Francisco Gutiérrez
Jueves, 23 de marzo 2017, 01:02
La profesora Pilar Alarcón impartía su clase habitual de Comportamiento de Mercados a los alumnos de primer curso del grado de Márketing de Mercados en la Facultad de Comercio y Gestión de la UMA. Carmen V.M. era una alumna más de los 60 estudiantes de este grupo, aunque estaba matriculada en un curso superior y tenía esta asignatura pendiente. A las 11.30 había comenzado la clase con la profesora Alarcón, que es de dos horas de duración. Sobre el mediodía, Carmen V.M., de 27 años de edad y natural de Ciudad Real, se sintió indispuesta, «estoy mareada», dijo a la profesora, según el testimonio de algunos compañeros cercanos a su asiento, pero «de inmediato se desplomó sobre la mesa».
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Desde unos bancos situados unas filas más atrás, A.M.B. no se dio cuenta de lo que sucedía hasta que la joven cayó desplomada. «Estaba escribiendo, tomando apuntes, y sólo me di cuenta de lo que pasaba cuando oí el golpe», comenta el joven, que prefiere mantenerse en el anonimato y pide que sólo se den sus iniciales.
La joven fallecida se encontraba más o menos en el centro de una bancada larga de asientos, y la reacción inmediata de los compañeros fue sacarla fuera y tumbarla en el suelo. «La cogí para sacarla fuera y los compañeros fueron apartándose para dejar sitio. En principio pensé que era un ataque epiléptico, pero en cuanto la tumbé en el suelo y vi que no respiraba supe que era una parada cardiorrespiratorio y comprendí la gravedad del caso», explica. Pero no era la primera ocasión que A.M.B. se enfrentaba a un caso así. Este joven de Torremolinos, de 19 años de edad, es voluntario de Protección Civil y en las playas de su localidad natal ha atendido varios casos similares, de personas en parada cardiorrespiratoria por ahogamiento.
«Rápidamente comencé las maniobras de reanimación, mientras la profesora llamaba al 112 y otros compañeros acudían en busca de ayuda», recuerda. Algunos compañeros se quejaron de la tardanza de los equipos de emergencia, pero desde el 112 se indicó que fueron 12 minutos los que tardó la ambulancia desde que entró la llamada en la sala de control.
Desde su experiencia, A.M.B. indica que «un desfibrilador nunca está de más», aunque advierte que «hay que tener unos mínimos conocimientos» para utilizarlo.
La autopsia realizada ayer en el Instituto de Medicina Legal de Málaga apunta a que la causa de la muerte fue de origen cardiaco, aunque el resultado definitivo queda pendiente de los estudios complementarios. La familia ha donado los órganos y tejidos que no han tenido que ser conservados a efectos de la investigación. A las 10.45 de esta mañana hay convocado un minuto de silencio en la facultad donde estudiaba.
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