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Las playas del soldado Ryan

Las playas del soldado Ryan

La irrupción en la costa francesa de la mayor armada que se haya conocido nunca abrió de par en par las puertas del camino hacia la derrota del régimen de Adolf Hitler, principal responsable de una guerra que se saldaría un año después con la muerte de 55 millones de seres humanos.

BORJA OLAIZOLA

Domingo, 8 de junio 2014, 00:50

Puede que Salamina, Waterloo o incluso Stalingrado fuesen más decisivas, pero la batalla del desembarco de Normandía es para el mundo occidental la madre de todas las batallas. La irrupción en la costa francesa de la mayor armada que se haya conocido nunca abrió de par en par las puertas del camino hacia la derrota del régimen de Adolf Hitler, principal responsable de una guerra que se saldaría un año después con la muerte de 55 millones de seres humanos.

El llamado Día D ha ocupado un lugar preeminente entre las generaciones que han moldeado a través de los medios de comunicación el pensamiento contemporáneo occidental, de forma que se ha convertido en uno de los acontecimientos fundacionales de nuestro tiempo. Centenares de libros, infinidad de documentales, teleseries y, sobre todo, películas como El día más largo o Salvad al soldado Ryan han hecho del desembarco uno de los episodios históricos más conocidos y también más cercanos.

En Normandía se celebran todos los años actos en conmemoración del 6 de junio, pero cuando las fechas son redondas los aniversarios adquieren mayor solemnidad. Los 70 años que han transcurrido desde 1944 han dado pie a que la celebración de 2014 sea por todo lo alto, sobre todo porque es muy poco probable que los cada vez más escasos supervivientes de la batalla puedan celebrar otra efeméride decenal. El aniversario es también un buen momento para mirar lo ocurrido desde nuevas perspectivas. El aliento de la victoria aliada silenció durante muchas décadas los daños que sufrió la población civil francesa en los bombardeos sistemáticos de la comarca para debilitar las posiciones de los ocupantes alemanes.

La mala conciencia de nuestros vecinos por su pasividad durante la ocupación nazi y el papel secundario de sus tropas en la contienda acalló los ecos de la tragedia. Los últimos estudios, sin embargo, reflejan el enorme impacto que el Día D tuvo entre los civiles normandos. El historiador Antony Beever, especializado en la II Guerra Mundial, llegó a hablar de crimen de guerra para calificar episodios como el bombardeo de Caen por parte de la aviación británica. Beever, cuyo libro sobre el desembarco de Normandía, publicado hace cinco años, se convirtió en todo un superventas, escribió que «en el Día D murieron muchos más civiles franceses que soldados británicos y estadounidenses».

Han tenido que pasar siete décadas para que los vencedores hayan asumido la magnitud del daño causado. Durante los últimos días se han multiplicado los homenajes a los civiles fallecidos en algunas de las poblaciones próximas a las playas del desembarco. El domingo hubo uno en Trevieres, a unos diez kilómetros de la playa de Omaha, un pueblo de unos 1.000 habitantes que quedó prácticamente destruido por las bombas aliadas. No fue el único. La estrategia del mando aliado de aislar la primera línea de defensa alemana del resto del país para impedir la llegada de refuerzos castigó especialmente a las localidades que estaban a unos kilómetros de distancia de la costa.

La peor parte se la llevó Caen, donde hubo unas 2.000 víctimas mortales civiles. La ciudad quedó además reducida a escombros, lo que permitió a los alemanes parapetarse para hacer frente a la llegada de los británicos. Se calcula que en los dos meses que duró el desembarco fallecieron entre 15.000 y 20.000 paisanos franceses.

El 70 aniversario es también una buena plataforma para el lanzamiento de un sinfín de nuevas publicaciones, documentales y trabajos que tratan de explorar el episodio desde ángulos inéditos. Chris Helgren, fotógrafo de la agencia Reuters, se ha paseado por los lugares del desembarco con la referencia de algunas fotografías tomadas entonces. Su idea era contraponer las imágenes que se sacaron en el conflicto con el aspecto que tienen ahora los mismos escenarios. «Paseando por la costa normanda es muy difícil hacerse a la idea de lo que pasó allí hace 70 años», observa.

