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«Cerrado temporalmente». Una nota de aviso en Google al buscar el teléfono del Museo Alborania, algo hasta cierto punto comprensible por la llegada de ... la temporada baja, se convierte en un hilo del que, al comenzar a tirar, emerge una historia con un calado mucho mayor. Tanto, como el de los grandes yates que amarran frente a las puertas de este espacio divulgativo en el Palmeral del muelle 2, que permanecen cerradas y sin público desde hace varios días, según observan trabajadores de los negocios de alrededor.
El Aula del Mar, la asociación ecologista creada en 1989 que ha sido clave para la educación ambiental de varias generaciones de malagueños y para la protección de las especies marinas amenazadas (a través del Crema), echa el cierre definitivamente. Su camino nunca ha sido fácil, marcado por continuas complicaciones económicas, y ha estado en el filo de la navaja en varias ocasiones. Pero en esta, ha llegado al final de la singladura, según han confirmado a SUR diversas fuentes conocedoras de la situación del colectivo. Este periódico intentó recabar ayer una versión oficial por parte del Aula del Mar, aunque desde la institución declinaron hacer valoraciones hasta que se clarifique el escenario actual.
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En cualquier caso, las diversas voces consultadas coinciden en que el Aula del Mar cerrará sus puertas este año con carácter definitivo, tras más de tres décadas de actividad. Al parecer, la decisión no es nueva, y se remonta a una asamblea de socios que tuvo lugar el pasado mayo, y que acordó que el próximo 31 de diciembre dará por finalizadas todas las actividades que tenía comprometidas con las administraciones públicas y con empresas privadas. De momento, esta decisión ya ha llevado aparejado el cierre del Museo Alborania.
La maltrecha situación económica derivada de la pandemia, que supuso el cese de todas sus actividades y un Erte para sus 18 trabajadores, no ha remontado desde entonces. Al contrario, siguió agravándose en los meses sucesivos, en los que la entidad fue acumulando deudas. Entonces, se lanzó la campaña «Salvemos juntos el Aula del Mar», que logró un amplio respaldo institucional y de la sociedad civil malagueña.
El primero en mostrar su apoyo fue el Ayuntamiento de Málaga, con el que el Aula firmó un convenio que permitió la reapertura del museo Alborania y que los trabajadores dejaran el Erte. Con todo, las instituciones reclamaron a la entidad cambios drásticos en su estructura de gestión, para garantizar su estabilidad económica y organizativa a largo plazo.
El Aula del Mar suscribió un acuerdo con Promálaga y con el Colegio de Abogados, por el cual la primera llevó a cabo una auditoría económica y organizativa, así como una propuesta de gestión. Mientras, la segunda les asesoró sobre los pasos jurídicos necesarios para convertirse en una fundación.
Entonces, un informe puso de manifiesto una situación de endeudamiento grave, y se determinó que era necesario un acuerdo de los socios para el cambio de los estatutos, así como para contratar a un gerente externo e iniciar los cambios legales. Finalmente, una mayoría de los miembros rechazó seguir por ese camino, lo que desencadenó la citada asamblea general de mayo, donde la única salida que se vio fue la de iniciar el proceso de disolución.
Los socios alcanzaron el compromiso de finalizar todas las actividades y proyectos ya firmados, pero no emprender otros nuevos. En agosto, la mitad de los 16 trabajadores que quedaban en plantilla pasaron al desempleo, y la otra mitad lo ha hecho en el mes de noviembre.
Junto a la pérdida de los puestos de trabajo, la sede del Museo Alborania en el Palmeral, ya cerrada, volverá en breve a manos de su propietaria, la Agencia de Vivienda y Rehabilitación de Andalucía (Avra), dependiente de la Junta. Y también está en el aire el futuro del Centro de Recuperación de Especies Marinas Amenazadas (Crema), que lleva a cabo una labor indispensable para el rescate de animales, fundamentalmente delfines y tortugas varados en las costas de la provincia (incluso han tratado a varias focas a lo largo de su historia) y que, si ninguna institución lo remedia, ahora quedarán desasistidos.
Aún hay esperanzas: varios de los socios ya han mostrado su intención de emprender nuevos proyectos ambientales, según pudo saber SUR; si bien ninguno volverá a ser ya el Aula del Mar de Málaga, que quedará para siempre en el recuerdo como una de las mayores iniciativas de protección del Mar de Alborán que ha habido en la historia.
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