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La inclusión de trombos como efecto secundario «muy raro» de la vacuna de AstraZeneca ha encendido todas las alarmas. La ficha técnica del fármaco desarrollado por la Universidad de Oxford advierte de la posibilidad de sufrir «coágulos sanguíneos en lugares inusuales, como cerebro, intestino, ... hígado y bazo, en combinación con una disminución del número de plaquetas». A primera vista parece motivo suficiente para rechazar el suero británico, pero hay matices en esa primera lectura. A los efectos clasificados como «muy raros», los menos probables que contemplan las fichas técnicas de los fármacos, se les asigna una tasa de un caso entre cada diez mil personas, pero en realidad el porcentaje de trombos detectado hasta ahora en vacunados por AstraZeneca es mucho menor, de uno entre cada cien mil. Un vistazo a los prospectos de los medicamentos más populares confirma además que sus remotos riesgos no resultan una excepción. El Ibuprofeno, por ejemplo, puede asociarse «con un moderado aumento de riesgo de sufrir un ataque cardíaco o cerebral», según su propia ficha. También se han observado, asociados a este conocido fármaco, otros problemas como «edemas, hipertensión arterial e insuficiencia cardíaca».
Es algo habitual, y sin embargo nadie se toma un ibuprofeno o una aspirina pensando en hipotéticos efectos adversos, mucho menos letales. Lo explica Víctor Jiménez, catedrático de Microbiología de la Universidad Complutense de Madrid: «Cualquier medicamento que hay en el mercado puede causar posibles efectos secundarios graves tan frecuentes o más que esta vacuna». La píldora anticonceptiva presenta una tasa de riesgo de trombosis superior a AstraZeneca. En el caso de la marca Yasmin, los coágulos están incluidos como efecto secundario «raro», es decir, que pueden afectar a una de cada mil mujeres, un porcentaje mucho más elevado que el riesgo por vacunarse. Su prospecto, que especifica que los coágulos pueden producirse en piernas, pulmones, hígado, estómago o riñones, también incluye ataques al corazón, ictus y accidentes isquémicos transitorios como efectos raros.
El verdadero riesgo estos meses, insisten los especialistas, no se encuentra en el prospecto de las vacunas ni de ningún otro medicamento, sino en el aire. Y tiene un nombre: SARS-CoV-2. Este tipo de coronavirus, mucho más contagioso que cualquier otro, ha puesto en jaque al mundo entero, hasta el punto de suponer la mayor amenaza del último siglo contra la salud colectiva y el empleo. En Málaga, desde el inicio de la pandemia, ocho de cada cien casos confirmados han acabado en el hospital. La tasa de letalidad, el número de muertes que provoca entre quienes enferman, roza el dos por ciento. Por eso los expertos recuerdan la necesidad de colocar sobre una balanza riesgos y beneficios. El bioquímico y biólogo José Manuel Bautista, también catedrático en la Universidad Complutense y especialista en enfermedades infecciosas, considera que el pánico es innecesario: «No hay razón para que la gente tenga miedo a la vacuna de AstraZeneca. Es un alarmismo innecesario».
El Nolotil, el fármaco más vendido en España según el Observatorio del Medicamento, alerta de de una posible bajada de plaquetas en sangre como efecto secundario muy raro (uno de cada diez mil), además de otros riesgos como la inflamación de riñón, shock (bajada drástica de la presión arterial) e incluso la muerte por infecciones graves derivadas de la agranulocitosis (disminución severa de glóbulos blancos). Jiménez explica que es comprensible no reparar en los posibles efectos adversos de cada fármaco que se toma e incide en la necesidad de valorar los beneficios de la vacuna sobre sus posibles efectos adversos: «Hay que lanzar un mensaje de serenidad y explicar por qué se toman las decisiones, hasta qué punto hay peligro o si el beneficio es mayor que el riesgo».
También la Asociación Española de Vacunología mantiene que «los efectos de los fármacos que se están tomando para paliar los efectos secundarios de las vacunas son mayores o al menos iguales a los de la propia la vacuna». El Paracetamol, que «se puede utilizar como tratamiento profiláctico o sintomático para reducir posibles síntomas» de la vacuna, presenta efectos secundarios muy raros como trombocitopenia, que aparece en el prospecto del inyectable, pero también agranulocitosis y shock anafiláctico.
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