El gallego que cayó en Omaha Beach

  • ESPAÑOLES

  • No hay muchas noticias de españoles entre las fuerzas aliadas que participaron en el desembarco de Normandía, así que los datos que ha sacado a la luz Manuel Arenas, fundador de la asociación de recreación histórica Royal Green Jackets de A Coruña, son toda una revelación. Arenas ha explicado que el gallego Manuel Otero podría ser el único español fallecido en el Día D. Otero emigró a Estados Unidos al término de la guerra civil y montó un taller mecánico que le iba viento en popa. Se alistó en el Ejército de EE UU como vía de obtener la nacionalidad bastaban seis meses para que la concediesen con tan mala suerte que se produjo el ataque de Perl Harbour y la entrada en guerra de su país de adopción. Fue enviado a Inglaterra y el Día D participa en el desembarco. Le tocó Omaha Beach y, como tantos otros, murió. Fue enterrado en el cementerio americano de Colleville sur Mer, pero en 1948 sus restos fueron llevados a Galicia a petición de su familia. La asociación a la que pertenece Arenas va a rendirle un homenaje mañana en Outes, donde reposa.

Al fotógrafo le sorprendió en especial el contraste entre el mar de cruces blancas que se alzan en el cementerio de Colleville sur Mer, donde reposan los restos de 9.000 soldados de EE UU, y las escenas playeras que se pueden contemplar una decena de metros más allá de sus límites. «En las fotos de archivo había decenas de cadáveres reventados y llenos de sangre en el mismo sitio donde se ven ahora niños y familias disfrutando entre risas de la arena y la playa». Pero no es ese el único cambio operado. Helgren ha tenido que renunciar a sacar muchas fotos porque las nuevas construcciones hacían imposible tomarlas desde el mismo sitio donde se obtuvieron las originales.

Como cualquier otro lugar de Europa, la Normandía de ahora tiene poco que ver con la de hace siete décadas. Los paisajes y las playas siguen más o menos igual, lo mismo que una climatología tirando a fresca y endemoniadamente húmeda, pero la región ha sustituido su dependencia de la ganadería y la pesca por una economía basada en la industria y los servicios. El turismo ha adquirido también una gran pujanza gracias en buena medida al desembarco. La costa normanda está salpicada de cementerios militares 28 en total donde reposan los restos de 97.000 combatientes.

El canadiense 'alemán'

A día de hoy aún se siguen identificando cadáveres: el pasado mes de febrero fueron exhumados los restos de un canadiense que había sido enterrado en el cementerio teutón de Huisnes-sur-Mer confundido con una víctima del Reich porque alguien cubrió su cuerpo con una chaqueta alemana cuando murió. Después de indagar durante años, su sobrino consiguió recuperar sus restos para trasladarlos a su país natal. En 2008 un agricultor encontró las osamentas de tres soldados alemanes cuando labraba uno de sus campos. Se calcula que unos 200.000 militares murieron o desaparecieron en el desembarco y el paredero de muchos de ellos aún sigue siendo un misterio.

Las cinco playas escenario de la llegada de la flota aliada Utah, Omaha, Gold, Juno y Sword siguen ejerciendo un gran magnetismo entre los descenientes de los soldados que participaron en la batalla. En cada pueblo se puede ver un museo hay cerca de cuarenta o un memorial que recuerda el Día D. La mayoría de las construcciones bélicas que levantaron los alemanes para intentar frenar el ataque el llamado Muro Atlántico siguen aún en pie, lo que proporciona a la costa una apariencia hostil que se desvanece en cuanto se ven grupos de veraneantes que utilizan los bunkers para tomar el sol protegidos del viento e incluso para hacer uno de esos almuerzos al aire libre a los que tan aficionados son los franceses.

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