Grava aplicada sobre uno de los caminos junto a los brazos del río que es frecuentado por viandantes y ciclista

Los malagueños redescubren el paraje de la desembocadura del Guadalhorce

La mejora de los senderos con una capa de grava facilita el paseo andando o en bicicleta junto a los brazos del río y atrae a numerosos malagueños a la zona

Jesús Hinojosa

Domingo, 13 de diciembre 2015, 00:45

Es miércoles y son las once y media de la mañana. No parece que sea el momento más idóneo para encontrar a algún aficionado a las caminatas o a la bicicleta en los senderos que se habilitaron años atrás en el paraje natural de la desembocadura del Guadalhorce para que pudiera ser transitado por los malagueños. Error. El trasiego de ciclistas, corredores y peatones es incesante por los caminos de este pulmón de Málaga situado al borde del mar y en el extremo occidental de uno de los distritos más poblados de la ciudad. Miles de malagueños lo han redescubierto como lugar de esparcimiento para cualquier día de la semana. Un buen precedente de lo que puede suceder con los parques previstos en los cercanos suelos de Arraijanal y el campamento Benítez, promovidos por la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento, respectivamente.

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Óscar San Laureano es uno de los habituales del paraje. Este gaditano afincado en Málaga desde hace cuatro años lo recorre siempre que puede en bicicleta, provisto de la vestimenta adecuada para esta práctica deportiva. «Antes los carriles estaban fatal y no venía mucha gente, pero desde que han echado grava y han acondicionado mejor los senderos viene mucha gente por aquí a dar vueltas con la bici, incluso en los días de diario», explica Óscar, quien destaca que se trata de una zona de esparcimiento bien conservada que se ha convertido con el paso de los años en un lugar idóneo para hacer deporte y pasear. «Han hecho miradores de piedra junto al mar e incluso zonas para pescar. Mucha gente no lo conocía, pero cada vez se corre más la voz y ya son muchos los que vienen los fines de semana», añade.

Sin coches, menos basuras

Desde la Consejería de Medio Ambiente confirman que las mejoras efectuadas en los últimos meses se han centrado en el arreglo de los caminos con la mencionada capa de grava blanca y en la construcción de algunos muros de mampostería para evitar la entrada de turismos. «Esto ha disminuido considerablemente el nivel de basuras que se acumulaban en la zona», apuntaron las fuentes consultadas.

Isabel Guillén, vecina de La Luz, lleva a sus perros casi todos los días al paraje de la desembocadura del Guadalhorce. «Es un pequeño desahogo en la rutina del día a día, un plumoncito que tenemos en Málaga y que hay que aprovechar», señala. Hay veces que utiliza el coche para llegar hasta las inmediaciones del parque y otras que viene andando desde su casa. «Ya hay muchos ciclistas y deportistas que saben que la zona está bien, así que se les ve mucho por aquí», apunta Antonio Lanza, vecino de Las Delicias que acompaña a Isabel en su habitual paseo por los senderos.

Casi todos los días los recorre Juan José González, vecino de Guadalmar que, a sus 66 años, no pierde el ritmo para desplazarse de una punta a otra de la desembocadura. «Lo que haría falta es que hicieran el puente que han prometido para poder cruzar hacia la zona del Martín Carpena», recalca Juan José. Como informó este periódico el pasado 11 de noviembre, cuando se cumplió un año de la presentación del proyecto compartido entre el Ayuntamiento y la Diputación Provincial para construir un puente en el brazo oriental de la desembocadura, para dar continuidad al proyecto de la Senda Litoral promovida desde el ente supramunicipal, esta infraestructura, valorada en 1,5 millones de euros, está pendiente de la elaboración de un diseño definitivo para acometerla por parte de la Gerencia Municipal de Urbanismo. Además, aún debe pasar por el filtro de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía.

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A Juan José le vendría de maravilla poder contar con este puente. «En Guadalmar no tenemos centro de salud, así que tenemos que desplazarnos hasta el de Puerta Blanca. Si hiciera ese puente podríamos ir andando sin problema», dijo.

Carmen Vigar, también vecina de Guadalmar, disfruta del paseo con sus perros, pero echa en falta que haya algún banco para poder sentarse cada cierto tiempo durante su recorrido habitual. «Había bancos pero desaparecieron y no los han vuelto a poner», señala. También echa en falta algunos árboles o pérgolas que pudieran proporcionar algo de sombra durante los meses de verano, en los que pasear por este enclave se convierte en «un calvario» por el calor.

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Carlos Montes y María Espinosa recorren en bicicleta el carril recién pavimentado con grava que delimita el encauzamiento de la desembocadura por el oeste. «Pasa por debajo de los puentes de la autovía y de la Azucarera y se puede llegar incluso hasta Alhaurín de la Torre si se quiere», apunta María, que recuerda especialmente el día que trajo a sus hijos a contemplar la fauna del lugar desde los habitáculos de madera habilitados en la isla central de la desembocadura, junto a una laguna natural. La comadreja, el tejón, la gineta y el zorro son algunos de los mamíferos presentes en el paraje, como se explica en un panel situado junto a uno de los caminos. Eso sin contar las aves que también habitan la zona, como anátidas, garzas y cormoranes.

Otros paneles informan de los senderos naturales que se pueden recorrer. El denominado Laguna Grande tiene una longitud de 1,7 kilómetros y atraviesa la isleta central de la desembocadura que divide el río en dos brazos. Otro recibe el nombre de Sendero del Río Viejo y tiene una longitud y duración similar, sobre una hora aproximadamente solo de ida, desde el puente situado junto a la barriada de Guadalmar. Se recomienda usar ropa poco llamativa y prismáticos para observar adecuadamente a la fauna de la zona.

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Lo que sí se echa en falta es una mejor señalización prácticamente inexistente y acondicionamiento de los accesos al paraje desde Guadalmar y desde la zona de Sacaba Beach. Desde Medio Ambiente reconocen que ya está en estudio mejorar esta cuestión.

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