida.

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Tras eso pasó al área de Medio Ambiente, en 2015, y empezó a hacer «informes medioambientales de carril», básicos como si cursara Secundaria para un A26 de la Administración con aspiraciones, que de repente se ve minusvalorado. «Yo, que siempre había dado ideas, que me gustaba crear, que me implicaba en todo, llegué a tener un trabajo muy rudimentario. Había pasado de ser esencial a estar arrinconado», cuenta.

«El Ayuntamiento es un entorno egoísta, donde no se fomenta la persona a nivel personal y profesional. Lo único que cuenta es hacerle la pelota a unos y a otros».

Después, en 2017, su destino era el Observatorio del Medio Ambiente Urbano (OMAU), y de ahí al Polo de Contenidos Digitales, en 2019. Iba rodando de un área a otra sin rumbo fijo. «Ahí intenté de nuevo poner mi vena creativa a funcionar, pero se ve que no la necesitaban. En la Administración hay un tipo de funcionario medio que no entiende que los demás trabajemos sin ansias de ser nada, sólo con el ánimo de hacer proyectos chulos. En la Agencia de la Energía, por ejemplo, no quise ser el director, lo que todo el mundo sabía, pero me implicaba a tope», subraya. Y, por último, en 2020, su destino era el área de Nuevas Tecnologías. «Estaba hundido hasta niveles extremos. Quería desconectar del mundo; sólo quería estar con mis padres y con mi hijo, que han sido mis grandes apoyos. Pues bien, estando de baja, y con una depresión horrible, todavía alguien del Ayuntamiento me dijo que era un inmaduro y un infantil. No daba crédito. El Ayuntamiento es un entorno egoísta, donde no se fomenta que la persona cuenta a nivel personal y profesional. Lo único que cuenta, por desgracia, es hacerle la pelota a unos y a otros», espeta sin ambages.

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Esas tinieblas que asolaban su vida, la depresión, que ahora quiere contar para que todos sepan que existe, que la salud mental es un problema, y que cuando alguien ha tocado fondo le es muy difícil salir. Escribió un libro, 'Cuando te echas de menos', en el que refleja que quería ser de nuevo el hombre que fue antes de caer en ese pozo. Nunca pensó en suicidarse, pero sí que no quería estar en este mundo, dice sereno pero concernido.

Como no es rencoroso no quiere que nadie se sienta aludido, y sólo pretende que el compañerismo, el respeto al trabajo y la dedicación profesional cuenten más en una administración, que dice impersonal, en la que cree que muchas veces las personas pueden llegar a ser meros números. «No suman». Ahora que ha vuelto a subir con mucho esfuerzo la montaña y todo lo ve con claridad, cuenta con valentía su historia porque quiere que le sirva a los demás. Que haga reflexionar y que se quede sobre la mesa.

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