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«Amnistía, 'pa' tu tía...» Por encima de los pitos cuando se ha mencionado al presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, o a los líderes separatistas catalanes; y de los «¡Paco, Paco!», cada vez que se mencionaba al alcalde de Málaga (y fue en ... muchas ocasiones), este cántico, inventado y coreado por un grupo de amigos llegados de San Pedro Alcántara, fue el más original de cuantos se escucharon este mediodía en la plaza de la Constitución, durante el acto convocado por el PP contra los planes de indulto.
Y es que la concentración ha transcurrido en un ambiente muy festivo y familiar, sin incidentes reseñables (más allá de una señora que sufrió un desvanecimiento, aunque fue atendida rápidamente por los servicios de emergencia) y bajo un sol casi veraniego, acompañado por el calor de tantos cientos de almas juntas... Y apretadas.
Por medio, muchos grupos de turistas despistados, tratando de abrirse camino en medio de la muchedumbre por la calle Larios, y preguntando de qué iba todo eso.
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Entre las pancartas, algunas duras, como la que portaba una manifestante, manuscrita en Edding negro sobre fondo amarillo, y donde se podía leer: «Perro traidor». Pero también simpáticas y muy elaboradas, como la que portaba otro asistente, que, con una caja, se ha construido una minicelda tridimensional y ha colocado a Carles Puigdemont dentro, con la simple leyenda: «A prisión».
La envidia de la plaza era aquel que llevaba el paraguas con la bandera de España, pues le daba sombra para protegerse de los rayos que caían a plomo a mediodía. Y entre los grupos no malagueños, el más notorio el de los granadinos. «Sánchez, que te enteres, España no se trocea», se podía leer en un gran cartel. Según se iba pasando, la mezcla de acentos en los corros viajaba desde Sevilla a Córdoba, pasando por Cádiz y Almería.
La nota de color internacional de la protesta la puso William Olivares, presidente de la asociación Venemar (Venezolanos en Marbella), que llegó portando la bandera de su país y afirmó: «Vengo a apoyar la concentración para que España no caiga en las desgracias de nuestros países con regímenes socialistas».
Hacía tanto calor que más de uno buscó refugio debajo de las banderas gigantes de España y Andalucía que se desplegaron a lo largo de la calle Larios, y que actuaron a modo de coloridos toldos para muchos de los asistentes.
En cambio, no se vieron (o, al menos, este cronista no se topó con ninguna) banderas preconstitucionales ni otros símbolos de ese tipo; ni tampoco se escucharon apenas soflamas extremistas ni insultos. Al contrario, el ambiente fue en general relajado y festivo, con el único objetivo de mostrar el sentir de muchos malagueños de rechazo a los planes para conceder una amnistía política a los políticos separatistas catalanes ya condenados por la Justicia.
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