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Foto antigua de la Alcazaba
Cuando la Alcazaba estuvo a punto de ser 'tragada' por el Puerto

Cuando la Alcazaba estuvo a punto de ser 'tragada' por el Puerto

El político malagueño Antonio Cánovas del Castillo, por entonces presidente del Gobierno, recibió a finales del siglo XIX la petición de que el monumento fuera desmontado para rellenar las escolleras del Puerto de Málaga, entonces en construcción

Ana Pérez-Bryan

Sábado, 6 de mayo 2017, 00:23

La idea, sin duda, puede llegar a ser considerada una barbaridad si se contempla con los ojos de una ciudad que hoy trata de cuidar su patrimonio, pero hubo un tiempo en Málaga, a finales del siglo XIX, en que se llegó a contemplar la posibilidad de que el 'relleno' de las nuevas escolleras del Puerto que entonces comenzaba a tomar forma se hiciera con la Alcazaba. Sí, como suena; aunque para contextualizar la sugerencia hay que conocer antes los cambios a los que se enfrentaba la ciudad desde el punto de vista de su fisonomía.

Corrían las dos últimas décadas del siglo XIX, con el Parque de Málaga tomando forma casi de manera paralela a la gran transformación de la zona portuaria: esta última requería de grandes cantidades de roca para completar sus escolleras y los promotores de este gran proyecto urbanístico necesitaban material más allá del que proporcionaron los derribos de la zona sur de la Alcazaba y el dragado del cauce del río Guadalmedina.

Por otra parte, la fortificación palaciega de época musulmana que hoy preside felizmente una de las laderas del monte Gibralfaro no era ni sombra de lo que representa hoy: durante casi un siglo, este monumento estaba 'enterrado' literalmente por casas adosadas a la muralla que formaban parte de un barrio marginal y que, con la transformación que afrontaba Málaga en aquella época, quedaba demasiado cerca de aquel espacio de modernidad y renovación. De ahí la petición de que todo aquello fuera derribado en beneficio de la ampliación del Puerto. Así lo confirma el periodista y apasionado de la Historia local Antonio Márquez, guía de una de las nuevas rutas de la empresa cultural Cultopía (www.cultopia.es) en la que se recoge esta curiosa historia que además tuvo nombre propio: Antonio Cánovas del Castillo, (Málaga, 1828-Mondragón, 1897), que en aquella época de transformación en su ciudad natal estaba al frente del Consejo de Ministros. Él se fue bastante joven a Madrid, y cuando llegó a la presidencia del Gobierno no era extraño que los prohombres de Málaga fueran a verle para hacerle sus propuestas, constata Márquez, quien trata de fijar de partida dos diferencias básicas sobre cómo funcionaban estas cosas antes y cómo lo hacen ahora: En primer lugar no existía ningún respeto por el patrimonio histórico y después eran habituales los contactos directos de este tipo entre personalidades importantes de la ciudad y Cánovas para plantear los asuntos que preocupaban en la ciudad.

Así fue como llegó hasta el presidente del Gobierno la idea de que se desmontara la Alcazaba para dejarla despejada y así rellenar la parte del Puerto que quedaba por construir, explica Márquez, quien añade el papel determinante que jugó el político malagueño en la construcción del Parque y en el impulso al Puerto. De su reacción a la petición sobre el monumento no hay constancia oficial -él mantuvo una actitud que no puede decirse que fuera de oposición, avanza el especialista- pero sí es un hecho cierto que Cánovas fue dilatando la decisión hasta que la empresa que realizaba estos trabajos finalmente encontró el lugar de donde extraer la roca para terminar los trabajos en el Puerto. En concreto, una de las canteras utilizada fue la del monte de San Telmo, que fue dinamitada en 1880 para extraer la piedra necesaria y que terminó por salvar la Alcazaba de Málaga.

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