Concentración de propietarios afectados por el decreto antideshaucios del Gobierno. Marilú Báez

El Ayuntamiento alerta del «drama» de la okupación de viviendas sociales para las familias necesitadas en Málaga

Más de 160 pisos públicos de la capital tienen actualmente ocupantes ilegales y no pueden ser destinados a las familias que los necesitan

Ignacio Lillo

Málaga

Sábado, 1 de febrero 2025, 00:43

La ciudad de Málaga gestiona un parque público de 3.971 viviendas sociales, para personas con bajos recursos. Aparte de los numerosos inquilinos morosos, actualmente hay 161 pisos que, directamente, no se pueden poner a disposición de quienes más los necesitan porque han sido okupados ... a las bravas, y están en trámite judicial de desahucio.

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Así consta en el último informe de actuaciones de la Oficina del Derecho a la Vivienda, un servicio municipal que ayuda a propietarios, inquilinos, ocupantes ilegales y afectados para tratar de intermediar y buscar soluciones negociadas.

  

Este documento dedica un apartado a la propiedad de las casas que están okupadas en la capital (al menos, aquellas en las que alguna de las partes recurren al Ayuntamiento por algún motivo). En este punto, como es de sobra conocido en el sector inmobiliario, los más afectados son los grandes tenedores privados: bancos y fondos de inversión, que sufren la mitad de los 492 casos que hubo en 2023 (esto es, 245).

Familias necesitadas

Pero el segundo grupo más afectado es la propia administración, Ayuntamiento y Junta, que tiene ocupantes irregulares en un buen número de unidades del parque público. Está situación es vista como un «drama» por parte del concejal de Vivienda de Málaga, Francisco Pomares. El drama es que ocupen una vivienda porque detrás hay una familia que la necesita». «No es una vivienda vacía, no es una vivienda cerrada ni de un gran tenedor: es una vivienda de un parque público que está adjudicada».

El edil pone de relieve que hay situaciones extremas: «He vivido el caso de la muerte de una persona, y a la mañana siguiente meterse alguien». Los okupas le quitan el puesto a personas que llevan hasta siete años esperando, «con circunstancias sociales gravísimas». Y además se amparan en el hecho de que los juzgados, cuando se trata de una vivienda pública o de un gran tenedor, atienden más la legislación desde el punto de vista del ocupante que del titular.

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Pilar Usón, de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca: «No somos inquiokupas, no nos pueden criminalizar»

«No somos inquiokupas, no se puede criminizalizar a personas vulnerables que por problemas de salud u otras cuestiones se acogen a un escudo social para solucionar sus problemas habitacionales». Es el mensaje que lanzó en el pleno del pasado jueves Pilar Usón, representante de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, para justificar que la protección frente a los desahucios debe continuar.

«El escudo social sigue vigente por los altos precios, el alquiler o acceder a la compra de una vivienda es inasumible, inalcanzable para muchos de los que vivimos en Málaga, y que tampoco tenemos el apoyo de este Ayuntamiento».

Según sus cifras, la medida del Gobierno para proteger a las familias vulnerables ha supuesto la paralización de 58.000 desahucios entre 2020 y 2024 en España, un 25% del total.

El Instituto Municipal de Vivienda (IMV) entrega de media 70 viviendas al año a familias en riesgo de exclusión social, «que no han okupado, que están en la lista y que han participado en un sorteo». «La familia que entra en una vivienda que se nos queda libre tiene todos su informes y sus valoraciones», explica. «Por eso es más grave: porque no es que perjudique a la administración pública, sino que evita que una familia en riesgo de exclusión acceda a una vivienda».

En este punto, Pomares hace una reflexión sobre el debate público acerca de este problema: «Esto es indefendible desde el punto de vista de cualquier grupo político y cualquier ideología. No podemos defender la okupación en el parque público, porque eso estar en contra de las familias en riesgo de exclusión social que tienen derecho a esa vivienda».

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«La okupación del parque público se convierte en un drama para las familias que la están esperando; hay que darle la vuelta, hay que ver a las víctimas, no a los propietarios», se lamenta. «Por eso tenemos que ser inflexibles, porque hay que defender a la familia que le ha sido adjudicada dicha vivienda».

Dos años para un desahucio

A este «drama», se añade la demora crónica de la Justicia: «Nos tiramos más de dos años de media ahora mismo para poder desalojar a estos que okupan», lo que agrava la cola de personas que necesitan acceder a estos pisos. De manera que esos 161 expedientes de desahucio que el concejal tiene sobre su mesa son un verdadero quebradero de cabeza.

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Reclaman a la Fiscalía más celeridad en los desahucios

El problema que supone la tardanza en ordenar los desalojos judiciales ya ha llegado formalmente a la Fiscalía de Málaga. El jefe de los servicios jurídicos del IMV ha mantenido recientemente una reunión con representantes de este órgano judicial para hacerle ver el atasco que existe, y que ahora supone dos años de espera para poder facilitar un piso a una familia que lo necesita.

«Le hemos pedido justamente la aceleración de esos casos, dentro de lo que hay, que sabemos que la ley es la ley, pero otra cosa es la agilidad en los trámites judiciales», explica el concejal de Vivienda. «Hemos querido explicarles la gravedad de los casos que hay detrás».

A eso, se une una segunda derivada, y es que los ocupantes irregulares se quedan directamente fuera del sistema. «No podemos dar una vivienda del parque público a la persona que ha cometido un delito, la ley no lo permite y sólo faltaría que encima les premiáramos». «Las mismas familias que hacen esto se buscan la ruina».

Por ello, concluye: «Si se permitiera una desokupación más rápida del parque público, podríamos darle solución ahora mismo a 161 familias en riesgo de exclusión. Y la única manera que tiene la Administración Pública de garantizar la igualdad de oportunidades es sortearla. Porque no hay un pobre más que otro pobre, no podemos entrar ahí».

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