Siempre había querido dedicarse al que consideró su oficio. Estudió y se preparó para ser trabajador social, pero la vida le llevó por otros derroteros y acabó trabajando en el aeropuerto de Málaga.
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Su puesto como supervisor de facturación y embarque de una aerolínea nada ... tenía que ver con lo que siempre fue su vocación. Una espinita que tenía clavada y que pudo sacarse cuando hace un año su empresa sorprendió con una reestructuración de plantilla. Fue inesperada, pero Pedro José Ruiz (44 años) vio el cielo abierto para dedicarse en cuerpo y alma a perseguir su sueño. Pese a todo nunca dejó de intentarlo: «Me preparaba en ese momento unas oposiciones, pero ya sabemos que son una lotería y no podía dedicarle todo el tiempo de estudio que requerían», lamenta Ruiz. Así que aquel revés laboral lo convirtió en una oportunidad.
Había llegado la hora de tomar las riendas de su vida laboral y decidió, tras mucho cavilar, montárselo por su cuenta. «Vi la posibilidad de emprender empleando fondos propios y capitalizando el paro. Una apuesta muy arriesgada, porque si salía mal perdía todo el dinero del desempleo, pero decidí liarme la manta a la cabeza y trabajar por lo que siempre había querido», confiesa Ruiz.
Aquellas primeras semanas de 2021 fueron de vértigo. Pero su ilusión, aunque emborronada a veces por los miedos, fue su potente motor para atravesar los peores baches emocionales. Eso y la fe en él de su pareja, en quien podía apoyarse económicamente si las cosas no salían como había proyectado. También, su confianza en que podría volver a trabajar en alguna otra empresa del aeropuerto si lo perdía todo en aquella decisión vital. «Sopesé los pros y los contras, escuché a la familia, a quien me decía que me lo pensara dos veces y a quien me animaban a hacerlo con los ojos cerrados, y al final me lancé. Se había dado una conjunción astral y no sabía si volvería a darse de nuevo», bromea Ruiz.
Y es que destinar el dinero del paro a emprender por cuenta propia es posible. Se trata de un mecanismo con el que el Gobierno quiere fomentar el autoempleo entre personas desempleadas que están percibiendo esa prestación de nivel contributivo. El objetivo es que se convierta en una palanca económica para los que quieren montar su propio negocio. La ley contempla el pago único (100%) para los emprendedores que precisan al principio una inversión importante para echar a rodar su proyecto, y una fórmula mixta, en la que pueden solicitar al Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) un porcentaje inicial de la cuantía total de desempleo y el resto cobrarlo en mensualidades para pagar las cuotas de autónomos. Ambos casos se conocen como 'capitalización del desempleo'.
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En Málaga, los años de la pandemia han hecho mella en el número de desempleados que buscan una salida laboral en estas alternativas. La incertidumbre laboral de estos meses, lejos de animarles a montar su propio negocio, les ha llevado a adoptar una actitud conservadora y no poner en riesgo unos mínimos ingresos mensuales mientras amaina el 'temporal' sanitario. Así, la caída de solicitudes para capitalizar el paro (pago único y fórmula mixta) roza el 35%, pasando de las 1.093 solicitudes (16 pago único y 1.077 fórmula mixta) que en 2019 tramitaron desempleados malagueños a las 715 (14 pago único y 701 fórmula mixta) realizadas hasta noviembre de 2021, según los datos facilitados a este periódico por el Ministerio de Trabajo y Economía Social.
Para poder capitalizar el paro, el emprendedor tiene que generar, al menos, tres meses de prestación y, sobre todo, debe justificar que el dinero dado va a ir destinado a iniciar la actividad. Así lo hizo Pedro José Ruiz, quien decidió franquiciarse con la empresa de ayuda a domicilio Asistencia Familiar 24. Se dio de alta como autónomo en abril de 2021 y a finales de mayo ya empezó a trabajar con sus primeros clientes. Y es que uno de los requisitos es que la actividad que se quiera desarrollar tiene que iniciarse en el plazo de un mes después de que la administración apruebe el pago.
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El canon de entrada, que le permitía utilizar la marca de la franquicia y adoptar su forma de trabajo, lo abonó con la indemnización del despido. Luego, capitalizó el desempleo usando la fórmula mixta para hacer frente al resto de gastos: un 70% del paro lo invirtió en compra de mobiliario, equipos informáticos e impuestos y el 30% restante, lo utilizó para pagar cada mes la cuota de autónomo. «Administrativamente no es un proceso complicado, hay que presentar una memoria económica de las inversiones que son necesarias para montar el negocio y justificarlas una vez realizadas, pero puede hacerse telemáticamente sin demasiados problemas con el certificado digital», aclara.
