Espino, en su despacho, donde tiene el mismo volumen de papeles en la mesa que su jefe, el alcalde. p. R. Q.
La Casona del Parque

Y el colaborador...volvió

La casona del parque ·

El alcalde estuvo confinado 10 días por ser su contacto estrecho. Tras un mes de convalecencia, el director de Comunicación, Jesús Espino sigue 'Alive and kicking', que cantara Simple Minds

Viernes, 12 de febrero 2021, 00:34

Dentro de nada se impondrá eso de «que levanten la mano todos aquellos que han sufrido el coronavirus o que han tenido que confinarse a causa de un contacto estrecho que era positivo». En ese pasado lejano y cercano esta pregunta bien podría haber sido: ¿ ... Alguien fue al concierto de Queen en Marbella? ¿Al de Génesis en la Rosaleda? El coronavirus cercena las posibilidades de una vida hedonista al estilo de las 'new generations', influencers y youtubers y trae cuarentenas por doquier pese a no padecer la enfermedad en sí. Eso es lo que le ocurrió al alcalde Francisco de la Torre y a la edil de Fiestas, Teresa Porras. Confinados por terceros, que podría llamarse la película. Un cinta muy actual. La segunda porque su hijo enfermó de Covid cuando la visitaba en Navidades y el primero, el regidor, porque un colaborador muy cercano, de los que pasa varias horas con él al día, había dado positivo.

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El confinamiento no entiende de cargos. Su colaborador, un nombre que dejamos entre bambalinas, por aquello de las estigmatización que supone el maldito virus, ha vuelto esta semana a sus quehaceres con los pulmones limpios de la neumonía que le obligó a estar hospitalizado. El director de Comunicación, Jesús Espino, llenaba estos días su despacho con una sonrisa Covid free que no tiene precio. Que se le intuye por encima de la mascarilla cuando se le encienden los ojos. ¡Qué alegría que ya estés aquí!, le dicen. «Dentro de nada tenemos la webinar esa que aplazamos», que le comenta una de las ediles populares que le visita. Es la forma de decirle que se alegra de que ya esté activo, de que haya superado la enfermedad. No todos pueden decir lo mismo.

De repente, la ventana de la antesala de prensa se abre de par en par. Las corrientes para ventilar los aerosoles...ya saben. Y en la imaginación es como si se asomara a las montañas de Puerta Oscura 'Simple Minds' para cantar su 'Alive and kicking' (Vivo y pateando, que es como nuestro vivito y coleando). Ese que pregonaban cerca de las montañas de Catskill, en el estado de Nueva York, pero que bien podría haber sido en tierras escocesas, de donde es oriunda la banda originaria de 1977, el mismo año en el que nació Espino. Sin diminutivos. Así le llama hasta su mujer, como explicaba días atrás en las redes sociales.

Esta semana hubo de todo como en 'Sonrisas y lágrimas'. El portavoz de Adelante Málaga, Eduardo Zorrilla, que se va a una plaza de abogado en la Diputación y Espino, que volvió a donde lleva casi una década con de De la Torre. Una excepcionalidad larga y constante en un servicio en el que siempre hubo muchas idas y venidas.

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Estos días contaba su periplo superando su porción de la pandemia del siglo XXI. La pregunta: ¿Tuvo miedo? Piensa. «No, en realidad no, porque afortunadamente nunca tuve problemas para respirar». Su contacto estrecho con un familiar positivo fue el 2 de enero, el día 4 por la tarde se lo comunicaron y se aisló con su familia. Se hizo una PCR el día 5, pero dio un falso negativo. La enfermedad daría la cara el día 7 por la tarde, y el día 8 se confirmaba con otro test. «Cuando me lo dijeron pensé en las personas con las que había estado, las avisé, y en el alcalde, que por suerte no se contagió». Las mascarillas funcionaron.

El día 13, inusualmente tuvo una fiebre muy alta por la mañana, que solía llegar por la tarde, y le recomendaron hacerse una placa de tórax. Cogió su coche y fue al Clínico. Pensaba volver al terminar a su casa. Dos manchas en un pulmón. Ingreso. Seis días con dos compañeros en la habitación; el último volvía de la UCI, donde había estado fastidiado, intubado. «Desde el principio hizo esfuerzos ímprobos por estar activo. Nos hicimos amigos, y ahora tenemos una comida pendiente», como cuenta.

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Volvió a su casa en el mismo coche que aparcó cerca del Clínico, muy agradecido al equipo que le cuidó y al neumólogo José Luis Velasco. Pero aún estuvo diez días más confinado por haber salido de una planta Covid. Silenció su teléfono, que en estos momentos empieza a echar chispas de nuevo. «Qué rápido se entera la gente de que te has reincorporado». Se ríe.

Llevaba unos días andando y ejercitándose para intentar ponerse en forma, placa de sus pulmones en regla, y a trabajar. «A todo el que me lo encuentro se lo cuento. Esta tercera ola ha arrasado y lo hago para que se cuiden; esta enfermedad no es cualquier cosa. Bueno, seguimos«, dice mientras se despide. Se aleja con esa pisada de suela de goma inconfundible de los Camper de siempre, que le suele delatar por los pasillos. »Bienvenido«, se oye. Ha vuelto.

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