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Ángel Escalera
Jueves, 25 de septiembre 2014, 14:49
Pedro Aparicio Sánchez (Madrid, 1942) ha fallecido hoy a los 71 años de edad. Fue el primer alcalde democrático de Málaga, cargo que ocupó durante 16 años (cuatro mandatos), desde 1979 a 1995. Fue el artífice de la transformación experimentada por la ciudad. Llegó a la Alcaldía tras ganar las elecciones municipales celebradas el 3 de abril de 1979 encabezando la lista presentada a los comicios por el PSOE. Cirujano de profesión, llegó al Ayuntamiento malagueño con 36 años. Tomó posesión del cargo con el respaldo de socialistas, comunistas y andalucistas. En las tres siguientes elecciones (1983, 1987 y 1991) logró mayoría absoluta.
Entre sus prioridades tras asumir el mando de la ciudad fue mejorar los barrios más pobres. «Junto a la exuberancia de nuestros árboles existe la sordidez de callejas miserables, sin agua y sin luz», esta frase recogía la realidad de la Málaga de 1979. Otros problemas a los que hizo frente fueron la falta de viviendas y de escuelas.
Pedro Aparicio se licenció en Medicina y Cirugía en la Universidad Complutense de Madrid en 1966; se graduó en la Escuela Oficial de Periodismo de Madrid en 1973. También era doctor, con premio extraordinario, en Medicina y Cirugía por la Universidad Autónoma de Barcelona en 1976. Asimismo, fue jefe de la sección de cirugía vascular del Hospital Carlos Haya y profesor de la Universidad de Málaga.
Aparicio fue el primer presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias, miembro de la Conferencia de Poderes Locales del Consejo de Europa de 1980 a 1994 y eurodiputado en el Parlamento Europeo de 1995 a 2004. Destacó por la defensa de Europa y por sus ideas europeístas.
Sus principales proyectos
A lo largo de sus cuatro mandatos municipales se hicieron diferentes proyectos para el desarrollo de Málaga. Así, sobresalen la compra y apertura al público de la casa natal de Picasso, el Jardín Botánico La Concepción y el Teatro Cervantes; la creación de la Orquesta Sinfónica de Málaga, el saneamiento integral de la ciudad, el nuevo Parque Cementerio, los paseos marítimos del este o la pavimentación y alumbrado de 52 barriadas. Asimismo, acometió la remodelación de la plaza de la Marina y la construcción de un aparcamiento subterráneo.
Hombre de una gran cultura, la música era una de sus pasiones, así como los viajes, sobre todo en tren, y la lectura. Fiel seguidor del F. C. Barcelona, era un excelente conversador. Durante ocho años colaboró con SUR en la sección Sur de Europa. En esos artículos, 400 en total, demostró sus conocimientos y su calidad literaria. El escritor Antonio Soler definió así esos textos de Aparicio en SUR: «El resumen de sus artículos es una apuesta por el civismo, un compromiso humanista. Un alegato contra las demagogias». Soler añadió: «Han sido cuatrocientas entregas, una luz sin parpadeos y libre, como aquella que en la noche del 23-F encendió en su despacho de la alcaldía para que los malagueños supieran que su alcalde estaba con ellos, encabezando las aspiraciones de un pueblo demasiadas veces oprimido».
Uno de sus peores momentos de sus cuatro mandatos fueron las inundaciones de 1989. «Las inundaciones de 1989 son el peor recuerdo de mis 16 años como alcalde de Málaga. Fueron unos días terribles en los que Málaga se inundó y quedó aislada. Fracasaron todas las defensas que rodeaban la ciudad», explicó a este periódico años más tarde de haber dejado la Alcaldía. Otro hecho que le produjo un fuerte desánimo fue la segregación de Torremolinos de Málaga.
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