Ignacio Lillo
Domingo, 7 de agosto 2016, 01:30
Queda menos de una semana para que arranque la que se dio en llamar «la gran fiesta del sur de Europa» y ya está casi todo preparado para recibir a miles de visitantes en sus dos escenarios, el Centro y el Real. Pero esta feria no será típica, sino más bien un punto de inflexión, por dos razones: tras el deterioro de imagen acumulado, que tocó fondo en la edición anterior, el equipo de gobierno municipal, junto a sus socios, Ciudadanos; los hosteleros y los peñistas se han unido para tratar de paliar el botellón y la juerga descontrolada. Se ha hecho una apuesta por la música en directo en las principales plazas del Casco Histórico y se ha mejorado la oferta de día en Cortijo de Torres, para tratar de atraer al público más joven hasta las casetas. Aun así, los agentes sociales, los vecinos y los grupos políticos mantienen discrepancias sobre el modelo de las fiestas de agosto. Tiempo habrá, a partir del día 21, de evaluar si las medidas han sido acertadas o, como plantea la oposición, hay que ser más drásticos en las soluciones.
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De momento, ajenos al debate, los turistas comienzan a llenar los hoteles, bien físicamente o en forma de reservas para entrar a partir del próximo viernes. Y es que, como dice Francisco Moro, vicepresidente de la patronal hotelera Aehcos y director del hotel MS Maestranza, entre el 80 y el 90% de la gente que llega estos días a Málaga lo hace por un motivo: «El que viene pide feria, tiene una aceptación muy alta de los turistas, que quieren pasarlo bien y son ajenos a las polémicas locales». El cliente es sobre todo nacional. En cuanto al nivel de las reservas, la ciudad ya está en cotas muy altas, a falta de la última hora: para el primer fin de semana (de viernes a domingo, porque el lunes es festivo) es ya del 97%. De lunes a jueves ronda el 87% y para el último tirón será del 95%. El precio ha aumentado levemente, en torno a un 2-3% más, aunque Moro aboga por no subir mucho, para evitar el rechazo de los clientes.
Carlos Perez-Lanzac, presidente de la Asociación de Viviendas Turísticas de Andalucía (AVVA), coincide en que los huéspedes estos días vienen atraídos por los festejos, que son, junto con la Semana Santa, el momento de mayor afluencia para los apartamentos turísticos de la ciudad. Los precios son asimismo los más altos del año (y esta edición han subido), sobre todo para el fin de semana de los Fuegos: «Hay mucha demanda y usuarios que repiten todos los años. También para los toros, muchos extranjeros llegan al apartamento con su abono». El grupo medio es de cuatro personas, con una estancia de casi siete días. De la potencia del destino en estas fechas da fe, de un lado, Airbnb, una de las web de referencia en este sector: al hacer una búsqueda para estas fechas, anuncia que sólo están disponibles el 2% de los alojamientos de la ciudad (por tanto, sería un 98% de ocupación). Y, por otro, el ranking que la página Homeaway realiza sobre los destinos preferidos de España, y donde Málaga aparece en la cuarta posición.
La oferta de alojamientos turísticos reglados en la capital supera ya las 13.000 plazas entre todos los tipos, según se desprende del Observatorio Turístico de la Ciudad y la estadística de apartamentos regularizados recientemente por la Consejería de Turismo. El año pasado hubo un 91,5% de ocupación y se rebasaron las 89.000 pernoctaciones.
Si buenas son las previsiones en los alojamientos, mucho mejores lo son en la hostelería. José Simón, portavoz de la asociación Mahos-Amares y propietario del pub Morriseys, es muy optimista, a tenor de la tendencia del verano, en el que se ha disparado la llegada de turistas y la vida urbana, a la vez que se va perdiendo el miedo al consumo. A su juicio, todo ello se verá reflejado con un crecimiento mínimo del 10%.
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Coincide en la lectura Juan Rambla, vicepresidente de la Asociación de Discotecas y Salas de Fiesta, quien se basa en lo ocurrido en otras ferias andaluzas para pronosticar una subida de la afluencia y de las ventas, tanto en el Centro como en el real. «Málaga está de moda, por lo que aquí el movimiento esperamos que sea superior», vaticina el empresario.
