Algunos de los estudiantes que realizaron el viaje, en el centro de Nueva Delhi. :: sur

Una lección a 8.300 kilómetros

Diecisiete universitarios recorren el país asiático para conocer sus necesidades y colaborar con grupos humanitarios durante un mes

JUAN SOTO

Jueves, 31 de julio 2014, 02:23

Todo comenzó durante una conversación informal en la cafetería de la universidad en un descanso entre clases, casi como una broma. «¿Por qué no nos vamos a la India?». Se trataba de una locura, un órdago a grandes lanzado por el profesor de Teoría e Historia de la Educación, Fernando Chapado, que a la postre ha permitido que la UMA sea reconocida por la Fundación Vicente Ferrer por su labor solidaria.

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Chapado, junto a 17 alumnos, ha recorrido la India de una punta a la otra en un proyecto de cooperación internacional. Durante 30 días y más de 15.000 kilómetros de viaje han conocido el trabajo que realiza la fundación vicenciana en Anantapur, colaborado con las Misioneras de la Caridad (colectivo creado por la Madre Teresa de Calcuta) y conocido los slums (barrios chabolistas) de Bombay. Una experiencia «única e irrepetible». Para Alberto Aguilar, uno de los aventureros, «el mejor viaje de todas nuestras vidas».

A pesar de los numerosos contratiempos sufridos, con viajes caóticos en autobús o esperas interminables para coger un tren, sólo se quedan con todo lo bueno que han visto y experimentado. «Allí viven con nada, no tienen ambición y son más felices que nosotros aquí», explica este estudiante de Educación Social. «A pesar de no tener ni para vivir, lo comparten todo contigo porque son muy hospitalarios», añade.

Si algo ha sorprendido a los estudiantes son los enormes contrastes que se viven en las grandes ciudades. Sonia Alonso, otra de las viajeras que han participado en la iniciativa, explica que en la misma calle puede haber un hotel de cinco estrellas y un montón de gente viviendo en la calle. «Es un viaje que no se puede contar con palabras; hay que vivirlo para saber lo que es porque te cambia la vida y la forma de ser», confiesa.

Aprendizaje por apoyo

Además de conocer una cultura diferente, el profesor Fernando Chapado ha intentado que se relacionen con las personas que allí viven para impregnarse de sus costumbres y conocer sus necesidades. Una forma de enseñanza conocida como aprendizaje por apoyo y servicios que les ha permitido atender a enfermos terminales en sus últimas horas de vida o compartir miserias en algunos de los barrios más deprimidos del país. «Se trata de un país pobre en recursos pero muy rico en emociones y creencias», resume Chaparro.

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El viaje comenzó en Nueva Delhi, «un país caótico pero que atrapa». Desde que decidieron irse a la India, Chapado había tratado de organizar la ruta lo máximo posible, aunque se topó con la realidad de un país que aún no entiende de nuevas tecnologías. «Apenas pude reservar los vuelos y un par de hoteles». Por lo que el resto del recorrido fue un poco a la aventura. «Sabía lo que quería hacer, pero tuvimos que ir inventando a lo largo de todo el camino». De hecho, muchas de las noches las pasaron durmiendo en trenes en los que ni siquiera contaban con una plaza garantizada.

Sorprende especialmente que para este docente también fuera su primer viaje a la India. Sólo conocía el país por las aventuras de familiares y conocidos y por una extensa bibliografía que había leído. Pero desde el primer momento tenía claro que debían vivir una experiencia de ese tipo. «En la facultad se les da educación teórica, pero les faltaba algo; algo en la mirada que se le ve a muchos profesionales», dice. Y por eso se le ocurrió este viaje de cooperación internacional.

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Y aunque en un primer momento le costó lograr el consentimiento de sus superiores, han terminado tan contentos que incluso se plantean la creación de un máster de cooperación que incluiría prácticas en la India. «Nosotros nos tuvimos que pagar el viaje de nuestro propio bolsillo, apenas conseguimos algo financiación para las vacunas y los visados». Entre otros, agradece el esfuerzo del vicerrectorado de Comunicación y Proyección Internacional y del Decanato de Ciencias de la Educación. Para que este viaje no quede en el olvido y siempre se conserve como el germen para proyectos futuros, los alumnos han elaborado un vídeo documental que puede verse en la propia web de la UMA.

Para el docento también ha supuesto una experiencia imborrable al superar todas las expectativas. Entre tantas imágenes vividas, nunca olvidará los motivos por los que muchas niñas van con el pelo corto: «pensaba que era por el calor o la humedad, pero me explicaron que es porque son tan pobres que el pelo es lo único que pueden ofrecer a sus dioses», explica algo emocionado. Durante el viaje, realizado en la época de lluvias monzónicas para que fuese más barato, también tuvieron ocasión de comer en la calle en puestos callejeros o dormir en estaciones.

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Vivir con muy poco

La experiencia vivida por estos 17 alumnos les ha llegado tan profunda que la mayoría aprovecharon el viaje para apadrinar a niños indios. Ramón Rodríguez afirma que durante ese mes aprendió más que durante los dos años de carrera. «Te enseña que se puede vivir con muy poco; ahora aprecio mucho más las cosas porque en España se vive muy bien».

Este joven guarda innumerables vivencias en su retina y que se queda con lo hospitalarias que son todas las personas allí. «Te agasajan con cualquier cosa que tienen, te invitan a sus casas y te tratan como si fueras superior», recuerda. Dice que cuando fue a conocer a la familia del niño que iba a apadrinar todo el pueblo le esperó en la puerta de las casas para recibirlo. «A veces te sientes hasta mal porque no nos merecíamos que nos trataran así».

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Como todos, volvería «con los ojos cerrados». Hasta el punto de que ya están hablando de organizar otro viaje para cuando terminen la carrera. «Pero nos gustaría quedarnos un periodo de tiempo más largo; mínimo seis meses para poder colaborar con ellos». Contagiado de la mentalidad de Vicente Ferrer, sostiene que lo importante «no es darles de comer, sino enseñarles a pescar». Y por eso desean volver a vivir esa experiencia. Una locura que ha cambiado sus vidas para siempre.

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