

Secciones
Servicios
Destacamos
Ignacio Lillo
Domingo, 2 de octubre 2016, 01:36
Ya lo llaman «el arquitecto de los hoteles», porque su estudio está detrás de la recuperación del Miramar para un alojamiento de lujo y del rascacielos previsto en el Dique de Levante. José Seguí responde con sorna que en otros tiempos fue «el médico de las ciudades» y «el arquitecto carpintero». Y es que, según lo ve él, la profesión de arquitecto está más cercana a un oficio, que aplica sus métodos para cualquier obra. De una forma u otra, está al frente de algunos de los principales proyectos de la provincia, y eso levanta no pocas ampollas en la profesión.
-La Ciudad de la Justicia, el hotel Miramar, La Bajadilla y ahora el hotel del Dique de Levante. ¿Se considera un arquitecto estrella?
-No, en absoluto. Estar en estos proyectos, conseguidos todos ellos por concurso público, supone una gran responsabilidad profesional. Tenga en cuenta que nuestra estadística de acierto es del siete o el ocho por ciento, lo cual significa que para ganar siete concursos necesitamos perder noventa y tres, con lo que eso supone de costos y de trabajos que asumimos. Es un magnífico sistema de aprendizaje ya que analizamos nuestros errores para poder tener opciones de éxito en siguientes competiciones.
-Quiere decir que su estudio está pujando por todo lo que se mueve.
-Sí, por todo, es como un ejercicio, igual que usted en el periodismo, que igual me entrevista a mí que a cualquiera, esto es la profesión.
-¿Entiende los celos de algunos compañeros?
-Estamos acostumbrados a estas escalas de proyectos y a sus enormes complicaciones, y también a los debates que originan. La mayoría de ellos son proyectos muy mediáticos y parece como si estuviéramos acaparando demasiadas oportunidades profesionales. Sin embargo, nuestra captación de esos encargos está basada en el concurso público y en la búsqueda de las oportunidades para poder ofrecer soluciones a entidades financieras, que buscan también opciones de inversión. El encargo no existe, lo tienes que crear tú, a través de la búsqueda de necesidades y de inversores. El hotel del puerto ha sido una búsqueda de inversor, como lo fue el encuentro con José Luis Santos (presidente de Hoteles Santos, que promueve el futuro hotel Miramar) que apareció un día por el estudio y me dijo: «tú con tus costos y yo con los míos y vamos». Acaparar es quitarle algo a alguien, pero nosotros nos creamos nuestros propios proyectos. Sin olvidar la continuidad en ese esfuerzo constante para que cuando llegue esa oportunidad nos encuentre trabajando, como solía comentar Picasso.
-Ya hay quien lo llama «el arquitecto de los hoteles».
-Siempre he entendido que el ejercicio de la Arquitectura debería atender todas las escalas del proyecto. Es significativo que usted me anuncie como el arquitecto de los hoteles, así como en los años 90, que tuve la oportunidad de redactar varios planes generales y especiales, una compañera suya, también magnífica periodista como es Margot Molina, me anunciaba como «el médico de las ciudades»; o el recordado Santiago Amón, en mis comienzos profesionales de los años 70, me referenciaba en un artículo como «el arquitecto carpintero», con motivo de mis primerizas exposiciones en Madrid con diseños de muebles. Y quizás no sea tanto mérito mío, sino de la suerte de haber estudiado en aquellos años 60 en una Escuela como la de Madrid, en dónde grandes maestros de la arquitectura como Oiza, Moneo, Fullaondo, Vázquez de Castro y un largo etcétera me enseñaron a ser arquitecto total. Entiendo la profesión más cercana a un oficio que aplica sus métodos para todas las escalas del proyecto.
-Sobre el grupo Al Bidda, los inversores del hotel del puerto, ¿tiene plena confianza en su capacidad de llevar a cabo el proyecto?
-Sí, confío en ellos, han venido decididos a hacer la operación, hay un compromiso económico, han puesto dos millones de euros en depósito, los propietarios del fondo de inversión han estado en el lugar y la manifestación de ellos, pública y privada, es que quieren hacer el hotel. Es más, es que su gran preocupación es el tiempo que están tardando los actos administrativos para empezar. Además, el hotel es el principio de otras inversiones, es un grupo que han venido aquí porque la ciudad está que se sale.