Ahora, se le remueve todo por dentro cuando echa la vista atrás: los miedos, la incertidumbre, el vértigo que sintió antes de lanzarse a un abismo laboral, pero reconoce que lo volvería a hacer, que cada vez está más contento con la decisión que tomó. «Hay días que me levanto a las ocho de la mañana y estoy hasta las once de la noche, pero no me pesa, porque estoy trabajando en algo que me gusta. Cuando hacía horas extras en el aeropuerto, aunque me las pagaban, echaba sapos y culebras por mi boca. Ahora, es todo lo contrario, porque lo que trabajo de más va en beneficio propio», explica Ruiz.
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El SEPE insiste en la importancia de destinar la cantidad recibida a la actividad prevista, tal y como figura en la memoria del proyecto que forma parte del expediente. Sin embargo, cabe la posibilidad de que el negocio que se ponga en marcha finalmente sea diferente al que constaba en la solicitud. Si se ajusta a lo establecido en la normativa de aplicación, no habrá problemas siempre y cuando se presente una nueva memoria y la documentación complementaria que requiera el Servicio de Empleo Público Estatal.
Una circunstancia que vivió Juan Ignacio Arenas, quien a sus 49 años y después de haber estado cuatro años trabajando como jefe de cocina en un chiringuito de la costa quedó desempleado. «Al volver del ERTE en el que estuve en 2020, la situación de la empresa era complicada y decidió cerrar temporalmente para hacer obra. En ese tiempo, prescindió de la mayor parte de la plantilla, aunque con la idea de incorporarnos una vez terminada», relata Arenas. Sin embargo, en esos tres meses que transcurrieron entre diciembre de 2020 y marzo de 2021, este profesional se replanteó si realmente quería volver o era el momento de montar algo por su cuenta para ganar cierta calidad de vida.
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Sin miedo a emprender y con muchos años de oficio, pensó en abrir un negocio de pollos asados y comida para llevar en un local que tenía alquilado. Las ganas de pasar más tiempo con la familia pesaban y aunque lo volvieron a llamar al reabrir el chiringuito él ya tenía la decisión tomada. De esta forma, se lanzó a presentar su idea de negocio y solicitar a la administración el pago único (100%) de la cuantía de desempleo. Un cantidad que al final empleó en hacer realidad su mayor deseo: regentar un bar propio en la capital. Así, en junio del pasado año, El rincón de Juancho echó a andar en la barriada de Los Corazones y hoy cuenta con una trabajadora al cargo. «Estoy contento y no me arrepiento de la decisión que tomé, pero la familia ha tenido que hacer sacrificios que no me hubiera gustado que hicieran», desliza Arenas, quien desde su experiencia valora la conveniencia de capitalizar el desempleo: «Solicitarlo es fácil; lo realmente complicado es ejecutar el proyecto que presentas».
Desde la Asociación de Trabajadores Autónomos (ATA) indican que es un buen recurso para conseguir liquidez en el inicio del negocio, «pero hay que tener en cuenta que no siempre es fácil justificarla, ya que no se puede emplear en gastos no corrientes, por ejemplo, no se puede usar en el pago de un alquiler, sino en gastos de compra y material relacionado con el inmovilizado de la empresa», advierte su vicepresidenta Celia Ferrero. En su opinión, hay una opción, además del pago único y la fórmula mixta de capitalización del paro, que puede resultar «más adecuada» para asumir menos riesgo.
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Se trata de que el emprendedor pueda beneficiarse de la prestación por desempleo que generó cuando trabajaba como asalariado al mismo tiempo que desarrolla su actividad como autónomo. «Con ello, se está asegurando unos ingresos que pueden ir tanto a gastos de inmovilizado, como a gastos corrientes y eso, quizá, es más rentable que ir al montante total que supone la capitalización de todo el desempleo». Además, permite mantener unos ingresos en los primeros meses de actividad en los que no se suelen generar muchos beneficios.
No obstante, Ferrero, avisa que la normativa establece que solo puede compatibilizarse durante 270 días máximo, es decir, nueve meses. «Aun así, si transcurrido ese tiempo no se hubiera agotado el desempleo, se puede reanudar, así que yo optaría más por la segunda opción a tenor de la capacidad que tenga de justificar la capitalización completa con inmovilizado», subraya.
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