Un nuevo chaparrón sorprende al dibujante en pleno Centro, como queriendo confirmar lo anunciado por los modelos meteorológicos en cuanto a un mes de diciembre ... muy húmedo. La proximidad del Palacio de la Aduana proporciona una excusa perfecta para un reencuentro con las estupendas colecciones del Museo de Málaga y la narración que realizan de la historia de nuestra ciudad desde su pasado remoto hasta la actualidad. Pero las salas del formidable caserón aparecen llenas de un público tan variopinto como interesado, de modo que el recién llegado se decanta por el disfrute de un raro placer: el terapéutico rumor de la lluvia en la galería superior del edificio, una lluvia antigua que cae pausadamente mientras el cielo oscurece. Pronto escampa; en ese momento se enciende el alumbrado del museo, trastocando el juego de luces y sombras que regía hasta ese instante. Pero para entonces el dibujo ya está terminado.
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