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Pedro Aparicio, en la foto publicada en la entrevista de 1996.
Pedro Aparicio: "Me sobró el último año. Fueron quince muy buenos y uno de purga…"
ULTIMA ENTREVISTA DE PEDRO APARICIO HABLANDO DE LA ALCALDIA A SUR

Pedro Aparicio: "Me sobró el último año. Fueron quince muy buenos y uno de purga…"

Esta fue la última entrevista en profundidad de Pedro Aparicio concedida a un medio de comunicación hablando de su paso por la Alcaldía. Fue a Pedro Luis Gómez, entonces redactor jefe de SUR, periódico que la publicó el domingo 15 de diciembre de 1996

PEDRO LUIS GÓMEZ

Jueves, 25 de septiembre 2014, 17:54

Esta fue la última entrevista en profundidad de Pedro Aparicio concedida a un medio de comunicación hablando de su paso por la Alcaldía. Fue a Pedro Luis Gómez, entonces redactor jefe de SUR, periódico que la publicó el domingo 15 de diciembre de 1996, y que abrió el número de ese día en su primera página con un titular contundente: "Celia Villalobos debe gobernar toda la legislatura", con la que el ex regidor malagueño dejaba clara su oposición a la que entonces se barruntaba como posible moción de censura entre PSOE e IU, que hubieran sumado mayoría absoluta. En la entrevista, cargada de humanidad y de sinceridad, posiblemente sorprenderá a muchos rompía su silencio año y medio después de dejar la Alcaldía. Por su valor testimonial de la persona y del alcalde que fue Aparicio la reproducimos a continuación.

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Acaba de llegar de Bruselas. La tarde es oscura, y en Pedregalejo apenas si hay movimiento de gente.

El reloj del Corpus marca las horas, y unos niños juguetean en las escaleras de la parroquia. El mismo Pedro Aparicio abre la cancela de su casa. María, su esposa, nos saluda y sirve un exquisito té. El actual presidente del PSOE-A y europarlamentario, durante 16 años alcalde de Málaga, presenta un magnífico aspecto. Apura una cachimba que desprende un agradable olor, sobre todo para los ex fumadores que no renegamos del pasado. Pedro Aparicio muestra al periodista su última adquisición. Está como un niño con zapatos nuevos. Germán, su hijo, a punto de obtener la licenciatura de Periodismo en la Universidad de Málaga, le ayuda en la puesta en marcha de un ordenador que transcribe directamente al dictado de la voz. Los tiempos avanzan que es una barbaridad. «Tanto tiempo dictando y dictando me hizo perder el hábito de escribir, por lo que me costaba mucho trabajo. Este ordenador es una maravilla y me va a venir de perlas, aunque es un poco caro, sí... pero merece la pena», explica Aparicio. La entrevista se desarrolla en la sala de trabajo de su casa. Libros de todo tipo, compactos de música clásica de todo tipo, pipas de todo tipo... y el bastón de alcalde, uno de los pocos recuerdos que tiene a la vista de su reciente pasado como máximo regidor de la quinta/sexta ciudad de España.

Al lado, una página de publicidad que el PSOE insertó en los periódicos durante la última campaña municipal en la que se recuerdan los grandes logros alcanzados bajo su mandato.

-¿Qué tal Pedro Aparicio después de año y medio?

-Descomprimido y feliz, como siempre he sido... Bueno, moderadamente feliz, lo de feliz es una tontería.

Menos pelo, más canas y algún kilo de más. Su amabilidad, la de siempre. Su afabilidad, también.

Lleva año y medio en silencio. Han pasado 18 meses desde que Pedro Aparicio dejara la Alcaldía.

-¿Tiene muchos o pocos recuerdos de aquella etapa?

-Muchos, muchos... Y con nostalgia de las personas, pero no de la función.

-¿Y por qué no de la función?

-Si la nostalgia es si me gustaría volver a vivirlo, diría que sí; pero si la nostalgia es si me gustaría que no se hubiera acabado, no. Me gustó mucho que se acabara. Tengo esa. sensación de que fueron 16 años intensísimos y estupendos de mi vida pero que finalizaron cuando debieron acabarse. Si en la palabra nostalgia buscamos el componente de tristeza que-tiene, he de decir que no lo tengo, sí en la evocación de personas y de ratos inolvidables que no volverán, de noches intensas que no se repetirán... Pero está bien que no vuelvan, porque ya llega un momento en el que lo que era muy bonito ya se hacía muy pesado.

-Decía Buxarrais en la entrevista concedida a SUR la pasada semana que sentía un gran recuerdo por Málaga, pero no añoranza. ¿Eso es lo que le pasa también a Aparicio respecto a la Alcaldía?

