colpisa / afp
Domingo, 10 de mayo 2015, 15:20
De nuevo en el número 10 de Downing Street tras su clara victoria electoral, el primer ministro británico, David Cameron, se enfrenta ahora al futuro del país en Europa y a la amenaza de rebelión de los euroescépticos de su partido, que pueden complicar su segundo mandato.
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En su primer discurso tras el triunfo en las urnas el jueves, el primer ministro conservador reiteró su promesa de organizar un referéndum antes de fin de 2017 sobre el mantenimiento o la salida del país de la Unión Europea. El propio Cameron dijo que haría campaña en favor de permanecer en la UE, bajo condición de renegociar algunos aspectos de la adhesión al bloque del Reino Unido.
Ello lo obligará a un delicado equilibrio: tranquilizar simultáneamente a sus socios europeos y a los euroescépticos de su propio partido, cuya influencia se ha reforzado ya que los conservadores sólo tienen en la Cámara de los Comunes una corta mayoría de 12 escaños, lo que los obliga a votar en bloque.
Renegociación con Europa
Una fuente de la dirección del partido conservador admitió este domingo en el Sunday Times que David Cameron tendrá dificultades en unir a su partido ante las renegociaciones con Europa. "Habrá problemas. La renegociacion con la UE debe ser clara, y un amplio grupo de diputados conservadores se va a dividir sobre el tema, y tendremos polémica", aseguró.
De hecho, hasta 60 diputados rebeldes se aprestan a pedirle a Cameron un nuevo poder para la Cámara de Comunes con el objetivo de que pueda imponer su veto a cualquier ley europea, asegura el Sunday Times. En su precedente mandato, Cameron logró controlar a los diputados de su partido, incluso a los más rebeldes, cuya influencia estaba diluida por la presencia de los liberales demócratas, socios de coalición de los conservadores durante cinco años.
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Tratado de Maastricht
Su situación actual fue comparada con la del exprimer ministro conservador John Major, enfrentado a la virulenta oposición de una franja de su partido a las negociaciones del Tratado de Maastricht. Major perdió su británica sangre fría, llamando "bastardos" a tres miembros de su gobierno. "El mayor riesgo para Cameron reside en la amenaza de un +retorno de los bastardos+", escribe en el Guardian el comentarista político Simon Jenkins.
Responsables conservadores creen sin embargo que un acuerdo, en particular con Alemania, es posible. "La idea sería poner a George (Osborne, ministro de Finanzas) y a Phil (Hammond, de Exteriores) en un avión rumbo a Berlín para que tengan una franca conversación con los allegados a (la canciller, Angela) Merkel y saber qué es exactamente posible en términos de acuerdo", dijo un responsable gubernamental al Sunday Times.
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Cameron se opone en particular el "turismo sanitario" y aboga por imponer restricciones al acceso de los migrantes a estos beneficios sociales. Sin embargo, el viernes la Comisión Europea recordó que la libre circulación de las personas, de bienes, de capitales y de servicios "no es negociable".
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