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El último pleno del curso político, al menos ordinario porque el alcalde Paco de la Torre casi siempre suele convocar de urgencia cerca de la feria, generalmente por modificaciones presupuestarias o alguna ordenanza, sacó a relucir una novedosa función que puso en marcha. Es cierto ... que como alcalde presidente da paso a los que toman la palabra, está atento a que no se excedan en sus intervenciones, «aunque siempre con flexibilidad», pero ahora ha sumado una nueva competencia que ha sido de lo más comentada en los pasillos del Ayuntamiento: cronometra los tiempos y los expone «para distensionar».
Por partes. El portavoz socialista, Dani Pérez, interpelaba al regidor para que interviniera, lo que finalmente conseguía, pero por último se quejaba de que lo había hecho más tiempo del reglamentario. «Un tema para que quede en acta», le decía Pérez cuando el regidor cerraba el turno de intervenciones. «Hemos cerrado el debate», le contestaba De la Torre. «No, no, si no voy a intervenir», puntualizaba el socialista indicando que el alcalde recriminaba los tiempos a los portavoces y había estado interviniendo cuatro minutos (el máximo es tres en primera vuelta). «Al final ha querido ser el último para decir muchas sandeces, muchas mentiras y muchas verdades a medias, y todo intentando que no se le pudiera responder», que le espetaba al primer edil.
De la Torre le respondía afirmando que era flexible, pero no al extremo de dejarle un turno adicional. «Sume usted por favor, si le gusta sumar, los minutos –seguía– los que usted se pasó del primer turno y del segundo turno, y el señor Sguiglia, y suma mucho más, que lo que yo me haya pasado en este tercer turno (el de cierre del equipo de gobierno). Súmelo, por favor, y luego me da el resultado de la diferencia» y terminaba diciendo: «Hagamos la cuenta luego». Y la hizo. Vaya que la hizo.
Después de una moción de Con Málaga con el objetivo de ayudar a los menores migrantes, que saltó por los aires en tensión y griterío porque Vox se dedicó a asociarlos a la delincuencia, De la Torre volvía a intervenir para «distensionar un poco el ambiente del pleno».
Indicó el regidor que había pedido a los miembros de la Secretaría General que le hicieran la suma de las intervenciones de los distintos concejales en las mociones urgentes de vivienda, de la que Dani Pérez se había quejado.
Dijo que el socialista ocupó 9,17 segundos, mientras que él y Pomares habían sumado 9,29 segundos, «prácticamente empatados. No estoy contando la cuarta intervención del señor Pérez Morales», que decía con guasa, en la que el portavoz se había quejado de los turnos y le había espetado al regidor que había dicho «muchas sandeces, muchas mentiras y muchas verdades a medias». «No la sumo (esa intervención) porque no fue correcta; si no sumaría más», que decía el alcalde sonriéndose.
De Nicolás Sguiglia dijo que había consumido 8,16 y Alcázar, 6,07 (su iniciativa no era urgente, y tenía una intervención menos). Finalmente, tras terminar el minutaje de los tiempos entre cierta algarabía de las bancadas, el alcalde dijo complacido: «El objeto era distensionar; y creo que algo lo he conseguido». Pues nada, después de 24 años como alcalde de Málaga y presidente del pleno, De la Torre ha innovado y ha sumado una nueva función entre sus tareas de ordenar la sesión: ahora minuta los tiempos y hace hasta ránking de intervenciones. Lo cierto es que no deja de sorprender.
Estuvo la portavoz de Con Málaga, Toni Morillas, afilando el sarcasmo en la iniciativa de Vox para cambiar las fechas de la reforma del mercado de Bailén, entre otras mejoras, en la que aprovechaba para decirle a la viceportavoz de Vox, Yolanda Gómez, que estaba desconocida porque defendía la participación ciudadana cuando el día anterior había despotricado de ella, concretamente diciendo que era la forma que tenía la izquierda de ganar lo que no habían ganado en las urnas con «chiringuitos». «Está usted haciendo señora Gómez un alegato en nombre de la participación ciudadana, cualquiera diría que ayer hizo el alegato contrario», que le decía Morillas jocosa.
Gómez en esta ocasión no le contestó y lo pasó por alto porque era demasiado evidente que Morillas había dado en el clavo, pero se la guardó para la siguiente con motivo de una iniciativa que llevaba Con Málaga para que hubiese un urbanismo sostenible en la ciudad, en la que Gómez le recriminaba a Morillas. «Sigue echando la culpa al turismo, que mantiene las arcas públicas de las administraciones, y permítame que le diga, muchos de los sueldos de que estamos aquí sentados», que afirmaba indicando que era el motor de Andalucía y daba cuenta de los ingresos que proveía a la ciudad. De donde salían los sueldos de los concejales, Morillas no dijo lo más mínimo, más bien se dedicó a otros menesteres y a poner el foco en el alcalde. El toma y daca de las concejalas.
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