Lorenzo Baz va un paso más allá. El tesorero de la asociación y socio de varias salas del Centro y de casetas en Cortijo de Torres, explica que los montadores que han pasado ya por las fiestas de otras provincias hablan de incrementos del 25 al 30% en la afluencia de público, «y Málaga no va a ser diferente, porque es una de las que tiene un mayor volumen y esperamos a mucha gente».
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La cita concluyó el pasado año con un 10% más de beneficios y un impacto económico global de 49 millones de euros, lo que está todavía lejos de otras citas destacadas del calendario ferial español, como son la Feria de Abril de Sevilla, las Fallas o los Sanfermines.
Como ponen de relieve los datos y las previsiones de los agentes económicos, la feria de 2016 está llamada a ser un éxito, al menos en cuanto a afluencia de público y a consumo. Pero ¿qué modelo de fiesta quiere la ciudad? Aquí surgen las discrepancias entre los vecinos, los hosteleros, los grupos políticos y las peñas.
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Esther Ramírez, presideta de la asociación de vecinos del Casco Antiguo, es la más radical opositora al modelo actual. «La feria se debería concentrar en Cortijo de Torres», sentencia. «El año pasado fue un desastre, Málaga fue portada en todos los periódicos por hechos incívicos, no es agradable para nadie ni atrae el público que a la ciudad le interesa». Sobre las novedades, cree que va a ser «más de lo mismo: microbotellones en las plazas pero con música en directo. El ambiente no va a cambiar». Además, recordó que los residentes no han participado en las decisiones. «La feria se esta haciendo para los hosteleros, no para los vecinos», y advierte de que la música en los bares va a traer problemas porque muchos locales no están bien insonorizados, y tampoco hay policía suficiente para controlarlo todo. En cualquier caso, la dirigente vecinal reclama que al menos se le retire el apoyo institucional.
El presidente de la Federación Malagueña de Peñas, Miguel Carmona, también defiende el Real, pero se muestra ecuánime. A su juicio, la verdadera feria es la que se celebra en el Cortijo de Torres, aunque admite que el Centro tiene una personalidad propia, gracias a la «hostelería de calidad»: «Es una fiesta, pero no es la feria», asegura. En todo caso, es muy optimista respecto a las previsiones de afluencia este año a las casetas y agradece al equipo de gobierno municipal los esfuerzos para organizar actividades y mejorar el transporte en esta edición, para atraer al público joven tanto de día como de noche. Carmona recuerda que las peñas son protagonistas de este evento, con casi la mitad de las casetas «mantenemos la esencia», esgrime aunque no esconde que en los últimos años algunas se han dado de baja porque perdían dinero por la caída de ventas.
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Entre las filas de los empresarios, José Simón no rehuye la crítica sobre la situación que se vivió el año pasado en el Casco Histórico: «Mahos planteó al final de la pasada edición la necesidad de soluciones por la deriva del Centro, la mala imagen y la dejadez del Ayuntamiento. Temíamos por su supervivencia, y por eso hemos propuesto cambios y medidas para intentar redirigirla». En cualquier caso, es un firme defensor de este escenario: «La feria de Málaga sin el Centro no sería viable, tiene mucho futuro y estamos dispuestos a trabajar para que sea de calidad, admirada y envidiada».
Juan Rambla coincide: «Todo el público que tenemos estos días no cabría sólo en Cortijo de Torres, tienen que estar los dos recintos. No se trata de uno u otro, sino de que cada cual elija el ambiente que le guste e incluso en el mismo día muchos van primero al Centro y luego al real, o al revés». A su juicio, suprimir el botellón es imposible, porque no pueden competir con esos precios y porque mucha gente de fuera viene con esa idea. «Pero podemos ir creando una tendencia: estamos haciendo ofertas de hora feliz y tenemos que concienciar entre todos de que no se puede ir en chanclas y sin camiseta, por imagen y porque es peligroso».
