Castro Tirado en el centro de divulgación científica Principia, en Málaga

Alberto Castro: «Quería ser médico investigador y con nueve años ya abría todo bicho que entraba en la cocina»

El astrofísico malagueño busca fondos para finalizar y hacer inteligente la red global de telescopios que impulsa desde 2009

José Vicente Astorga

Domingo, 19 de junio 2016, 01:06

Acaba de ingresar como miembro de la Academia Malagueña de Ciencias hablándole al auditorio de la mirada del hombre que hizo Menga por un firmamento que no era igual hace seis mil años. Su inquietud es indagar qué ocurre ahora en el cielo oscuro, su vida desde que se hizo físico, y sobre todo, tras convertirse desde el Instituto de Astrofísica de Andalucía en impulsor de proyectos que implican a veces a los dos hemisferios. La red de telescopios robóticos BOOTES, que impulsa desde 2009, es un objetivo siempre vivo, para el que también busca financiación, mientras en otras iniciativas, como la de detección de basura espacial, alquila a cambio de dinero para investigar.

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No siempre la astrofísica llega a todas las portadas, como este año: ondas gravitacionales, hallazgo de casi 1.500 nuevos planetas...

En el caso de las ondas gravitacionales estamos ante una nueva era de observación del universo. De percibir sólo gracias a las ondas electromagnéticas a la física de neutrinos. Acaban de darles el premio Shaw a los tres científicos norteamericanos que propusieron el experimento. Tienen muchas papeletas de que les den el Nobel. Mi grupo participó en tareas de seguimiento, y la única imagen del cielo en el momento en que llega la onda gravitacional a la tierra la tenemos nosotros. Fue el 14 de septiembre. Era de día en España, y de noche en el Pacífico. Nuestra red de telescopios robóticos, que toma imágenes del cielo cada minuto, nos permitió día siguiente mirar en nuestro archivo de imágenes y la única era la nuestra. No se ve nada anormal, pero eso confirma algunas teorías de que esas ondas no están asociadas a una gran emisión óptica.

¿En qué va a cambiar la capacidad tecnológica de observación el hallazgo de las ondas gravitacionales?

Nos confirma que hay más fusiones de objetos muy masivos de las que pensamos, como la de estos dos agujeros negros, cada uno equivalente a una treintena de masas solares. Ahora estamos en un momento inicial, pero los nuevos proyectos, entre ellos un satélite, el Lisa Pathfinder, de la Agencia Espacial Europea, recogeremos más fenómenos de este tipo. Tenemos que afinar más la posición porque la zona de incertidumbre del cielo de donde viene ese fenómeno es vastísima. Identificar zonas activas o ver ese objeto en otras manifestaciones ópticas, ultravioletas, infrarrojos, radio ahora es imposible. Sólo es el cinco por ciento del cielo. Se nos abre una nueva ventana del conocimiento del cosmos. Cuantificar población de objetos, cada cuanto tiempo se producen...

El telescopio Kepler ha tenido mucho que ver en el reciente descubrimiento de casi 1.500 planetas, pero se jubila dentro de poco.

Sí. Ha duplicado de una tacada el número de planetas conocidos. Son planetas mayores que la tierra, algunos en la zona de habitabilidad, a una distancia de su estrella que, si existe agua, puede haber formas de vida como aquí la entendemos. La misión europea PLATO va en esta línea, en colaboración con proyectos en tierra como, en Calar Alto, en Almería, donde el equipo Cármenes nos va a ayudar mucho, con su espectrógrafo óptico de infrarrojos del CSIC y el instituto de astronomía Max Planck, de Heidelberg. Desde 1984 tiene allí el telescopio mayor de la Europa continental, de 1,5 metros. En Chile se está construyendo el extremadamente largo, ELT, de 39 metros de diámetro.

Ese es uno de los países donde buscan dinero para ampliar el proyecto de la red BOOTES.

Sí. En noviembre completaremos la red en el hemisferio norte, y le ganamos la partida a Rusia y EEUU. Nos queda Sudáfrica, para la que tenemos financiación, y Chile, que es la guinda.

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¿Son caros en función de los resultados que pueden aportar?

No. Para el de Chile necesitamos unos 150.000 euros. Hasta ahora, Gobierno español y junta, han aportadla parte principal. También está el soporte de países. En China, en 2012, tuvimos una gran repercusión.

O sea, es usted el hombre del telescopio pero también el del maletín para buscar fondos.

Claro. Redacto proyectos, no pedimos millones de euros, visito fundaciones bancarias pero... completar la red es importante para la tecnología española.

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Y también monetizar la astrofísica, como diría el otro

No hemos tenido más remedio. Hemos ofrecido el 20 por ciento del tiempo del telescopio, en México, Nueva Zelanda, y el que vamos a instalar este año en Sudáfrica, al Gobierno español para un programa de detección de basura espacial, a través del CDTI en colaboración con una empresa malagueña, DHV. Es un programa muy importante de la Agencia Espacial Europea. Desde el 1 de enero, se trata de servir datos, y esos recursos nos permiten mantener la gente. Nos tentaron los rusos, pero es un tema político, y no.

