El antiguo cuartel de la plaza de Capuchinos lleva años sumido en una espiral de deterioro progresivo que amenaza con acabar con parte de un edificio que data del siglo XVII. Aunque no cuenta con protección arquitectónica, lo cierto es que este inmueble formó parte del antiguo convento de los capuchinos. Si nada lo remedia, acabará derribado. Ésa es la intención del Gobierno central (es propiedad de la Sociedad de Infraestructuras y Equipamientos Penitenciarios y de la Seguridad del Estado), que debido a las patologías que presenta ha descartado la idea de rehabilibarlo para que volviera a albergar dependencias del Cuerpo Nacional de Policía y ha iniciado los trámites para su demolición.
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Unos pasos que, tras conocer la noticia, pretende frenar el alcalde de Málaga. A través de un tuit, Francisco de la Torre ha anunciado que contactará con el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, para plantearle la necesidad de conservar el edificio o, al menos, la fachada. «Pienso que un edificio del siglo XVII, como el antiguo convento de Capuchinos, luego cuartel, debe conservar, sea cual sea su uso, los elementos esenciales de su arquitectura. Al menos, la fachada que define la imagen de la plaza», ha afirmado el regidor.
Este movimiento del alcalde se produce unos días después de que la citada entidad estatal haya sacado a concurso la contratación de los trabajos para el derribo integral del edificio, que albergó el centro de internamiento de extranjeros, por un importe de 1,2 millones de euros.
Tal y como informó este periódico, la administración central justifica esta decisión apoyándose en el «deficiente estado de conservación en el que se encuentran las distintas edificaciones del complejo, algunas en estado casi ruinoso, además de la pérdida de funcionalidad y habitabilidad de la instalación para el uso que tenía».
Aunque el inmueble carece de protección arquitectónica, lo cierto es que la Gerencia Municipal de Urbanismo ya remitió en febrero de 2016 un informe al Cuerpo Nacional de Policía en el que se concluía que las deficiencias que presenta el antiguo cuartel eran subsanables y se advertía sobre la necesidad de acometer reparaciones a la mayor brevedad posible para frenar su deterioro. Pese a ello, ese tratamiento preventivo no llegó a ejecutarse.
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