José Manuel Alday
Lunes, 20 de junio 2016, 08:38
Fue algo así como la tormenta perfecta, porque se unieron una serie de elementos que provocaron una situación inédita. La procesión que tuvo lugar el sábado, día 11, con motivo de la coronación canóniga de la Virgen de la Soledad, que discurrió por numerosas calles del centro de la ciudad, hizo que la cera de las velas cayera sobre el pavimento, algo habitual y ya no únicamente en Semana Santa, sino a lo largo del año con motivo de las distintas procesiones que tienen lugar. A eso se le unió el lunes el fuerte terral que azotó Málaga, con temperaturas que rozaron los cuarenta grados, lo que convirtió la calle Carretería en una pista de patinaje para las motos, que fueron cayendo una tras otra debido a lo resbaladizo de la calzada al derretirse por las elevadas temperaturas la cera que había en el asfalto. Ignacio Carreras Valverde, uno de los accidentados, relata que circulaba por allí sobre las 14.45 horas con su Triumph Bonneville de 900 cc «a no más de 5 o 15 km/h» cuando se vio repentinamente en el suelo. «A mediados de la calle, al tocar el freno delantero, la moto salió por un lado y yo por otro», cuenta. Momentos antes de caer él fue testigo de otra caída cuando un scooter que estaba estacionado se incorporaba al tráfico rodado y su conductora se fue al suelo de forma casi inmediata cuando apenas había cogido velocidad y había recorrido tan solo unos metros. Pero la cosa no quedó ahí, porque según cuenta Ignacio Carreras, «cuando me estaban ayudando a levantarme, otro motorista cayó a los pocos metros y, además, se hizo bastante daño, porque la moto le cayó en el pie. Era de gran cilindrada, como la mía, y parecía que había sufrido una fractura », relata. Él corrió mejor suerte, aunque también sufrió algunas lesiones y la moto diversos daños. «Unos obreros que había en la calle nos dijeron que ya habían caído al menos siete motoristas en esa mañana en aquella zona», comenta, sin llegar a comprender cómo no se limpió la calzada la misma noche en la que tuvo lugar el recorrido procesional. «Al día siguiente, martes, sí limpiaron la calle con camiones cubas y la baldearon, pero eso lo debían de haber hecho antes», señala. Y es que, tras las sucesivas caídas producidas, llegó un momento en el que asegura que la Policía Local incluso impidió el paso por allí a las motos en vista de la reiteración de accidentes.
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La Policía Local se personó en el lugar de los accidentes y redactó atestados sobre los mismos, por lo que los afectados podrían formular una reclamación por lo sucedido para que se hagan cargo de los daños ocasionados tanto físicos como a sus vehículos. Una cuestión que, sin embargo, según algunos abogados, no siempre prospera al entrar en juego responsabilidad compartida tanto del Ayuntamiento como de la Agrupación de Cofradías que no siempre asumen. «Lo que no se debe es dejar abierto al tráfico rodado una calle en donde existe un riesgo evidente de que se puedan producir accidentes como los ocurridos», señala al respecto Ignacio Carreras.
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