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En la retina de muchos el speaker (orador) de la Cámara de los comunes británica, John Bercow, quien gritaba 'order, order' cuando los diputados británicos ... se descarrilaban. Cuando se jubiló se había hecho tan famoso, memes incluidos, que Euronews le despidió así: 'Adiós al hombre que gritaba orden en medio del caos del Brexit'. Qué gran titular.
Lo más cercano que tenemos al speaker británico en Málaga es la Secretaría general del pleno, que la ocupa Alicia García Avilés. No se ha señalado por llamar mucho la atención de los concejales, y sí se le recuerda una vez en la que estuvo sembrada, todo hay que decirlo, cuando se celebraba el pasado 17 de junio de 2023 la toma de posesión de los concejales en el Ayuntamiento, en la que se elige al alcalde, y se encontró 32 votos en vez de los preceptivos 31. La cuestión, que se acabó salvando por la mayoría absoluta del PP, se debió a que un concejal popular, que algunos apuntaban a bien alto, había doblado dos papeles con los posibles alcaldes, Paco de la Torre y Dani Pérez. De tal forma, que al encontrarse el desaguisado dijo muy resuelta: «Podíamos estar un poquillo en lo que estamos, ¿no, alcalde? Hay que ver...». Imagínense las risas.
En fin, que había pasado desde que llegó, en diciembre de 2020, por tener perfil bajo, al menos de cara a la galería en los plenos, y el pasado, el martes, se explayó literalmente, como dicen ahora repetitivamente los adolescentes, pero aquí bien usado. Permítanme la licencia. Intentó meter en vereda al alcalde Paco de la Torre, pero no pudo.
Recordemos la secuencia. El sainete, vodevil, algarabía o esperpento que se montó con la votación de las dos mociones de Semana Santa del PSOE y Vox y la enmienda de Con Málaga para que no se procesionaran símbolos franquistas se quedaron en nada al pasar por el rodillo de la mayoría absoluta del PP, que las tumbó, pero las votaciones fueron literalmente de traca.
La culpa, irónicamente hablando, fue del portavoz socialista, Dani Pérez, que cuando acabaron de votar, dijo jocoso que Vox había votado a favor de la iniciativa socialista y de la enmienda de Con Málaga en contra de los símbolos franquistas. No cuadraba, ya saben, con el planteamiento de esta formación, y por si hubiera dudas, la viceportavoz, Yolanda Gómez, dijo muy seria lo siguiente a la bancada de la izquierda: «Mientras no se prohíban los símbolos comunistas, van a tener que aguantar los franquistas».
La viceportavoz de Vox rápidamente afirmó que era un error y pidió votar de nuevo. Entonces, Dani Pérez apeló a la secretaria del pleno, haciéndole ver que ya se había acabado ese punto y que iban a pasar al otro, que no tocaba. García Avilés, sin dudarlo, puntualizó que si por ella fuera sería como en el Congreso de los Diputados, una sola votación, «pero en el Ayuntamiento se ha permitido, que no lo estoy amparando eh, que por errores se vote hasta cuatro veces. Así que ustedes deciden», que decía con retintín.
De la Torre, que lo iba a permitir, era jocoso con Pérez: «Dese cuenta de que si no hubiese sido tan impaciente hubiese avanzado el pleno y no hubiese habido rectificación», que le decía riéndose mientras la bancada popular se desternillaba. La secretaría volvía a la carga: «Lo que debería imponerse es que se vote sólo una vez y el que esté atento, bien y el que no, mala suerte. ¿De acuerdo? (...). Sabéis que yo, la secretaria siempre digo que solamente una votación, pero unas veces por un grupo, otras por otro, y a veces, por el tercero, y otros por el cuarto (...)».
De la Torre insistía: «Yo no corrijo a la secretaria. Hemos procurado con sentido común que la gente se sienta cómoda con lo que ha votado. Vamos a repetir», mientras que García Avilés negaba con su cabeza: «Pues no, pues no». Por momentos, tocaba pensar en los dúos cómicos, que hay muchos y variados, porque la situación era del todo gloriosa. De esas veces que una va al pleno a trabajar y le montan una comedia gratis.
Se votaba a regañadientes de la secretaria general del pleno, que de repente tomaba la palabra: «Un momento, por favor, el señor Quero (socialista) no ha podido votar y está ahí votado, ¿quién ha votado por él? En la sala está, pero no ha podido apretar el botón. Vamos, un poquito de seriedad», que decía visiblemente enfadada. Subía la tensión como los decibelios en la discoteca.
El socialista Pablo Orellana le defendía diciendo que votaban así de forma habitual si un edil estaba en el salón de plenos (no fuera del mismo), y la secretaria negaba que hubiese sido así bajo su mandato. Podía la secretaria preguntarle a los plumillas, que han visto más de una vez cómo ediles que estaban sentados en la sillería (público) les votaban sus compañeros. Es algo común.
El vodevil era apoteósico. Diez minutos votando dos iniciativas, que se habían alargado durante casi una hora, y un debate que parecía de postguerra civil española, no de democracia medio siglo después. Mientras, De la Torre, se sonreía como si nada, con esa capacidad impresionante que tiene para que nada le afecte. Ni se inmutaba. Para colmo, Quero pedía repetir la votación. La secretaria ya no podía disimular: «Vale, pues ahora se repite, ¿no? Ya está bien».
El primer edil afirmaba que un voto menos no alteraba el resultado, pero finalmente resolvía repitiendo la votación. «En estas cuestiones prefiero pasarme por exceso, que pecar por defecto, para que los concejales se identifiquen con lo que votan». Se volvía a repetir, como exigía el alcalde presidente. En total, ni más ni menos que dos veces, no para beneficiar a los suyos, sino a Vox y al PSOE. Esa es la verdad. De la Torre le ganaba la partida a la secretaria general.
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