PPLL
Domingo, 21 de mayo 2017, 01:13
La sordera (o Diversidad Funcional Auditiva) es una discapacidad muy poco comparable a las necesidades educativas especiales que se pueden encontrar en las aulas. «La sordera es invisible», afirma Marisol Moreno. Aunque esto no quiere decir que no se pueda discernir cuándo nos encontramos con personas sordas, algo evidente en cuanto se les ve utilizando la lengua de signos. Pero el mayor escollo es «la realidad que envuelve a la sordera. En un centro educativo son aparentemente alumnos y alumnas como el resto», señala la profesora. Pero esta situación cambia radicalmente fuera de las aulas. La sordera tiene también una importante consecuencia en relación a la adquisición de conocimientos: son personas expuestas de por vida a aprender solamente lo que tienen intención de aprender. «No aprenden nunca de forma involuntaria», afirma Marisol Moreno. «Todas las personas, a lo largo de su vida, pueden oír lo que ocurre en su entorno aunque se dediquen a otra actividad, sin necesidad de escuchar. Sólo escuchamos cuando algo nos interesa, pero también se aprende mucho de lo que se oye al azar. Con la sordera el tiempo se dilata ya que las acciones son consecutivas, no simultáneas. No se puede prestar atención a una persona y escribir a la vez», explica la profesora.
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