La comisión especial informativa Covid-19 tuvo un importante punto de mejora con la tasación de los tiempos, que si escasos a juicio del edil de Adelante Nicolás Sguiglia, al menos sí supuso un punto de inflexión en cuanto al orden a la hora de ... intervenir de los ediles y las proporciones, que se hicieron soporíferas el primer martes pasado de estreno. Esta segunda celebración, a las 13.30 horas, que en época de confinamiento es el momento en el que todo el mundo está preparando el almuerzo en sus casas por lo que el interés mediático disminuye ostensiblemente, quedó patente que la entente cordiale a la que habían llegado el equipo de gobierno y oposición con las lealtades y la actitud colaborativa se quedó en el intento. O en el desierto. Los de una bancada criticaron la gestión de la Junta, que cuando antes era la suya era magnífica y los de la otra pusieron en tela de juicio todo lo que hace el Gobierno y el mando único, que cuando era el de su partido venía siendo intachable. Dejaron patente que el 'y tú más' de los tiempos de la normalidad están volviendo. Y entre unos y otros, obviamente también pilló repaso el Ayuntamiento.
El portavoz socialista Dani Pérez le preguntaba a la alcaldesa accidentalSusana Carillo, que sí participaba y presidía en esta ocasión la comisión, qué cuál iba a ser el presupuesto que dedicara el Ayuntamiento de Málaga a la desescalada, y apuntaba que no se le podían echar las culpas al Gobierno de que Málaga se quedara en la fase cero porque ésta «es la fase en la que el presidente de la Junta, Juanma Moreno, situó a Málaga, como manifestó en sede parlamentaria». Demandó conocer si se le iba a pedir a la Junta un refuerzo en la plantilla sanitaria y si el Ayuntamiento iba a realizar tests a sus trabajadores. Carillo le contestó que, pese a que tiene una reunión todas las semanas con la delegada del Gobierno en Andalucía (Sandra García) aún desconocían los motivos de por qué Málaga se había quedado fuera de la fase 1 porque nadie lo había explicado y le habló del trabajo que viene realizando el Ayuntamiento en la FEMP para poner en marcha un fondo de reconstrucción de entidades sociales, uso del remanente presupuestario de los ayuntamientos o fondos de ayuda al transporte público. La socialista Alicia Murillo exigió también a Carlos Conde que gastara el 20% de los 48 millones de euros que puede usar del superávit y le pidió medidas para que se pueda aplazar el pago del IBI, a lo que el concejal de Economía le contestó que el plan de medidas fiscales posibilitaba que se quedaran más de 800.000 euros cada mes en el bolsillo de los malagueños y que querían a ir a más usando todo el remanente, una petición expresa de los más de 8.000 municipios españoles.
La concejala socialista María del Carmen Sánchez le pidió una comparecencia a la edil de Comercio, Elisa Pérez de Siles, para hacerle llegar la problemática de los comerciantes y saber si la concejala estaba trabajando en un plan para abordar a la siguiente fase. Pérez de Siles acabó dándole un rapapolvo a cuenta de que el Gobierno central pone en marcha decretos para que se apliquen pocas horas después de que se conozcan y que así los ayuntamientos no podían planificar su aplicación.
Por último, el concejal de Adelante Nicolás Sguiglia pidió conocer los planes de seguridad para evitar aglomeraciones así como las mascarillas que se habían comprado y tests que se habían realizado a la Policía Local, Bomberos y Protección Civil, ya que tenía constancia de que no se estaban haciendo bien las cosas. El concejal del ramo, Avelino Barrionuevo, le contestó que había adquirido 10.000 mascarillas FFP2 y 20.000 quirúrgicas le asestó un duro golpe al indicarle que haber estado fuera de Málaga más de un mes «le ha hecho estar fuera de la realidad» (estuvo de vacaciones en Argentina). Tomas y dacas, tiras y aflojas, lo que viene siendo la seda.
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