El colosal puente que une Copenhague con Malmö necesita una capa de pintura en sus 300.000 metros cuadrados

Cuando el 1 de julio de 2000, tras largas décadas rumiando el mega proyecto, Dinamarca y Suecia quedaron al fin unidos entre sí y con Europa a través del puente mixto -para vehículos y ferrocarril- más largo del Viejo Continente, probablemente nadie pensó en la colosal tarea de intendencia que exigiría el colosal viaducto para mantenerse en forma. Dos décadas de trote después, el ingenio de 82.000 toneladas y ocho kilómetros de longitud que conecta Copenhague con Malmö sobre el mar Báltico, a través del estrecho de Oresund, necesita una mano de pintura que devuelva a la estructura de acero su esplendor y, sobre todo, sus defensas contra la corrosión. Pasar la brocha por los 300.000 metros cuadrados de puente va a llevar algo de tiempo. Trece años, para ser exactos. La empresa alemana Muehlhan ha resultado la adjudicataria de esos trabajos durante los dos primeros ejercicios, en los que tendrá que cubrir de negro el equivalente a 42 campos de fútbol. Según sus cálculos, empleará para ello de 300.000 a 400.000 litros de pintura.

Las torres centrales del puente no son un capricho de ingeniero. Están diseñadas para que la estructura no se destruya ni aunque un avión choque contra ellas. El viaducto consta de dos tramos conectados a un tercero central y atirantado. El vano de este (el espacio entre dos vigas consecutivas) mide 490 metros. En ese punto, el puente se eleva 57 metros sobre el mar. Pilares de hasta 204 metros se ocupan de sostenerlo.