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Lo tenía claro porque había vivido algo parecido hace años. La malagueña Eva Martín Pardo ya estuvo tres meses en Honduras con una beca de cooperación internacional cuando estudiaba el último curso de Enfermería. Eso fue en 2022. Para empezar este 2024 quiso volver a ... repetir la experiencia, pero esta vez en Nigeria y con una duración de seis meses de la mano del Voluntariado Misionero Salesiano. Al principio no fue nada fácil: «Muy duro… Estaba preparada para encontrarme todo muy diferente, pero sentía que no encajaba del todo y fue duro, incluso me planteé irme. Ahora estoy agradecida por haber decidido quedarme», confiesa la joven de 23 años en una conversación con SUR. Y no miente, porque en su voz y sus palabras se puede percibir la ilusión y satisfacción de quien está viviendo una experiencia inolvidable, un aprendizaje para la vida.
Eva Martín llegó en enero con un primer proyecto en Akure, ciudad de Nigeria. Allí, en el centro de salud y otro juvenil de Salesianos, la enfermera malagueña ha estado desarrollando todo el inicio del voluntariado. «Por la mañana estábamos en el centro de salud y las tardes en el juvenil, donde teníamos la libertad de jugar y hacer talleres de lo que quisiéramos con los niños. Me ha sorprendido el día a día del personal sanitario que hay aquí porque, a pesar de tener muchas limitaciones en materiales y recursos, hacen su trabajo de forma impecable», confiesa la malagueña, que es la única voluntaria europea junto con Ana Lafuente, madrileña que está junto a ella en los proyectos de Salesianos.
El principio tampoco fue fácil al contagiarse de malaria. «Han sido dos veces, la primera vez estuve regular y la segunda sí que tuve fiebres más altas y estuve más débil. Pero al final todo bien, aquí lo tratan como un resfriado», asegura la malagueña. Pero ha sabido anteponerse a los problemas de salud e incluso ha buscado soluciones para las dificultades económicas de los nigerianos: «Hubo un tiempo en el que las cosas se pusieron mal con salarios mucho más bajos y los precios de todo subiendo. Mi compañera Ana y yo decidimos hacer una recaudación para aportar material escolar, ropa deportiva, becas educativas e incluso pudimos arreglar un parque», explica Eva Martín la recaudación, que rondó los 1.000 euros.
Hay muchas imágenes imborrables de su cabeza, pero una de ellas es lo que vio durante la celebración de un cumpleaños. «Estábamos en unas carpas con mesas en la calle y allí servían comida. La gente estaba sentada en las mesas y había niños que no eran del cumpleaños que se acercaban a coger las sobras, podían tener desde 3 hasta 6 años… Y allí tienen tan normalizada la pobreza que no les sorprendía, para ellos hacer dos o tres comidas al día es un auténtico lujo», reflexiona Eva Martín.
«Todo esto me hace pensar que cuando vuelva a España todo va a ser diferente porque los problemas son una tontería. Ahora tengo conversaciones con familia y amigos que me cuentan cosas que luego pienso que si estuviesen aquí ni se les ocurriría preocuparse por esas cosas», confiesa la malagueña. La realidad es que cuando vuelva a Málaga ya tiene claro lo que va a hacer: «Voy a Madrid a hacer un máster de cooperación para poder seguir haciendo proyectos y dedicarme a algo de esto trabajando en asociaciones y organizaciones. Siento que necesito ir más allá», concluye.
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