Retrato de Tomás Rodríguez y Díaz Rubí.

Tomás Rodríguez y Díaz Rubí, un dramaturgo malagueño en el Ministerio de Ultramar

El político, periodista, poeta y autor teatral nacido en Málaga formó parte del último gobierno de Isabel II

Antonio M. Romero

Lunes, 26 de diciembre 2016, 00:26

Tomás Rodríguez y Díaz Rubí destacó como dramaturgo hasta el punto de que hay investigadores que destacan su contribución al desarrollo de las reformas teatrales del siglo XIX y su decidida apuesta por los dramas históricos de intención política, que son auténticos alegatos contra las corruptelas, nepotismos, conjuras, intrigas y luchas de intereses que minaron el poder de la monarquía isabelina; el malagueño compatibilizó su faceta como periodista, poeta y autor teatral con la actividad política, donde ocupó diversos cargos hasta que fue nombrado ministro de Ultramar, por el Partido Moderado, en el último gabinete de Isabel II en 1868.

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Poco tiempo estuvo Rodríguez y Díaz Rubí al frente de este departamento, ya que fue nombrado el 15 de junio de 1868 y fue destituido el 20 de septiembre de ese año, cuando la Revolución Septembrina, conocida popularmente como 'La Gloriosa', derrocó a Isabel II. Acompañó a la Reina a su destierro a París, desde allí trabajó por la Restauración y cuando ésta triunfó fue nombrado comisario regio en La Habana e intendente general de Hacienda en Filipinas. Por Real Decreto de 10 de abril de 1877 fue nombrado senador vitalicio; también fue vicepresidente del Consejo de Estado, cargo en el que se jubiló, relata el investigador Alberto Romero Ferrer en el tomo XLIII del Diccionario Biográfico Español, editado por la Real Academia de la Historia en 2010.

Nació Tomás Rodríguez y Díaz Rubí el 21 de diciembre de 1817 en Málaga en el seno de una familia acomodada; fue hijo de un comandante de Artillería Naval de ideología liberal, que fue perseguido por el régimen absolutista. En esta defensa a ultranza que su padre hizo de los ideales políticos ha de ubicarse la semilla de lo que más adelante se convertirá en la personal y decidida dedicación del dramaturgo a la actividad política, según recoge el investigador Víctor Cantero García en un trabajo sobre la figura del malagueño.

Estudió en Granada, en el prestigioso colegio de Santiago. Muerto su padre, en Melilla, regresa a Málaga, donde fue testigo del fusilamiento de Torrijos y sus correligionarios. Tras estos acontecimientos se traslada a Madrid y la familia pasa por momentos de apuros económicos; en ese instante aparece la figura del conde de Teba y Montijo, Cipriano de Guzmán, que actúa como protector del joven y lo coloca como trabajador en su archivo, que en aquellos años era punto de reunión de lo más granado de la sociedad madrileña.

Empieza en ese momento su carrera como escritor. Sus inicios fueron en la poesía, pero desde 1840, cuando se estrenó la obra 'Del mal el menos' se dedicó a la producción teatral, en la que enseguida se distinguió como un ágil escritor de libretos en los que cultivó dramas, comedias, juguetes cómicos, zarzuelas y piezas de género andaluz. Su producción en el género lírico destacó por sus colaboraciones con Basilio Basili o Francisco Asenjo Barbieri, según relata Romero Ferrer.

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También realizó colaboraciones en la prensa en medios como 'La Ortiga', 'El Clamor' o 'El Sur' -de este último fue director- y en el 'Seminario Pintoresco Español'. Fue director del Teatro Español, vocal en la Junta de Teatros y el 17 de junio de 1860 ingresó como académico en la Real Academia Española con un discurso titulado 'Excelencia, importancia y estado presente del teatro', al que contestó el académico Antonio Ferrer del Río.

Su obra dramática se enmarca fundamentalmente dentro de la comedia de costumbres, el drama histórico y el género andaluz, donde llegó a cosechar importantes éxitos y bastante fama literaria, que no sería ajena a su condición de hombre público, destaca Romero Ferrer, quien recuerda que Rodríguez y Díaz Rubí utilizó varios seudónimos, entre ellos 'Fray Tinieblas' y 'Trino Fuentes'.

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En lo que respecta a su trayectoria política, a partir de los 30 años fue diputado por varios distritos electorales. Su introductor en este mundo fue el conde de San Luis, entonces ministro de Gobernación de la reina Isabel II. Entre los distintos cargos que ocupó destacan el de director general de Beneficencia y Sanidad, de Correos y de Establecimientos Penales.

Tomás Rodríguez y Díaz Rubí murió el 13 de agosto de 1890 y así lo recogió la prensa de la época: Deja un nombre ilustre, una reputación intachable de honradez y gran humanidad, sus ideas e inclinaciones viven palpitando en las escenas de sus obras. No se le ha hecho uno de esos entierros de artificio, con oraciones, coronas de flores y marchas fúnebres en el teatro, sino una modesta, cariñosa y amistosa despedida, conforme a sus deseos.

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