-Explíquese.
-Esta actuación se plantea como consecuencia de un momento muy álgido de la ciudad, y son precisamente estas condiciones tan atractivas de su desarrollo económico, social y turístico las que han hecho posible que se fijen unos inversores para apostar por un proyecto de estas características. La situación del espectacular desarrollo turístico de Málaga con sus grandes museos, puesta en valor del puerto y atractivas ofertas es la principal razón de esta inversión. Este hotel plantea unos usos muy específicos que van a potenciar no solo la oferta de alta gama que tanto requiere la ciudad, sino también la actividad comercial de Muelle Uno y el Centro Histórico, aportando sus usos exclusivos de alta gama y lugar de encuentro de reuniones y convenciones para que grandes personalidades del mundo se asomen a Málaga y la conozcan.
-¿Cómo justifica la altura y el impacto visual que tendrá?
- Entiendo que la altura singular debe ser considerada siempre una excepcionalidad y por tanto obliga a justificarla, principalmente por su ubicación como referencia al paisaje de la ciudad y también por el uso singular. El recinto portuario, especialmente la plataforma del Dique de Levante, es un lugar idóneo para esta excepcionalidad, porque compite con las escalas de los grandes cruceros, las grúas portuarias, silos. que conforman el paisaje del puerto, así como el uso de hotel de alta gama que le confiere también esa excepcionalidad. Me atrevería a decir que resalta y adquiere su mayor protagonismo ante la aberración urbanística que se realizó en la ciudad con La Malagueta, mediante esta propuesta que intenta contrarrestar toda la negativa presencia de aquel desastroso desarrollo urbanístico en el perfil marítimo de la ciudad. Se podría haber ido a mayor altura, según los criterios del anteproyecto municipal, pero estudiamos y elegimos con rigor una que fuera capaz de relacionarse con la de los grandes elementos portuarios y, al mismo tiempo, que buscara las visuales con los elementos urbanos claves en el paisaje de este frente litoral, como son las cotas topográficas de la Aduana, Alcazaba y Catedral.
-Y su diseño, ¿a qué se debe?
-Hemos querido minimizar el impacto de la torre con una intencionada y discreta esbeltez de una planta elíptica y no precisamente circular, con tratamientos de defensa al soleamiento en sus diferentes fachadas, cosa que olvidamos con frecuencia en los edificios exentos. Es cierto que no ofrece la espectacularidad formal que algunos esperaban, pero huimos de la grandilocuencia, planteando un edificio que se integrara con tranquilidad y silencio en el paisaje de la ciudad y al mismo tiempo pudiera ofrecer una visión de modernidad tecnológica en su concepción formal, como ya nos ocurrió también en nuestro proyecto de la Ciudad de la Justicia. El fracaso de la arquitectura como espectáculo creo que ya se ha superado, recomendaría la lectura del trabajo periodístico de Llatzer Moix, 'Arquitectura Milagrosa', que deja al descubierto el fracaso de la grandilocuencia arquitectónica.
-¿Por qué eligió esa forma?
-Es una torre con un especial tratamiento de su piel de fachada, formalmente concebida para resistir mediante sus ondulaciones perimetrales los fuertes aires marítimos y protegiéndose mediante unas viseras que a modo de 'pamelas' van dimensionándose según la orientación de la elipse. Todo ello se conforma con esa imagen blanca y transparente como un nuevo faro que desea reflejar la modernidad a los grandes cruceros que llegan, en contraposición con esa imagen desgarrada de las torres adosadas que ofrece La Malagueta. La torre de Málaga no compite con la ciudad, sino que potencia su perfil marítimo planteando esa gran escala como referencia o hito del acceso desde el mar, como primera imagen de la pretendida modernidad de la ciudad, a través de las nuevas infraestructuras de ampliación portuaria mar adentro.
Minuto de gloria
-¿Qué le parece el debate que se ha generado?
