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María José Garrido muestra una palmera de chocolate junto a otras de tarta de queso.
«Antes de inventar las palmeras gigantes sobrevivíamos; ahora estamos desbordados»

«Antes de inventar las palmeras gigantes sobrevivíamos; ahora estamos desbordados»

María José Garrido Rojo, de Casa Kiki, donde la palmera gigante se ha convertido en su seña de identidad. "Estaría bien que Dani Rovira nos citara en un monólogo"

M. Ángeles González

Miércoles, 12 de agosto 2015, 00:09

En plena crisis tuvieron una idea ella y su equipo de pasteleros que se ha convertido en la gallina de los huevos de oro para María José Garrido Rojo. «De la manera más tonta» como ella misma reconoce nació el producto estrella de su negocio: la palmera gigante, un dulce que se ha convertido en la seña de identidad de Casa Kiki.

¿Cómo surgió la idea de hacer palmeras gigantes?

Fue hace unos cuatro años a raíz de un familiar al que no le gustan las tartas y que me pidió que en un cumpleaños le llevara sólo una palmera. Le planteé a mi equipo hacer algo especial, grande, y salió la idea de una palmera gigante. Personas que estuvieron en la fiesta vinieron a encargar palmeras, empezaron a pedirnos sabores y el boca a boca acabó desbordándonos.

El nombre de la pastelería da lugar a comentarios jocosos. ¿De dónde viene Casa Kiki?

Sí, la verdad es que nos preguntan si aquí trabajan muchas niñas (ríe)...pero el nombre es por mi tía, la fundadora, que se llama Isabel pero de pequeña la llamaban Kiki.

En su negocio, eso de que el tamaño no importa... nada más lejos de la realidad, ¿verdad?

Sí importa, y mucho. Aparte de por lo impactante que es el tamaño de las palmeras, es porque la idea surgió en plena crisis y el precio, unos siete euros la de chocolate, es espectacular. Bueno, bonito y barato, lo tiene todo. Sin quererlo, la palmera gigante se convirtió en un producto anticrisis. Si te pones a comerte la cabeza para ver qué sacas, no te sale.

¿Uno no es malagueño si no ha probado una palmera de Casa Kiki?

(Ríe) A día de hoy me sorprendería que algún malagueño no las conociera. Aunque nosotros hasta hace poco no éramos conscientes de lo que nos conoce la gente.

Les han copiado la idea en pastelerías, centros comerciales... ¿cómo les ha afectado?

Hemos salido reforzados porque la competencia no ha llegado a nuestro nivel. Comparan y salgo ganando.

¿Tienen una fórmula secreta, como la Coca-Cola?

Como en las pizzas, el secreto está en la masa (ríe). No, en serio, se trata de muchas cosas. El secreto está en la masa, en la forma de hacer el hojaldre, en la utilización de ingredientes de primera calidad... Es saber hacerlo y saber venderlo. Un cúmulo de cosas.

¿Casa Kiki existiría sin sus palmeras gigantes?

Sí, supongo que sí, aunque es verdad que antes de las palmeras simplemente sobrevivíamos y en cuestión de meses nos hemos visto desbordados.

Con este calor, y en plena operación biquini, ¿cómo me vende una palmera?

¿Te gusta la tarta de queso?

Pues prueba nuestra palmera de tarta de queso. Es uno de los nuevos sabores que sacamos este verano, más frescos, para que apetezcan ahora.

¿Sabe que están haciéndole una faena a las pastelerías que venden tartas tradicionales?

El fin no es ese, ni mucho menos. De hecho, yo tengo una pastelería y quiero seguir vendiendo tartas, pero son cosas que no puedes controlar. La gente estaba cansada de tartas, ya no hacen tanta ilusión.

Como buen malagueño, Dani Rovira suele hacer referencia a su ciudad natal en sus monólogos. ¿Ha nombrado las palmeras gigantes de Casa Kiki?

(Risas). No lo sé, la verdad, pero estaría muy, muy bien. Le podríamos mandar una palmerita para que la pruebe.

¿Qué futuro le ve al negocio?

Estamos en un punto en el que no le veo un límite. Se pueden hacer tantas cosas como ilusión y ganas tengas. Pienso que esto no deja de ser un golpe de suerte, un angelito que hay ahí arriba que ha querido echarnos un cable, pero hay que saber mantenerse y seguir creciendo, que cuesta mucho. Ese golpe de suerte tiene detrás mucho trabajo.

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