-Eso es lo que he querido expresar. Siento recuerdos muy emocionantes, y volvería a vivirlos con toda felicidad pero en su tiempo y con mi edad de entonces.

-La última imagen que hay de Pedro Aparicio alcalde es caminando Parque arriba junto a su esposa momentos antes de iniciarse el pleno en el que saldría elegida Celia Villalobos. ¿Qué hizo aquel día?

-Fue un día muy intenso, digno de que alguna vez lo escriba. No lo he contando nunca... Fue una jornada que hipersentimentalicé porque cambiaba mi vida de 16 años.

Empecé por la mañana temprano yendo a la tumba de don Jorge Guillén, en el cementerio inglés, para ponerle una flor. Posteriormente fui a ver a dos de las tres personas a las que más he querido y quiero, y fui a sus despachos a despedirme de ellos, concretamente me refiero a Juan Hoffman y a Rafael Pérez Estrada -Rafael González-Gallarza, que es el tercero, se encontraba en Madrid-. Más tarde fui al Ayuntamiento y recibí a Celia Villalobos, para irme posteriormente con mi mujer al Teatro Cervantes, y allí, en un palco, solos los dos, a oscuras, estuve pensando en lo que había sido aquello en el momento del pleno. Cuando calculé que ya no era alcalde, me levanté y me vine para mi casa. La noche anterior me despedí de los Sordomudos... Dejé lo que más me emocionaba para el último momento. No tengo más que gratitud para todo el mundo, pero quizás eché de menos -aunque no lo digo como recriminación, ni mucho menos- que alguien de mí partido hubiese venido a darme la mano, a decir pues bueno lo has hecho bien o lo que sea... Al contrario, el partido se volcó en quien entraba, como por otra parte es ley de vida. A mis compañeros de la corporación les prohibí que fueran ese día al Ayuntamiento, porque querían que saliéramos todos juntos, y a mi me pareció que el protagonismo debería ser de los que entraban... Esa mañana, mi último café en el despacho de Alcaldía fue con las personas con las que apenas si hablé en 16 años, pero a los que había visto diariamente durante ese tiempo: fue con un policía municipal, con una señora de la limpieza que era la encargada de la Alcaldía y con una tercera persona... Acabamos todos muy emocionados. Intencionadamente busqué yo la emoción. Fue un día muy intenso.

-¿Y los abucheos con los que fue despedido por quienes esperaban para entrar en el salón de plenos?

-Me despidieron... Bueno... Eran de un determinado grupo...

-¿Le entristeció?

-Pues sí, pero... Nada más llegar al Ayuntamiento salía el secretario Federico Romero quien me dijo que había bastante gente esperando que se abrieran las puertas y me indicó que era conveniente que saliera por otra puerta, porqué un grupo de seguidores de IU estaban muy enfadados porque mi partido no iba a apoyar a Antonio Romero para que fuera alcalde. «Están con pancartas contra tí, sal por tal lado», me dijo, a lo que le contesté que no, que después de 16 años yo no podía salir por otra puerta que no fuese la principal, o sea que ya sabía lo que iba a pasar.

-¿Es el de ahora un Pedro Aparicio nuevo?

-Soy el mismo pero con distintas funciones. Cuando me di cuenta de que no podía volver a ser candidato es cuando vi que no estimulaba a los concejales en las Meas y proyectos que me exponían y que incluso los frenaba. Entonces uno se da cuenta de que lleva muchos años y que lo mejor es irse. Hay una frase muy bonita en una tumba de un militar romano que dice que «Pudieron hacerlo porque no sabían que era imposible». Bueno..., pudimos hacerlo porque no sabíamos que era imposible: es decir, un cementerio, un teatro, La Concepción, La Cónsula, el archivo... Cuando ya sabes que es imposible es que te tienes que ir. Cuando ya pensaba que el puerto y La Coracha, por poner dos ejemplos claros, eran imposible de hacer, ya era hora de la despedida...

-¿Se considera usted capitán general de la transformación de la ciudad?

-No... Qué va, qué ya... La ciudad cambió de forma espectacular, porque sin duda hay un antes y un después de los años 80. Cuando entramos la gente pedía agua potable y saneamientos, y hemos salido con la petición de instalaciones deportivas. He tenido la curiosidad de seguir el cambio de las grandes ciudades y puedo decir que ninguna lo ha hecho como Málaga, pero sin duda es la ciudad la que cambia de escala, los ciudadanos, los empresarios, los periódicos, los profesionales, los administrativos, los obreros.

El Ayuntamiento, posiblemente, lo que hizo fue abanderar ese cambio. Supo identificar los objetivos clave y gobernar con prudencia y defender con dignidad ante los poderes regional y nacional.

-¿Se considera bien pagado después de 16 años?

