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Numeroso corredores foráneos participaron en la prueba.
La última carrera de Ole, el danés que murió tras correr el maratón de Málaga

La última carrera de Ole, el danés que murió tras correr el maratón de Málaga

El corrredor fallecido tras la prueba acabó en el puesto 118 de los veteranos

Ángel de los Ríos

Viernes, 11 de diciembre 2015, 01:05

Ole S. H. tenía 53 años y era aficionado al running, término acuñado recientemente para lo que toda la vida se ha llamado hacer footing o, sencillamente, salir a correr. Fue uno de los 3.700 deportistas que el domingo salieron del Paseo del Parque para recorrer los 42 kilómetros del Maratón Cabberty Málaga, que terminaba en el mismo punto de la salida. Ole lució el dorsal 2591. Sería su última carrera.

Completó la prueba a buen ritmo, a una media de 5 minutos y 21 segundos el kilómetro. La primera mitad del recorrido, el medio maratón, bajó incluso de 5 minutos el kilómetros, según los tiempos registrados en la página oficial de la prueba. Luego llegó eso que los corredores llaman el muro, a partir del kilómetro 30, y perdió ritmo. Aun así, llegó a la línea de meta con un crono (real) de 3 horas y 45 minutos, en el puesto 118 de la categoría de veteranos. Era una buena marca, aunque la de París, en abril del año pasado, la hizo en seis minutos menos.

Al terminar el maratón, el danés Ole S. H. nació en Gentofte, una ciudad de 75.000 habitantes situada en el área metropolitana de Copenhague se fue a descansar al apartamento que había alquilado por unos días junto a una familia de compatriotas matrimonio y dos hijos con la que viajó para participar en la prueba deportiva.

A las 14.45 horas del domingo, una compañera de apartamento de Ole se asomó a la ventana y, en un torpe español, gritó: «¡Socorro, se está muriendo!». Justo debajo, en la calle, estaba Anca, una camarera de un restaurante cercano que había salido a fumarse un cigarro en su hora de descanso. La plaza de la Merced lucía como en esos grandes domingos de invierno. Se respiraba Navidad, el sol calentaba lo suficiente para que el cigarrillo supiera a gloria. El contraste con algunos que venían rotos del otro gran evento del puente, la Maratón de Málaga.

Las terrazas se revolucionaron. Anca, que terminaba de hablar con su novio por teléfono, colgó y subió corriendo por las escaleras. Sólo un piso. Entró y encontró a un grupo de extranjeros, daneses, que apenas hablaban español. «No podían ni llamar a urgencias relata Anca, sólo gritaban asustados». Confusos mientras su amigo yacía en el suelo. «Estaba todo lleno de sangre, parece que cayó al suelo y se debió dar un golpe o algo». Había restos de vómito junto a él. «No sé si eran suyos o de los que le acompañaban». Sucedió todo muy rápido. «Los servicios de emergencia entraron e intentaron reanimarlo un largo rato».

Cuando los sanitarios certificaron la muerte de Ole, la familia que lo acompañaba bajó a la calle. «Iban casi desnudos: descalzos, sólo cubiertos con las mantas», recuerda Pablo, compañero del restaurante de Anca. «Estaban petrificados, sin saber qué hacer ni qué decir, nosotros tampoco podíamos hacer mucho», añade ella.

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