Trabajar entre países en el tema espacial es más fácil que en otros ámbitos. No se deja de avanzar.

Los nuevos proyectos requieren de contribuciones: Kepler, marte.. Nosotros trabajamos también en misiones espaciales. A nivel de la red estamos siendo autosuficientes, con liderazgo, celebrando congresos de astrofísica y robótica, como el de Málaga, que es referencia mundial, cada dos años. En 2017 era el quinto, pero el potencial y el entorno de crisis no cuadran. Hay un proyecto, el Gloria, destinado a ciudadanos de a pie, para que puedan manejar una hora al día un telescopio situado en cualquier país desde su casa. Mientras aquí es de día allí no. Era y es hacer ciencia ciudadana, y estoy esforzándome para que no se pierda. Fueron 2,5 millones de euros, y una red de 14 telescopios que puede tener un diez por ciento de uso ciudadano. Quiero que esa parte de BOOTES se abra a países en vías de desarrollo.

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¿De mayor quería ser astrofísico?

No. Quería ser médico dedicado a la investigación. Todo bicho que entraba en la cocina lo abría, sobre todo el aparato digestivo. Quería ser médico investigador con nueve años. Tenía mi microscopio. De hecho, mis padres compraron un local para que si lo de la investigación del niño no iba bien, al menos pudiera vivir de la consulta. Con 13 años pedí un telescopio. Les dije que me estaba haciendo polvo los ojos con el que tenía y que como no era muy callejero, ese dinero...le hablo de un microscopio que hace 30 años que costaba 250.000 pesetas, y que ahora sigue valiendo igual. Ahora me da reparo. Estuvieron pagándolo a plazos varios años. Mi deseo de ser astrónomo iba a más y luego he ido por libre en mis líneas de investigación en los campos donde creo que he podido aportar.

Su gran hallazgo es el microcuásar GRS195+105.

Sigue siendo el agujero más masivo de nuestra galaxia. Estaba en Crimea, un 15 de agosto, y en el campo de los objetos compactos es uno de los hitos. Espero que haya alguno más que podamos detectar con los proyectos que tenemos entre manos. Una de las razones de venir frecuentemente a Málaga es el proyecto con el departamento de ingeniería y sistemas de la Escuela de Industriales, donde tenemos una unidad asociada al CSIC. Hacemos un planificador inteligente para la red de telescopios. En función de las indicaciones de observación de un tipo u otro de objeto o fenómenos ordenamos a los equipos en todo el mundo también en función de las condiciones de observación de ese momento en cada lugar. Es una gestión centralizada para la detección de cualquier cosa nueva que aparezca en imagen. Un sistema coordinado e inteligente. No hay ninguno todavía. No hay otro proyecto de observación del cielo, un vigilante del cielo siempre atento al cielo nocturno. Una cámara y un telescopio que reacciona en segundos y transmite la alerta al móvil. Ya no tendré que dar saltos al teléfono. Podré mirar y ver qué está viendo el telescopio. El proyecto es precioso por la ciencia que vamos a empezar a dar ya. Está a punto de caramelo...varios meses por problemas de contrato de personal científico.

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¿Y cómo es que todo esto no lo han hecho antes los americanos?

Quizás porque los españoles somos más ocurrentes. Ya lo hacen, pero nosotros tenemos el liderazgo. Nuestro equipo es precario, pero con muchas ideas. Ni financiación ni contrato. Aquí somos diez en presupuestos y personas, y cien allí. Es difícil

Se ve que si la astrofísica fuese negocio la harían los bancos

No es un gran negocio, no. Tenemos patentes. Yo, por ejemplo, tengo tres en mejora de los equipos de observación. Una, la primera del IAFA después de 25 años de historia, es una cámara que capta imágenes cada minuto, gracias a un software. Era el sistema más sensible de observación nocturna hasta la fecha. Siempre cuento que gracias a él, en 2006 supimos que lo que causó alarma en Málaga, Granada y Cádiz, algo parecido a la explosión del Columbia, fueron restos de un satélite militar. La única imagen de aquello, visto y no visto, fue gracias a ese sistema. Otro sistema es el espectrógrafo que analiza la luz de ciertos fenómenos y que nos permite analizar composición química de estrellas. Lo que más nos interesa son los destellos de los rayos gamma, que llegan a la Tierra después de diez mil millones de años. Son como el llanto de un agujero negro recién nacido. Cada día, en dos o tres remotas galaxias, ocurren. Una estrella masiva colapsa como agujero negro y lanza dos chorros de luz, opuestos, como un faro que en ese instante tienen más energía que todo el universo.

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¿Vivió un ambiente científico en su familia?

No. Mis padres no pudieron estudiar por falta de medios, pero a él le ha gustaba la tecnología y mi madre siempre tuvo inquietudes. La música clásica y los libros no han faltado en casa. El mediano de mis hermanos es arquitecto técnico y el menor, arquitecto. Ahora soy su codirector de tesis, en la que investiga sobre la arquitectura de los diferentes observatorios astronómicos a nivel mundial. No se había hecho nada antes igual.

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