-(Aparicio sonríe y apura su pipa). Pufff, Esto... yo qué sé...Cuando leo que Buxarrais guarda un gran cariño de mi o cuando hoy al llegar al aeropuerto un taxista me dice «don Pedro que si esto o lo otro», eso es oro molido.

-¿Fue muy duro el último año?

-Sí, sí que lo fue. Sufrí mucho, más que en toda mi vida. No sé por qué.

-¿Se sintió traicionado?

-Me sentí injustamente atacado.

-¿Y solo?

-(Silencio). Al final... Bueno, la soledad del equipo municipal, que estuvimos muy unidos hasta el final.

-No, me refiero a otras instituciones, a su propio partido. . .

-Sí, sí, probablemente sí. El partido estaba en otras melés mucho más gordas a nivel nacional. Pero mi sufrimiento fue por el clima de la corporación, que no entendí y sigo sin entender y no entenderé hasta que me muera. Una corporación que no solamente habíamos tenido respeto mutuo, sino que habíamos bromeado juntos, que habíamos sido amigos todos los partidos, que incluso se puede decir que habíamos gobernado los cuatro partidos juntos, con una tradición cortés...

Todo era afecto y respeto, sobre todo con los concejales del PP, con Cordero, Tabeada... y de repetente anuncio que no me voy a presentar de nuevo, que no seré candidato, y a los diez días ese partido, esos mismos concejales del PP cambian de actitud e inician la más increíble agresividad contra mí. Eso me dolió muchísimo. Nadie recuerda que durante ese año yo sufrí personalmente siete denuncias en los juzgados, seis de ellas del PP y una de un banco... En el terreno penal, se han sobreseído las siete, pero nadie se acuerda de eso... Fue tremendo.

Todo aquello me hizo mucha mella.

-¿ Y no pensó tras lo que cuenta que le sobraron los últimos cuatro años de mandato?

-Me resistí como poca gente sabe a presentarme como candidato en 1991, pues entendía que llevaba doce años y ya estaba bien, pero también reconozco que en ese último mandato se hicieron cosas en la ciudad que me habría apenado no ver como alcalde. Yo creo que, humanamente, me ha sobrado el último año. Si me hubiera ido un año antes, como Maragall ha previsto, hubiese sido perfecto, pero tampoco podía hacerlo. Era demasiado pretencioso. Tampoco está tan mal: un año de purga y quince muy buenos.

-Siempre se decía que Pedro Aparicio elegía compañeros mediocres en las listas electorales para que nadie le hiciera sombra...

-Ya lo he leído alguna vez... Pero también lo he leído de otros altos cargos... Qué va, por favor, si la mitad de ellos valían más que yo en el terreno de la gestión y en el terreno humano. Lo que pasa es que a los grandes popes de la ciudad eso de ser concejal no les atrae... Las listas al final eran excelentes, yo discutí mucho con mi partido por las listas, salvo la primera, en la que aparecí con compañeros a los que ni conocía, y la última, en la que también fui un poco entregado. La segunda y la tercera, terrible. ¿Qué las ganaba? No, mitad y mitad. Tal acusación no es verdad, lo que pasa es que yo me apuntaba todas las cosas, la feria, pues el concejal había trabajado 20 veces más que yo. Salvo dos o tres cosas muy personales, todo lo demás se lo debemos a mis concejales.

-Dígame las tres cosas de las que se siente más orgulloso.

-Hay veintinueve actuaciones que marcan la historia de Málaga: estación de autobuses, nuevo mercado mayorista, PTA, Teatro Cervantes, nuevo cementerio, Plan General de 1983, urbanización y pavimentación de acerados de más de 50 barriadas, obtención de 18 millones de metros cuadrados de suelo, Orquesta Ciudad de Málaga, Finca de La Concepción, Siete mil viviendas sociales, parque del oeste, feria de agosto, saneamiento integral, cauce y márgenes del Guadalmedina, siete nuevos puentes sobre el citado río, casa natal y fundación Picasso, creación de distritos municipales, Archivo Histórico, eliminación de depósitos de Campsa, nuevo vertedero controlado, nuevos parques de bomberos, 172 nuevos autobuses urbanos climatizados, seis unidades territoriales de la Policía Local, nueva instalación de la EMT, 20 nuevas líneas de autobuses, siete centros de servicios sociales, aparcamientos públicos, informatización y reforma del Ayuntamiento, 16 bibliotecas municipales, abastecimiento de agua a toda la ciudad...

-¿Y el gran déficit?

-El puerto, sin duda. Esta ciudad cambiaría del todo y de forma definitiva con un puerto deportivo monstruo como Palma de Mallorca por todo el Paseo de los Curas y un palacio de congresos al lado, en el centro.

-¿Y lo que más quebraderos de cabeza le dio?

