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Hace un mes que el tiempo se detuvo para Alejandro y Ainhoa, de 23 y 24 años respectivamente. Desde entonces, su hijo de nueve meses permanece hospitalizado en Inglaterra en estado grave y sin un diagnóstico concluyente que explique por qué el pequeño ... Satur (de Saturnino) se acostó una noche sano y amaneció siendo un cuerpo inerte. «Desde que nació en abril del pasado año, su desarrollo ha sido normal. Un niño simpático y muy espabilado, que crecía feliz hasta esa fatídica mañana del pasado 18 de enero, cuando su padre fue a despertarlo a su cuna y se lo encontró frío, rígido, muy blanco y sin que respondiese a ningún estímulo», recuerda entre lágrimas su abuela María Simonet, que tras su ingreso en el Hospital John Radcliffe de la Universidad de Oxford inició desde Málaga una campaña de recogida de fondos para hacer frente a la dramática situación. «Al segundo día, los médicos y la psicóloga les recomendaron que dejaran los trabajos porque todo el tiempo que le prestaran al niño iba a ser oro. Llevaban un año trabajando en Amazon, pero al no poder garantizar la fecha de reincorporación a su puesto, tuvieron que dejarlo. Al ver lo que se les venía encima, fue cuando emprendí esta iniciativa para que no tuvieran que preocuparse de otra cosa que no fuera su hijo y su otra pequeña de dos años», relata Simonet.
Hoy el objetivo ya está cumplido. Han recaudado 10.195 euros, un pequeño respiro para esta familia malagueña que en noviembre de 2019 hizo las maletas para buscar un futuro mejor, alejado del sector de la hostelería donde habían trabajado hasta entonces. Primero lo hizo Alejandro y, dos meses más tarde, le seguiría Ainhoa, embarazada de seis de Satur. Apenas un año después, su vida y sus ilusiones se han visto truncadas. «Tras ingresar en estado grave, los médicos tuvieron que sedarlo, porque tenía convulsiones muy fuertes que los médicos no conseguían controlar. En vista de la gravedad, le tuvieron que inducir el coma para que su cerebro no sufriese. Fueron solo tres días, porque los médicos temieron que al ser tan pequeño no saliese nunca de ese estado y acabase en muerte cerebral. Ahora ya está en planta, pero con graves secuelas. Ha sido todo tan rápido que aún están en estado de shock», relata la abuela.
Desde ese día, esta pareja malagueña solo vive para su hijo, al que han hecho todo tipo de pruebas para averiguar el origen de su estado. «En un escáner, detectaron que había sufrido ataques cerebrales en ambos hemisferios y en otros posteriores han podido determinar los daños causados. Saben cuáles son, pero no qué los ha podido desencadenar», lamenta Simonet. «El retroceso es grandísimo: no se mueve, no sostiene el cuello por sí solo, está rígido y no sigue la mirada, está como ausente«, describe la abuela. «Los médicos no pueden darle una esperanza de vida, pero sí les han advertido de que, casi con toda probabilidad, no recuperará nunca ni el movimiento ni el habla. «Lo más seguro es que salgan del hospital sin un diagnóstico», apostilla. Y es que ni las resonancias para descartar golpes o malformaciones, ni el análisis del líquido encefalorraquídeo para detectar posibles infecciones, ni la prueba genética realizada a los padres, ni la biopsia en un músculo de su pierna para secuenciar el ADN y estudiar las células mitocondriales han arrojado luz hasta la fecha.
La máxima preocupación de la familia es qué pasará a partir de ahora. Fuera de España, sin familia y sin dinero para asumir los gastos que se les vienen encima, entre ellos, la adaptación de la casa. «Satur va a necesitar atención las 24 horas. En el hospital, ya les han dicho a los padres que tendrán que cambiar la cuna por una cama con accesibilidad total y, además, les están enseñando a alimentarlo por sonda». En dos semanas, recibirán probablemente el alta y podrán marcharse con Satur a casa, pero nada hacía presagiar hace un mes que lo harían en ese estado.
Por ese motivo, la campaña que María Simonet inició en la plataforma gofundme.org con el lema 'Por ti, nuestro pequeño' permanecerá activa pese a haber recaudado los 10.000 euros que inicialmente pedía. «Pensamos que era un mal sueño del que despertaríamos pronto», asegura la abuela, ahora destrozada por la situación que vive su hijo y por la impotencia de no poder estar a su lado. «Ni siquiera conozco al pequeño. Con la pandemia y al ser grupo de riesgo no he podido visitarlos aún», lamenta.
Asegura Simonet que todavía tendrá que pasar algún tiempo hasta que pueda vacunarse y coger un avión. Por el momento, su hijo y su nuera descartan regresar a Málaga. «Primero, por el delicado estado en que se encuentra el pequeño y, segundo, por las duras restricciones de movilidad que hay por el Covid», explica.
En la plataforma, Simonet reitera su agradecimiento a los 308 donantes que en 25 días han hecho posible alcanzar el objetivo inicial. «Gracias por vuestras donaciones, gracias por no dejar de difundir la campaña, gracias por vuestra cercanía, empatía y cariño en cada mensaje recibido, gracias por vuestras oraciones, gracias por sentir a Satur como uno más de vuestra familia. No dejéis de rezar por nuestro pequeño y sus padres, por favor, seguro que podemos aumentar un poquito más esta cifra y sumar unas gotitas más a este océano de solidaridad», expresa María Simonet. Ella no encuentra mejor definición para referirse a quienes han ayudado que en el título de la emblemática obra que pintó Enrique Simonet (tío abuelo de su padre) y que se expone en el Museo de Málaga: '¡Y tenía corazón!'.
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