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En la misma línea se expresa Lorenzo Baz: «Hay público para el Centro y el real, y son nueve días, tiempo suficiente para tocar todos los palos». Sobre el botellón, aunque reconoce que es muy difícil de combatir, sí propone regularlo, por ejemplo, con una zona acotada de la que no se pueda salir con bebidas.
En la Casona, la cita de agosto se ha convertido estos días en un motivo de debate, a raíz de las propuestas del equipo de gobierno para evitar los problemas de la anterior edición. Cambios que, como explica el alcalde, Francisco de la Torre, se plantean con la finalidad de mejorar este evento. «Queremos que recupere su espíritu tradicional, que no es fácil, pero esperamos que se acierte». El regidor hace un llamamiento a la responsabilidad, la educación y el autocontrol. «Hay que saber divertirse sin perder el control. Las medidas van en esa dirección».
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La concejala de Fiestas, Teresa Porras, destaca la participación de los agentes sociales implicados en su organización: «Se ha planificado una feria en el Real y en el Centro, donde se está intentando que la música sea en directo y que haya un ambiente tanto joven como familiar. Creo que vamos por el buen camino, porque todos (en referencia al Consistorio, los empresarios y los peñistas, que la acompañaron en la presentación de los actos en Cortijo de Torres) hemos puesto nuestro granito de arena». Y añade: «Se han puesto los mimbres para que salga bien, iremos corrigiendo lo que veamos necesario, pero a partir del día 12 ya es el ciudadano el que decide hacer su feria».
Alejandro Carballo es concejal de Ciudadanos, grupo político que ha apoyado al PP en la configuración de las nuevas propuestas. «Apoyamos los dos modelos, porque hay espacio y gente suficiente para llenar las dos ferias», declara. «Con estas medidas hemos intentado paliar la mala imagen, especialmente en el Centro, que es donde hay más críticas; limitar el botellón en la medida de lo posible y mejorar sin perjuicio para la hostelería». A la vez, Carballo recuerda que se va a potenciar el Cortijo de Torres de día y de noche. «Queremos igualar las dos, que sean dos alternativas para elegir».
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Entre los grupos de la oposiciónmunicipal se ven las cosas de otra manera. María Gámez, portavoz del PSOE, aboga por tomar «medidas contundentes»: «Somos defensores de la feria del Centro, pero de una que se parezca a lo que era en el principio, con sabor tradicional y familiar, no sólo hay que impulsar el real sino también cuidar el Centro». Entre las medidas más urgentes propone evitar la bebida en la calle, que «quita marca y añade inseguridad y desprestigio. No hay una estrategia clara contra el botellón, sólo medidas tibias».
«No vamos a renunciar al Centro, pero el objetivo es que tenga calidad y no cantidad», señala Ysabel Torralbo, portavoz de Málaga Ahora. A su juicio, ha faltado participación en la toma de decisiones y una mayor implicación de la ciudadanía: «Hay que contar con la gente joven para que se sientan protagonistas, y que quieren una feria del siglo XXI».A lo que añade: «Tenemos que mantener la identidad pero mirando hacia el futuro, con nuevas manifestaciones culturales». Torralbo propone explorar otras actividades, como cursos de sevillanas, malagueñas o verdiales, para «romper la dinámica de espectador de los asistentes. Con participación ciudadana saldrían muchas más ideas».
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En cambio, Eduardo Zorrilla, portavoz de IU-Málaga para la gente, se alinea claramente con las tesis de los vecinos y de los peñistas. «Nuestra propuesta es repensar el modelo, hay que apostar por el Real, donde se ha hecho una inversión muy importante, y el Centro debe quedar como algo secundario y recuperar la esencia, sin casetas ni barras de alcance y con más respeto a los vecinos». Para Zorrilla: «El Cortijo de Torres lo han hecho las peñas, los sindicatos, las organizaciones, es participativo y abierto, y se ha permitido la privatización, el subarriendo y la entrada de negocios de discotecas que desvirtúan ese carácter cooperativo y abierto. Queremos recuperar el protagonismo de las peñas y los colectivos».
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