-Me hubiera sentido bastante extrañado de que no provocara opiniones y debate tanto a favor como en contra. Que ocurra así es bueno y saludable, y lo contrario me habría hecho pensar que en algo nos hemos equivocado, al no haber podido transmitir el sentimiento y el objetivo de lo que proyectamos. Pero ello también exige cierto rigor en justificar bien las razones a favor y en contra, y en ese debate estoy seguro de que sacaremos conclusiones que sabremos incorporar a la propuesta, que nunca será la que uno habría hecho de manera personal o aislada (que es siempre la peor) sino la que obtenga el más amplio apoyo colectivo. En todo caso, nuestra torre ha estado muy supeditada a las limitaciones del lugar y su entorno, si no existieran estas limitaciones hubiéramos realizado otro proyecto. Diseñar el futuro como hacemos los arquitectos siempre es difícil y complejo, y más aún con actuaciones de estas características que tanto influyen en la ciudad que vives. Pertenezco a una generación que estamos acostumbrados a estos debates que considero necesarios, y por ello nada que oponer ni por supuesto contrariarme, sino todo lo contrario, facilitar y participar en ese debate tan necesario. Lo que no parece lógico es jugar a anular las ideas sin la responsabilidad de las correspondientes alternativas. Negar por negar, sin más o por el minuto de gloria particular, no parece que suponga un buen proceso de debate.
-¿Cree que las dificultades burocráticas son excesivas?
-No voy a descubrir ningún misterio si afirmo que nuestra administración pública se ha hecho muy complicada y excesivamente lenta. El grupo inversor Al Bidda, que promueve el proyecto, inició hace ya casi un par de años el concurso de concesión con su firme decisión de llevarlo adelante si alcanzaban todos los requerimientos legales. Si bien el proceso del concurso ha concluido siendo nuestro proyecto el seleccionado, aún queda la modificación puntual del Plan Especial del Puerto para encajar urbanísticamente esta actuación, precisamente por su excepcionalidad; el posterior paso por la Dirección General de Puertos para su aprobación, así como el definitivo Consejo de Ministros que es quien tiene las competencias reglamentarias para el uso hotelero en los puertos. Pensamos que los trámites podrían estar concluidos a mediados del próximo año para pensar en un razonable comienzo de obra para finales del 2017 y una terminación de las mismas para el año 2020. Tanto la empresa como nosotros como técnicos pondremos todo el empeño para que así sea. Por otro lado, la ciudad necesita avanzar hacia ese futuro que en estos momentos le han abierto una confluencia de oportunidades, que entiendo debería aprovechar para su desarrollo hacia esa modernidad a la que están jugando otras de sus mismas características. Transformar la ciudad en estos momentos de auge es una necesidad y una responsabilidad colectiva.
-¿Qué opinión le merece la situación del urbanismo en Málaga?
-Málaga se ha caracterizado históricamente por el impulso económico privado. Recordemos las industrias de las ferrerías del XIX, con una burguesía empresarial dinámica que consolidó su desarrollo en los siglos pasados, pero que también lo está haciendo en el presente. Estoy hablando de una ciudad con grandes expectativas de desarrollo, una característica que la distingue de otras ciudades y lo considero más una virtud que un defecto.
-¿Hacia dónde se encamina?
-Lo atractivo de la ciudad de Málaga es precisamente su futuro, y por ello se echa en falta una planificación que tenga en consideración su transformación, a través de proyectos estratégicos concretos. Quizás su asignatura pendiente sea su importante escala territorial, una vez superada la escala urbana que ya el Plan General del 83 resolvió.
-Para terminar, ¿qué tal van las obras de 'su' otro hotel, el Miramar?
-Es nuestra niña bonita en el estudio. Es el proyecto más querido y el más complejo que hemos realizado hasta ahora, por sus enormes dificultades en rescatar esta magnífica obra de Fernando Guerrero Strachan y rehabilitar los graves destrozos de anteriores actuaciones. Y también ha sido una gran experiencia de trabajo conjunto con la propiedad, especialmente con su presidente, José Luis Santos. Me visitó en el estudio una tarde de agosto sin más presentación que su deseo de ir juntos a por el concurso. Si se ganaba me encargaba el proyecto, y si se perdía yo corría con todo el riesgo de gastos del mismo. Nos embarcamos juntos en esta aventura que ya está llegando a su final. Y aunque sólo los arquitectos somos recordados como autores de las obras, en honor a la verdad José Luis Santos ha sido el gran artífice, por mantener ese equilibrio entre propiedad y nosotros, y su conocimiento del negocio hotelero le ha legitimado a ser también arquitecto del proyecto. Estoy seguro de que el resultado será una muy grata sorpresa para los ciudadanos.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.