-Sin duda, la plaza de la Marina. Tremendo, aunque entiendo que al final acertamos, lo que pasa es que durante dos años estuvo el albero ese siniestro, madre mía, qué cosa más fea! Yo me enteré del albero, cuando pasé una vez por allí y dije «¡pero qué es eso?...». La gente creía que fui yo quien dijo que se pusiera, quizás porque tiene una idea del alcalde como de un jefe de obras, pero en fin...

-¿Opina sobre Celia Villalobos?

-No, no.

-¿ Y sobre Romero y Toval?

-Tampoco.

-¿Los analiza?

-(Prolongado y meditado silencio).

-No, no...

-¿Le han llamado alguna vez alguno de los tres?

-No, ninguno. Seguramente no, necesitan de mi.. Pero bueno, yo tampoco llamé a Luis Merino.

Aparicio enciende la pipa por enésima vez. Aspira fuerte. Son las seis y media de la tarde, pero la noche es casi cerrada. El invierno parecía haber llegado con él desde la fría Bruselas.

-¿Tiene o no Málaga memoria histórica?

-No, pero creo que como ninguna, por lo que no es una excepción.

-¿Le pasará lo que ahora le ocurre a Suárez, a Carrillo, que a los diez o doce años son homenajeados por todos?

-Jé, jé, jé... Yo creo que no. Siempre lo decía, se recuerda a un presidente del Gobierno de España, más vagamente a un presidente de Comunidad Autónoma, pero a un alcalde, a excepción hecha de Tierno Galván, no. Lo decía entonces y ahora me sorprende y es grato que la gente me recuerde y salude. Pero dentro de poco nadie se acordará de mí...

-Considerar como dice Celia Villalobos que hay que reformar la ley de administración local porque es imposible gobernar en minoría...

-Sí, sí. Yo siempre lo he dicho. Hay muchos países en los que la ley electoral municipal prima a la mayoría, de una forma o de otra, en las elecciones... Las minorías de gobierno pueden ser buenas en el Parlamento nacional/donde hay doce partidos, y por tanto hay juego y eso es fecundo para la democracia, pero en la administración de los semáforos o del urbanismo; del suelo o de los bomberos, hay que tener la mayoría absoluta. Yo siempre he querido para mi ciudad mayoría absoluta. Lo he dicho siempre, pero parecía un discurso absolutista y me acusaban... En un ayuntamiento es clave que haya mayoría absoluta, y más habiendo tres partidos, como en Málaga. Siempre he dicho que hay que reformar esa ley para primar las mayorías y convertirlas, a nivel municipal, en absolutas.

O bien situar decisiones en la comisión de gobierno, no en el pleno, que haya un poder ejecutivo por encima del pleno.

-¿Sintió alivio cuando supo que su sustituía era Celia Villalobos en vez de Romero?

-Me niego a contestar porque ofendería a uno de los dos.

-¿Ysi ahora el PSOE votara a favor de Romero en una posible moción de censura? ¿Cree que la habrá?

-Ni lo creo ni me parecería mínimamente sensato.

-¿Piensa que debe terminar la legislatura el PP como equipo de gobierno aunque sea una mayoría minoritaria?

-Sí, desde luego, porque así lo han querido las urnas.

-¿Se ha planteado el futuro?

-Cada vez tengo menos margen porque cuando acabe en el Parlamento Europeo, en 1999, tendré 57 años.

-¿Repetirá?

-Me gustaría, pero no lo sé.

-¿Qué es hoy Málaga, una gran ciudad o una ciudad grande?

-Una gran ciudad. Lo creo firmemente.

-¿Qué nos falta?

-Modos de vida más metropolitanos, y eso que Málaga es la más metropolitana de Andalucía.

-¿Qué nos sobra?

-Darnos cuenta de lo que tenemos, especialmente del bienestar climatológico que disfrutamos, pues no somos conscientes.

-Un mensaje a los ciudadanos.

-El de siempre, que el victimismo no conduce a nada, que el empuje siempre ha venido desde dentro y que Málaga está llamada a ser la capital del sur de Europa. La gente se siente agraviada respecto a Sevilla, eso es indudable, pero eso no es positivo, y nunca justifica la descortesía hacia la otra ciudad hermana.

-O sea, que mantiene el eslogan de «Capital del sur de Europa».

-Sí, absolutamente, y me encuentro orgulloso de él. 'La gran ciudad al sur de Madrid-Roma es Málaga.

-¿Por qué tanto tiempo en silencio?

-Para no incurrir en el síndrome de Johan Cruyff , que ahora dice que el Barcelona va muy mal... Cuando le preguntan qué le parece el Barcelona de Robson y contesta que es un desastre de equipo, se hunde y demuestra que era un ídolo de barro al incumplir la más mínima elegancia, y entonces al ídolo se le ven los pies de barro.

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