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Guías caninos de la Guardia Real y de la Policía Local
Guardias locales, policías reales

Guardias locales, policías reales

Diez soldados de la Guardia Real realizan una patrulla conjunta con la Policía Local de Málaga por la zona de Gibralfaro y el entorno de los museos

Juan Cano

Domingo, 24 de abril 2016, 02:17

Su presencia en las calles de Málaga no pasaba inadvertida. «¡Mira, la Guardia Real!», comentó una chica al verlos. «¿Llevan perros-policía?», preguntaba la joven, sentada en la terraza de un bar de la calle San Agustín. «No, son perros-bombero», le respondió con sorna una amiga. Se referían a Lobo y Moi, un pastor belga malinois y un pastor alemán entrenados para «seguridad y combate» y «detección de explosivos». Que nadie se alarme. No iban tras una amenaza concreta. Están en Málaga desde hace una semana dentro del programa de ejercicios de instrucción con el que también se busca divulgar el trabajo de la Guardia Real, una representación de las Fuerzas Armadas al servicio de la Corona con más de 500 años de antigüedad.

El miércoles por la tarde, la Sección de Guías de Perros acompañó a la Policía Local de Málaga de patrulla por la zona de Gibralfaro y el entorno de los museos. El objetivo, «aprender de ellos y compartir e intercambiar conocimientos», afirma el teniente Fernando Carrasco, que manda la sección, un virtuoso de la comunicación que a los 27 años, tras un revés de la vida, abandonó su carrera como publicista, siguió su verdadera vocación y se alistó en el Ejército como alférez de complemento. «Quería ser paraca», confiesa al referirse a la que fue su unidad «madre», la Armada de Infantería de Paracaidistas.

La Guardia Real, a la que se incorporó hace cinco años (ahora tiene 40), es el brazo de las Fuerzas Armadas al servicio del Rey y está integrada por 1.500 soldados, de los cuales 550 se han repartido esta semana por toda la provincia de Málaga para los ejercicios de instrucción. La inmensa mayoría sólo un pequeño cupo de tropa del Ejército del Aire puede acceder desde la calle ha llegado a la Guardia Real desde cualquiera de los tres ejércitos por libre designación y tras superar un proceso de selección, lo que lo convierte en un Cuerpo de élite. Su misión: «Trabajar para la Familia Real, dar seguridad y rendir honores al Rey y a los jefes de Estado».

En la ronda por las calles de la capital se desplegaron 10 miembros de la Sección de Guías de Perros de la Guardia Real y 11 efectivos de la Policía Local, seis de ellos del Grupo Operativo de Apoyo (GOA) y otros cinco de la Unidad Canina. El teniente Carrasco, que por la mañana había participado junto al GOA en un simulacro de detección de explosivos y drogas en la antigua prisión provincial, en la barriada de 4 de diciembre, destacó el «alto nivel de instrucción y coordinación» de los agentes locales. El ejercicio: «Asalto y registro en entorno hostil con personal violento».

La tarde transcurrió sin elementos hostiles ni incidentes, salvo una china de hachís que detectó Urko, un pastor alemán de la policía malagueña, a un par de jóvenes que iban a compartir una litrona en un mirador de Gibralfaro, y tres maletas sospechosas que alguien olvidó en la puerta del hostal Venecia, en la Alameda Principal. Cholo, otro de los perros de la Unidad de Guías Caninos de la Policía Local, comprobó que no había drogas ni explosivos. Sólo contenían un buen puñado artículos falsificados.

El día a día de su sección se reparte entre el entrenamiento y los servicios a la Corona «de los que comprenderá que no puedo dar detalles», siempre dentro de una «búsqueda constante de la excelencia», la palabra que más se repite en una conversación con un guardia real. En la unidad de Guías de Perros, el ejercicio físico de los soldados se combina con el adiestramiento de los canes, a los que se exige un alto grado de obediencia. «Tienen que ser fuertes física y mentalmente, no buscamos caimanes ni pirañas», aclara el teniente.

De los 56 perros de la sección la mayoría son pastores alemanes y belgas malinois, «dos razas policiales con la cabeza bien amueblada que además tienen una capacidad olfativa brutal», indica Carrasco. «También añade nos llegan donaciones», como con un perro de caza que les regaló el rey emérito Juan Carlos y un pastor búlgaro que les dio la reina Sofía. Aunque sólo adiestran perros para detectar explosivos y también para seguridad y combate, sus guías, los 36 soldados de esta unidad, que pueden tener asignados tres o cuatro canes cada uno, también se han formado en drogas, búsqueda y rescate. «Los perros que traen son una maravilla buscando explosivos, tienen fama de ser los mejores de España», apunta el jefe del GOA, Antonio Quintanilla.

Los canes son seleccionados y se adquieren expresamente para la Guardia Real, «aunque te puedes gastar mucho dinero y eso no garantiza que sea bueno», apostilla el teniente. La clave, además de la genética del animal, está en el adiestramiento. El tiempo medio de servicio es de ocho años, a partir de los cuales se les puede jubilar siempre que se justifique la pérdida de cualidades. «Todos son adoptados por nuestros guías o sus familiares, queremos que tengan un retiro dorado», dice el teniente. El más longevo, Argos, aguantó 13 años en la sección. Esther González (32 años), que es la guía de Lobo y una guardia real de vocación «desde niña siempre había soñado con esto», asegura que se les coge «muchísimo cariño a los perros» con los que trabajan diariamente. «Son unos compañeros más de la sección», concluye.

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